Un hotel que se  fusiona con la selva Sonidos  y huellas La gente

la iluminación nocturna resalta las transparencias del hotel. de día, la que se enciende es la selva, que ingresa a través de los ventanales.

Un hotel que se fusiona con la selva

La hotelería de selva tiene impactantes expresiones en América Latina, principalmente en Brasil, y en cuencas tan salvajes como las del Mato Grosso y la Amazonia. Ahora también avanza en la Argentina, en las inmediaciones de Puerto Iguazú, de la mano de los atractivos de la selva Iryapú y la proximidad de las Cataratas del Iguazú, declaradas maravilla del mundo. Aquí, un ejemplo.

TEXTOS. GUSTAVO LEYES FOREST (Desde Misiones). FOTOS. del autor y de loi suites iguazú.

Amenudo la publicidad ofrece lo que no está en condiciones de cumplir. Pero en este caso, la realidad es mejor que la promesa. A tal punto que las sensaciones invaden y suavizan las pulsiones racionales por mantener el control; por deducir, asociar, clasificar, encuadrar, organizar la información, propias del reflejo periodístico. El test es interesante, porque la habitual respuesta del profesional ante los estímulos suele conspirar contra su disfrute sensorial. Pero aquí, el impacto del primer momento nos libera de la hegemonía del hemisferio cerebral izquierdo, y el goce se hace pleno. La clave es la delicada armonización entre la naturaleza de la selva Iryapú (que significa “ruido o sonido del agua”) y la respetuosa implantación de 15.000 m2 de edificios que se disimulan en la floresta misionera. La resultante se debe a la creatividad del arquitecto José María Migone su proyectista-, así como al estricto cumplimiento de normas ambientales que rigen en esta reserva provincial de 600 hectáreas ubicada a pocos minutos de la ciudad de Puerto Iguazú, Misiones.

Entre tanto, la apuesta, de alto riesgo empresarial, corre por cuenta del grupo hotelero Loitegui, familia argentina dedicada al rubro desde hace décadas, que posee tres hoteles en la ciudad de Buenos Aires (uno de ellos de cinco estrellas ubicado en la zona de Recoleta), uno en San Pablo, Brasil; otro, en Chapelco, sur de la Argentina y, por fin, el de Puerto Iguazú, en el extremo norte del país, estos últimos de cinco estrellas.

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El Loi Suites Iguazú se inauguró el año pasado y ocupa un predio de diez hectáreas en la selva Iryapú, al que se accede desde la ruta nacional Nº 12 luego de recorrer 3,5 kilómetros por un camino provincial que se está pavimentando.

Desde el pórtico de ingreso salta a la vista el concepto que guió el proyecto: riguroso cuidado de la presencia dominante de la selva, razón definitoria de la implantación del hotel en este lugar y causa eficiente de la inversión de veinte millones de dólares. Tanto es así que, si no se presta atención, el acceso, ubicado en una curva del camino, puede pasar desapercibido, en tanto que el hotel directamente no se ve. Juegan, para ello, el fuerte declive del terreno hacia el río Iguazú, que lo limita en su borde inferior, y las pantallas vegetales tejidas por la naturaleza con especies de diversas alturas y numerosos matices de verde.

Desde arriba, la inclinación descendente del terreno achata el perfil del núcleo central del hotel, que en el plano de su ingreso principal muestra una sola planta, casi tímida frente al vigor de la vegetación enhiesta sobre la tierra colorada, percepción enfatizada por el uso constructivo de piedras también rojizas -extraídas del lugar- en paredes y columnas, y el color terracota de los tejados. De modo que la coloración de los materiales empleados en la obra contribuye a mimetizarlo con el color de la tierra y, por tanto, a difuminar el volumen de la masa construida.

