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Vista de la instalación “Death of a Collector” (Muerte de un coleccionista) de Michael Elmgreen, que estuvo colocada en la entrada del pabellón nórdico de la Bienal de Arte de Venecia 2009.

El arte más provocador

Los artistas contemporáneos abordan en sus obras temas como la muerte, el sexo y las creencias religiosas, cuestiones que causan reacciones en ciertos sectores de la sociedad, al igual que el uso de nuevos lenguajes visuales o performance.

TEXTOS. BELÉN PALANCO. FOTOS. EFE REPORTAJES.

En ocasiones, las referencias a las tres religiones monoteístas, al sexo y a la muerte por parte de los temas que artistas contemporáneos visuales abordan en sus obras y han provocado controversias a nivel político, social y religioso de las que se han hecho eco los medios de comunicación.

A su vez, la puesta a la venta por el mercado del arte de “performances” en la que no aparece el artista o de objetos perecederos, generan comentarios de expertos y profanos del circuito artístico.

EL MONOTEÍSMO EN EL ARTE

En la recientemente clausurada feria internacional de arte contemporáneo ARCO, la obra “Stairway to Heaven”, una escultura del artista madrileño Eugenio Merino, generó una reacción oficial de rechazo por parte de la Embajada de Israel en España.

La escultura, que representa a un musulmán orando arrodillado, con un sacerdote católico encima de él, también de rodillas, y sobre éste, de pie, un rabino, se vendió ese mismo día por 50.000 euros, mientras decenas de visitantes se agolpaban en el stand para tomar fotos de la obra.

Según un responsable de la galería, la pieza “habla de una unión entre las tres religiones monoteístas” sobre la paz y como una muestra de interculturalidad. Y afirmó que no cree que sea provocadora y que ninguna de las otras piezas de Merino pretendan serlo.

La misma galería ha vendido, entre otras obras del mismo autor, “This is not a Philip Starck” por 6.600 euros, escultura reproducida en edición de tres copias que recrea una menorá o candelabro ritual judío de siete brazos cuya base es una metralleta israelí Uzi.

Asimismo, ese espacio también trajo del artista belga Jean-Luc Moerman dos piezas de la serie “Spiritual Tools” valoradas en 9.500 euros en las que está el rostro de un Jesucristo esculpido en la parte superior de los bates de béisbol.

Y también la galería catalana trajo la escultura “Christ”, valorada en 25.000 euros, en la que el mismo autor recrea el busto de Jesucristo tatuado.

Por su parte, la galería ginebrina Guy Bärtschi llevó al parque ferial Juan Carlos I, donde se celebró ARCO 2010 del 17 al 21 de febrero, la obra “Memento mori” del español Javier Pérez.

El artista recrea la condición humana a través de un rosario cristiano interpretado como una escultura de bronce que consta de 59 calaveras de tamaño humano a modo de cuentas, una cadena y dos grilletes.

“Memento Mori”, que estuvo expuesta hace unos meses en el claustro de la Catedral de Burgos, valía 180.000 euros en edición de tres copias, según confirmó la galería.

FOTOS CENSURADAS

El artista jienense Fernando Bayona recreó el Vía Crucis con un Jesucristo caracterizado como un gay e hijo de una prostituta en su exposición “Circus Christi” que fue clausurada a los cuatro días de su inauguración por la Universidad de Granada (UGR).

“Ante la polémica suscitada por la exposición ‘Circus Christi’ y, dado que no es posible garantizar la seguridad de la misma, el autor de la muestra, Fernando Bayona, y el vicerrector de Extensión Universitaria de la UGR, Miguel Gómez Oliver, han acordado clausurar la citada exposición”, informó en una nota ese centro.

Estaba previsto que la muestra, que reunía catorce instantáneas a color, permaneciera abierta al público entre el 11 de febrero y el 5 de marzo en la Corrala de Santiago, una residencia universitaria.

Para realizar la serie, el fotógrafo se basó en el antiguo testamento y realizó una interpretación perdonal. Algunas de las instantáneas mostraban a prostitutas en Jaén y Granada, una de las cuales era la Virgen María, que va a conocer a José, un vendedor de drogas venido a menos. Y también mostraban a un Jesús que da a conocer su palabra con un grupo de rock y que se inicia en el sexo con María Magdalena y luego se hace gay.

PERFOMANCES SIN ARTISTA

“Performance” se traduce como “actuación, representación”, por lo que el espectador espera que acuda el artista. Pero no siempre es así. Hay “performances” en las que actúan unas máquinas o simplemente se colocan unos objetos en un espacio de la galería o del museo ante la atenta mirada de los espectadores.

Esto mismo fue lo que acaeció en la “performance” del artista español Santiago Sierra cuando unos operarios colocaron dos letras de más de dos metros de altura con la leyenda “NO” ante decenas de profesionales y VIPs que acudieron al día de apertura de ARCO 2010. Las dos letras, realizadas en metal pintado de negro, estuvieron en el stand de la galería madrileña Helga de Alvear hasta la clausura de la feria, el pasado 21 de febrero.

En la entrada del pabellón nórdico de la Bienal de Venecia 2009 se colocó la instalación “Death of a collector” (Muerte de un coleccionista) (2009), del danés Michael Elmgreen y el noruego Ingar Dragset, que representa a un hombre blanco que flota muerto en una piscina.

La obra estuvo expuesta a la mirada de los cientos de miles de visitantes que se acercaron a la bienal que, bajo el título “Making Worlds”, tuvo lugar del 7 de junio al 22 de noviembre de 2009 en la ciudad italiana de los canales.

Y en ARCO 2010 los artistas ingleses Craig Little y Blake Whitehead que trabajan en tándem como “Littlewhitehead” representados por la galería Gimpel Fils fueron protagonistas con una escultura figurativa de un hombre blanco disfrazado de oso pardo que se da cabezazos contra una pared del stand ferial.

La pieza llamó tanto la atención que la galería londinense tuvo que tomar medidas: pegó cinta aislante en la moqueta y alrededor de la pieza para intentar que los espectadores guardasen una distancia con la obra mientras la observaban y varios carteles indicando: “¡No tocar!”.

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“Stairway to Heaven”, escultura del madrileño Eugenio Merino.