Las resurrecciones de Cristo en la pantalla grande

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El español Enrique Irazoqui, un estudiante de Literatura al que Pasolini hizo pasar a la Historia.

Es el personaje más representado a lo largo de la historia del arte, y el cine no ha podido renunciar a seguir sus parábolas, tentaciones y predicamentos en celuloide. Jim Caviezel, Willem Dafoe, Klaus Kinski o Enrique Irazoqui son algunos de los intérpretes que han osado “resucitar” a Jesús en la pantalla.

TEXTOS. MATEO SANCHO CARDIEL. FOTOS. EFE REPORTAJES.

 

Teniendo en cuenta lo difícil que es satisfacer a un lector con la versión cinematográfica de un libro, sorprende que a muchos cineastas no les haya amilanado el mayor best-seller de todos los tiempos, la Biblia. Más bien lo contrario: crearon aproximaciones a ella y, en especial, al personaje de Jesucristo, de lo más variadas, descarnadas, propagandísticas o irreverentes.

Todas tuvieron que buscar a su actor, pero también todas encontraron su parroquia de espectadores.

UN CRISTO PROLETARIO.

Los caminos del Señor son inescrutables y les resultan atractivos incluso a cineastas no creyentes. El italiano Pier Paolo Pasolini, comunista, ateo y homosexual, concibió la que está considerada la aproximación más hermosa a la figura de Jesús de Nazareth: “Il vangelo secondo Matteo” (“El Evangelio según San Mateo”).

Desde el humanismo, consideraba a Jesucristo el mayor revolucionario de todos los tiempos y, para encarnarlo, quiso atraer a dos expertos en dinamitar esquemas: los escritores “beat” Jack Kerouac y Allen Ginsberg.

Sin embargo, tuvo una “epifanía”: conoció a un joven español de madre italiana que estudiaba literatura y quería centrar su tesis en la obra pasoliniana. Enrique Irazoqui, nacido en Barcelona el 5 de julio de 1944, se convirtió en el Cristo más proletario. Pero el actor no encontró hueco en el cine y acabó siendo profesor de literatura y ajedrecista.

EL MÁS CARNAL

Martin Scorsese, experto retratista de la corrupción contemporánea, deslumbró por su heterodoxa visión de Cristo, basada en el material literario del griego Nikos Kazantzakis.

En “La última tentación de Cristo”, un Cristo con más aristas humanas y filosóficas se hacía vulnerable al atractivo carnal de María Magdalena y se materializaba en el rostro anguloso y poco angelical de Willem Dafoe.

El actor, con predilección por roles bastante impíos, pasó todo un verdadero calvario durante el rodaje: Scorsese le prohibió fumar para evitar imágenes de un Cristo adicto a los cigarrillos.

Para más “inri”, el propio Dafoe optó por métodos interpretativos poco recomendables: abusó tanto de las gotas para dilatar sus pupilas y conseguir una mirada ultraterrena aun con la luz de los focos, que perdió la vista. Al tercer día, como en las escrituras, la recuperó.

EL MÁS GORE

Un Mel Gibson en la cúspide de su carrera decidió mirar al cielo y crear “The Passion of the Christ” (“La pasión de Cristo”), una película con ambiciones casi integristas: rodada en arameo y latín, y con un retrato impúdico del castigo físico que sufrió Jesucristo hasta llegar a la cima del Gólgota.

Bombazo de taquilla, crucificó, en cambio, la carrera de Jim Caviezel, al que le sigue costando “resucitar” después de un filme de tanto impacto.

También de convicciones católicas, ofreció una interpretación descarnada y muy aplaudida, pero la promoción se convirtió en una telepredicación conjunta: la suya y la de Gibson, quien aseguraba que no era casual que las iniciales de su intérprete fueran J.C. y tuviera en el momento del rodaje 33 años.

Caviezel, por su parte, aseguró -medio en serio, medio en broma- que, para prepararse para su personaje, había intentado caminar sobre el agua de su piscina.

EL MÁS RADICAL

Precisamente, una de las frases que espetaba Klaus Kinski desde el escenario en “Jesus Christus Erlöser” era “no soy vuestra superestrella”.

El siempre controvertido actor decidió dar en el teatro su propia versión del Mesías, a quien consideraba “un hombre que prefería morir antes que continuar viviendo arrodillado”.

El resultado fue un montaje sencillo pero explosivo: un monólogo que se sobraba y se bastaba con el carisma indomable y desquiciado del actor alemán, que se presentó en Berlín el 20 de noviembre de 1971 y cuya polémica dio pie a un documental estrenado en 2008.