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Por su parte, los cuatro módulos que contienen las 162 habitaciones que el hotel ofrece, quedan velados por la selva, así como las ocho grandes cabañas instaladas en un plano inferior, con terrazas que miran al río Iguazú. Su altura en ningún caso supera la del promedio de los árboles (unos 15 metros) y se articulan con el cuerpo central de servicios mediante cuatro pasarelas colgantes que si bien están construidas con técnicas modernas recuerdan a los puentes que elaboraban los indios de la región con cuerdas trenzadas y maderas para salvar los quiebres de una geografía abrupta. Tanto es así que hasta se experimenta un pronunciado efecto de suspensión que agrega un matiz lúdico a un cruce funcional.

Los cuerpos que alojan las habitaciones están unidos en sus extremos por un arco circulatorio que los conecta con el núcleo central de servicios y con vistas a una selva que acompaña el descenso del terreno hacia el río, ubicado al naciente, curso de agua hoy muy crecido que interrumpe el verde espeso de una floresta que continúa en la otra ribera, perteneciente a la República Federativa del Brasil.

Los edificios tienen en su cara anterior un pasillo de circulación, concebido a la manera de las verandas de las viejas cabañas del interior de la provincia, en tanto que el lado posterior se abre a la selva mediante ventanales que se complementan con amplios balcones hechos con madera de Misiones. Como dijimos, la selva es la visual constante (y cambiante, según el recorrido del sol), el sello distintivo, la marca del lugar, y su exuberancia fluye hacia el interior de las habitaciones a través de transparencias generosamente calculadas.

Ese concepto de integración entre la obra construida y el soporte selvático, se manifiesta de continuo y empieza en el lobby apenas uno pone el pie en la recepción del hotel y la mirada se pierde en la fronda a través de una enorme transparencia que funde cultura y naturaleza en una experiencia holística. Qué placer provoca la asociación entre ambas dimensiones; la biodiversidad a salvo- de un sistema menguado por la acción secular de los hombres, y el refinamiento del proyecto concretado, incluido su amoblamiento. Lo dado y lo transformado, en una cohabitación respetuosa, armoniosa y positiva, generadora de belleza, desarrollo sustentable y trabajo efectivo (la planta de personal permanente asciende a cien personas) mediante una oferta que aúna el disfrute sensorial con la posibilidad de conocer una geografía que sería inaccesible sin la mediación de esta clase de emprendimientos. Y que, además, tiene efectos estimulantes y reproductivos en el polo turístico regional, ya que impulsa otros proyectos y obliga a actualizar la oferta de servicios y comodidades existentes, sin olvidar las alternativas que le abre a los 400 integrantes de la comunidad Mbya guaraní de Iryapú, al incrementar la posibilidad de vender sus artesanías y ofrecer la singularidad de su baquía para recorrer senderos y picadas en la selva que habitan y de la que les pertenecen 265 hectáreas debidamente titularizadas.

Pero volviendo a este flamante establecimiento, que revolucionó la hotelería regional, con impacto incluso en el lado brasileño, hay que decir que se siente la cálida hospitalidad provinciana de un elenco de personal mayoritariamente misionero que se conjuga bien con la gerencia llegada desde Buenos Aires que cumple y hace cumplir las normas de calidad que caracterizan a un cinco estrellas en competencia por ganarse un lugar importante en el mercado nacional e internacional de turismo y convenciones.

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Así, el espectacular escenario natural, realzado por una arquitectura tan sensible como inteligente, se completa con el alto nivel de los servicios, prestados en un clima cordial y distendido. Ocurre en el bar del lobby, en el comedor principal y su terraza, ubicados en el primer nivel inferior; y el comedor y bar de las piletas que se sitúa, al igual que el Spa, en el segundo nivel inferior, escalonamiento que se explica, como ya mencioné, por el marcado desnivel del terreno. De modo que desde el plano de las tres piletas contiguas que forman un espejo de agua de unos 1.000 m2, el contrafrente del edificio central muestra sus tres niveles, mientras que del lado de la entrada sólo presenta una planta. La zona de piletas, articulada con el núcleo central de servicios, constituye el corazón del hotel.

