Correr desde atrás

Contra los desafíos agroalimentarios del mediano plazo, la biotecnología ofrece soluciones inmediatas. Pero como en otros ámbitos, la carencia de una política rectora impide avanzar en ninguna dirección.

Federico Aguer

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El campo avanza a tal velocidad que estamos viviendo realidades impensadas años atrás. Por ejemplo, un rinde promedio de 14 mil kilos por hectárea de maíz era, hasta hace poco, una utopía. Con el desembarco del nuevo híbrido de Monsanto, esta será una realidad en los campos argentinos, probablemente el año próximo.

Esta fue una de las tantas conclusiones de la apertura a la prensa realizada la semana pasada en Río cuarto, Córdoba.

De manera inédita, la semillera norteamericana abrió sus puertas a la prensa y a nutridos grupos de productores para exhibir sus nuevos materiales en soja y maíz. Bajo estrictas normas de protocolos sanitarios controlados por la CONABIA (Comisión Nacional de Biotecnología), la empresa permitió que observáramos a campo estos materiales que todavía no han salido al mercado.

El nuevo híbrido de maíz cuenta con tres genes apilados. Combina una doble protección contra insectos lepidópteros sobre el suelo, y la protección bajo la superficie contra larvas de coleóptero, además de incluir la tecnología RR2, la segunda generación de tolerancia a glifosato. Desde la empresa confían que en la próxima campaña se comenzará a comercializar en nuestro país, y ya están produciendo semillas para el mercado argentino.

De manera similar, la nueva soja desarrollada para el Mercosur, ya es parte de ensayos regulados en el país, y apunta a mejorar la productividad por hectárea entre un 10 a 15 por ciento. De manera similar, todas las empresas que desarrollan biotecnología siguen trabajando en mejorar el rinde y dotar a las semillas de resistencia a las plagas, a favor de una mayor productividad con la misma superficie cultivable a nivel mundial.

Esta nueva variedad de soja será aprobada en Brasil y Paraguay en la próxima campaña. En Argentina tendremos que esperar al menos cuatro años, a partir de que se formalice un sistema de reconocimiento a la investigación, un debate siempre postergado.

Si vamos a correr a nuestros vecinos desde atrás teniendo todo para ganar, al menos consensuemos semejante acción y hagámonos cargo de las consecuencias, en nombre de los intereses que lo justifiquen.