Ante los abucheos del público, Kinski montó en cólera e insultó a los disidentes para mayor disfrute de sus admiradores. Decidió, entonces, que cada vez que fuera interrumpido retomaría su monólogo desde el principio.

Vitoreado y vilipendiado a partes iguales, acabó la representación a altas horas de la madrugada y con necesidad de intervención policial. Al serle reprochado su comportamiento incoherente con las enseñanzas de Jesucristo, contestó: “Él hubiera sacado el látigo y os habría azotado”.

UN CRISTO “TEEN”

En tiempos de competición con la televisión, la Biblia volvió para defender la épica de la gran pantalla. Cristo hizo un “papel secundario” en la ganadora de once óscares “Ben Hur” (1959), y tuvo los rasgos de Max von Sydow en “The Greatest Story Ever Told” (1965). Pero la película más relevante entre ellas fue “King of Kings” (1961), de Nicholas Ray.

La elección del protagonista, en cambio, suscitó no pocos comentarios jocosos: Jeffrey Hunter tenía una cara tan angelical que parecía casi adolescente, y la prensa de la época puso el sobrenombre de “Yo era un Cristo teen” a la ambiciosa superproducción.

Hunter, en realidad, tenía 35 años, mucha más edad que otros intérpretes que habían encarnado a Jesucristo anteriormente, y el éxito de la película demuestra que sí supo transmitir la hondura de una figura tan histórica y espiritualmente relevante.

EL CRISTO DE LAS BUENAS COSTUMBRES

Con el mismo título que la película de Ray, el hombre que pronunciara aquello de “dadme dos páginas cualesquiera de la Biblia y haré una película”, Cecil B. De Mille, no hizo excepción con Jesús, cuya interpretación corrió a cargo de H.B. Warner en 1927.

Como Scorsese, también prohibió a todo el reparto practicar actividades “antibíblicas”: fumar, juegos de azar, natación, juegos de balón, salidas nocturnas o conducir descapotables.

Los planes fallaron cuando una mujer con la que Warner había mantenido relaciones amenazó con dinamitar el aura pura del filme. De Mille solucionó el conflicto a la manera del viejo Hollywood: pagó a la susodicha un silencioso exilio fuera de Estados Unidos.

EL MÁS CÓMICO

Aunque la comedia religiosa más célebre de todos los tiempos es “Life of Brian” (“La vida de Brian”), de los Monty Python, es más recordada la aparición del Cristo de Mel Brooks en “History of the World: Part I” (1981), interpretado por John Hurt.

En una hilarante secuencia en la que se superponían los tiempos históricos, Leonardo Da Vinci intentaba pintar “en directo” la última cena y John Hurt pudo cumplir su deseo de desempeñar un rol cómico, aunque fuera, como atípico Jesucristo. Luis Buñuel también retrató en clave cómica a Jesucristo en “La vía láctea”, donde dejó en claro por qué afirmaba aquello de “Soy ateo gracias a Dios”.

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Ted Neeley pasó de los Who a “Jesucristo Superstar”, la película que convirtió al hijo de Dios en hippie.

El más rockero

“La historia más grande jamás contada” no podía dejar de tener su versión en Broadway. Pero la apuesta fue arriesgada: convertir a Cristo en una estrella pop y virar el look nazareno hacia lo hippie.

Para que la palabra de Dios se convirtiera en “la canción de Dios”, Andrew Lloyd Weaver compuso una ópera rock extremadamente popular que, en el cine, fue rodada por Norman Jewinson en 1973. Era “Jesus Christ Superstar”.

Para el papel de Cristo, el elegido fue el rockero Ted Neeley, que venía del polémico musical de los Who “Tommy”. Su voluntad de conseguir el papel le hizo aparecer en el hotel de Jewinson, en Los Ángeles, vestido de nazareno.

Su interpretación, sobre todo la vocal en temas como “Gethsemane”, fue tan convincente que cargó con la cruz -por otro lado muy rentable- de ese personaje para el resto de sus días en innumerables montajes teatrales. Además, conoció a su mujer en el rodaje: era una de las bailarinas del número de Simón el cananeo.

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Jim Caviezel fue el Jesús más ensangrentado en la polémica adaptación de Mel Gibson “La pasión de Cristo”.

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Willem Dafoe en “La última tentación de Cristo”.

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Klaus Kinski creó controversia con su representación teatral “Jesus Christus Erlöser” y dio pie a un documental en 2008.