Este es el lugar de reunión, el espacio de convergencia de quienes se alojan en la extensa superficie construida que se despliega en la floresta. Es el sitio para tomar sol, nadar, jugar en el agua, conversar, leer bajo los árboles, beber copas y disfrutar de exquisitas comidas elaboradas en la casa, incluidos los panes y la pastelería del desayuno. También, la zona en la que los huéspedes pueden acceder al gimnasio, la sala de juegos para chicos y el Spa “Namasthé” de inspiración oriental- que desprende el inconfundible aroma de aceites esenciales empleados en su variada carta de masajes, espacio en el que también se pueden tomar baños sauna (hay para mujeres y para hombres) o recorrer el vivificante circuito de aguas a distintas temperaturas y presiones.

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Respecto de las piletas asociadas -con pequeños desniveles que alegorizan la irregularidad del terreno- debo decir que también responden al principio general de ocupación del espacio y de valoración del elemento selvático. Por eso los árboles ciñen sus bordes, hienden uno de sus lados formando una especie de isla central y crecen dentro de los mismos cuencos de agua dentro de macetones integrados a la estructura de las piletas, de modo que permiten el contacto directo de sus raíces con la tierra originaria. En suma, todo un esfuerzo técnico al servicio de la idea rectora del proyecto y la debida proporción entre superficies construidas y áreas naturales. La resultante, de día y de noche, en este caso mediante los recursos de la iluminación, es inmejorable, y semeja la formación de una laguna en medio de la selva. El otro esfuerzo tiene que ver con el constante mantenimiento de obras de estas características ya que la selva no perdona, desprende hojas y flores, echa raíces y ramas, produce renovales, avanza todo el tiempo sobre lo construido. Pero así son las cosas; es el tamaño del desafío y, a la vez, de la atracción. Se trata del imán y el costo de lo único.


Sonidos y huellas

El bosque subtropical paranaense exacerba sus características en las márgenes de los principales ríos. Es el caso del Iguazú que, a la altura del hotel, corre aguas abajo hacia la cercana confluencia con el alto Paraná. La humedad del ambiente favorece la vegetación, que crece en innumerables variantes. Esta esplendorosa naturaleza aloja una avifauna tan diversa como el canto de las múltiples especies, y mamíferos que en general permanecen velados por la espesura de la selva y la nocturnidad de sus hábitos.

Para bajar hasta el río, ver las dos costas separadas por un curso que la crecida ha ensanchado y miríadas de mariposas polícromas que comen sales del barro costero, hay que utilizar una larguísima escalinata que se torna agobiante cuando hay que remontar la cuesta. Por eso se ha construido un ascensor o “bondiño”, con una inclinación que acompaña el perfil del terreno y que a la manera de los que se usan en la costa chilena permiten ir y venir sin dificultad hasta el muelle instalado en el río. A pocos metros de ese embarcadero, en la barranca empinada y barrosa, un guardia de seguridad del hotel me mostró huellas de un supuesto yaguareté que este periodista pudo fotografiar. A José Luis, gerente del hotel, la versión le pareció extravagante, pero otro empleado dijo que el Ministerio de Ecología habría recomendado precaución por el monitoreo de un casal de yaguaretés en la selva Iryapú. El hecho es probable porque a ejemplares de esta especie en extinción se les han colocado collares electrónicos que permiten su rastreo. No afirmamos ni negamos, pero hemos visto huellas de considerable tamaño y un formato compatible con la del más formidable animal de nuestra fauna autóctona y, por añadidura, buen nadador.

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el gran caudal de agua que baja por el río iguazú, satura la garganta del diablo y desborda por sus costados en decenas de cascadas. desde que se la declaró maravilla del mundo, se multiplicaron las visitas a este extraordinario lugar natural.


Programa de desarrollo

El proyecto de desarrollo hotelero en la selva Iryapú mediante la aplicación de conceptos ecológicos, constituye un interesante programa que integra distintos objetivos de la provincia de Misiones para promover la inversión, el trabajo y la titularización de tierras para un grupo indígena.

Así, aprovechando la atracción de las cataratas del Iguazú, ahora potenciada por su designación como una de las nuevas siete maravillas del mundo, y el impactante escenario que ofrece la selva misionera, su flora y fauna, el gobierno motorizó la radicación de hoteles que deben cumplir en sus respectivas implantaciones con estrictas normas ambientales que resguarden el valor patrimonial del bosque paranaense. Y, a la vez, asegurar mediante títulos perfectos la propiedad de un grupo guaraní sobre una porción de la floresta.

De modo que, por un lado, se promueve la inversión reproductiva que aumenta la cantidad de camas instaladas en el lado argentino y, en general, la oferta hotelera y todos los servicios complementarios, movida que genera nuevos puestos de trabajo en la cadena de valor del turismo. Por el otro, crea mejores condiciones para que los guaraníes puedan vender sus artesanías y brindar servicios relacionados con la selva.

La respuesta inicial fue muy significativa, ya que se adjudicaron parcelas para 19 emprendimientos de distintos volúmenes, proyectos que luego se vieron ralentizados por la brusca caída de la actividad económica nacional y la crisis internacional a partir del segundo semestre de 2008. Entre ellos, el primer cinco estrellas en completarse, con una inversión que duplicó la proyección originaria, fue el Loi Suites Iguazú. De manera que la inversión de 150 millones de dólares anunciada en su momento para el conjunto de hoteles habrá de trepar a cifras mayores. Entre tanto, la puesta en marcha del programa provincial reproduce modelos empleados en el Mato Grosso y la Amazonia, mientras ofrece un buen ejemplo de lo que se puede hacer a partir de recursos patrimoniales, sean éstos paisajísticos, ambientales, históricos o culturales.

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vista a la floresta desde el interior de una habitación. todos los balcones dan a la selva.

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embarcadero del hotel en el río iguazú. enfrente, la costa brasileña.

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lobby del hotel con una gran transparencia que produce juegos visuales sobre la alberca central.

La gente

Un hotel se define por su contorno geográfico y la calidad de sus edificios y servicios. En esa ecuación, el factor humano es relevante y ello se comprueba en este establecimiento, que cuenta con un plantel estable de cien empleados, la mayoría jóvenes originarios de Misiones, entrenados bajo las normas de un hotel de cinco estrellas, a las que agregan la calidez y los tonos propios de la provincia.

El equipo está dirigido por José Luis Franchi, ex alumno del colegio jesuítico del Salvador, en Buenos Aires, y formado en hoteles de la firma Loi Suites, quien con toda amabilidad desempeña su función de gerente, siempre atento a que se cumplan los competitivos estándares de la cadena en toda la gama se servicios.

Es valorable la buena disposición y la prontitud de respuesta del elenco que conduce. Y si bien sería injusto hacer nombres, a título representativo se puede mencionar a Pedro, uno de los maitres de los restaurantes, misionero de nacimiento -con ancestros ucranianos, polacos y criollos-, ex seminarista y ex casco azul en Europa por la Gendarmería, pescador con relatos de otra pesca, cuando los grandes peces del Paraná, con sus pesos, hacían honor a sus nombres.

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árboles originarios en una de las piletas del hotel.


+datos

Quienes quieran mayor información pueden contactarse con la dirección de correo electrónico: [email protected]

Teléfono: 3757 - 498300. Fax: 3757 - 498333.

Consulta general sobre hoteles en la zona: www.welcomeargentina.com/puertoiguazu/alojamientos.html

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una tortuga nada en las aguas del iguazú.

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una de las pasarelas colgantes que articulan los edificios.

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vista nocturna de las tres piletas que, asociadas, semejan una laguna en medio de la selva.

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mariposas en la barranca del río.

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una copa y buena compañía en la terraza del restaurante principal del hotel.