Cómo asegurar  una buena nutrición

La educación de las nuevas generaciones en la calidad alimentaria es el camino para tener una vida más saludable como sociedad.

Cómo asegurar una buena nutrición

La seguridad y soberanía alimentaria son conceptos fundamentales para una buena calidad de vida en el mundo actual. Para la licenciada en Nutrición Miryam Gorban, “consumir alimentos seguros y contar con el poder adquisitivo para obtenerlos es fundamental para garantizar el bienestar de los pueblos”.

TEXTOS. IVANA ZILLI. FOTOS. NÉSTOR GALLEGOS Y EL LITORAL

La posibilidad de acceder a alimentos seguros e inocuos debería ser un derecho universal; sin embargo, muchas veces, esta alternativa no está al alcance de todos. Una realidad que afecta tanto a los habitantes de pocos recursos como a los que gozan de un mayor poder adquisitivo.

Desde hace un tiempo, conceptos tan importantes como la seguridad y la soberanía alimentaria comenzaron a debatirse en el ámbito mundial. La primera está vinculada al consumo de alimentos seguros, de calidad e inocuos; mientras que el segundo de los planteos invoca la potestad de los países de desarrollar sus propias líneas de producción, escala, modalidades y diversidad de cultivos, sobre la base fundamental de las necesidades de sus pueblos.

De estos debates ha surgido la idea de que no sólo “es suficiente contar con alimentos seguros, sino que también se debe tener el poder adquisitivo suficiente para adquirirlos y precios acordes para que la gente tenga la posibilidad de llevarlos a la mesa familiar”, precisó la licenciada en Nutrición, Miryam Gorban, miembro de la comisión directiva de la Federación Argentina de Graduados en Nutrición (Fagran); directora de la Confederación Latinoamericana y del Caribe de Asociaciones de Profesionales Universitarios (Clapu) y vicepresidenta de Médicos del Mundo, Argentina.

Así es como se intenta romper con “el criterio de que toda globalización implica desarrollar a niveles increíbles la política de los agronegocios”. Es que “se pretende que todos puedan acceder a una alimentación completa con pautas saludables, integrada por distintos tipos de carne, verduras, frutas, cereales, entre otros elementos”.

A pesar de esto, la licenciada Gorban considera que el problema de la mala alimentación afecta tanto a los sectores más carecientes que no llegan, por ejemplo, a consumir la media anual de carne por día; como a las clases con mayor poder adquisitivo que cada vez consumen más comida chatarra.

El hecho de que los alimentos “se trasladen de un continente a otro; o de una punta del planeta a otra -en contraestación- provoca una modificación en el costo -debido que se tiene que incluir el traslado y el combustible, entre otros elementos- de los productos”. Por eso, sería una buena idea que en vez de trasladar los productos desde otras regiones, a “la ciudad de Santa Fe se la rodee de quintas, huertas y gallineros como existieron en una época. Así, podríamos abastecernos diariamente y no necesitaríamos traer mercadería de Salta y de Mendoza, por ejemplo”. Y si en la ciudad, “los frigoríficos locales hicieran la faena de los animales que se necesitan para el consumo local, se bajaría el costo de la carne. Estos son algunos de los planteos que se hacen bajo el concepto de soberanía” y que podrían implementarse en nuestra región.

Un modelo impuesto

Con la finalidad de profundizar un poco más en el concepto de soberanía alimentaria, la licenciada en Nutrición remarcó que en este marco se plantea también la necesidad de que el alimento no sea utilizado como mercancía, sino como necesidad vital para que el ser humano pueda prolongar su vida.

Lamentablemente, el modelo de producción y comercialización vigente en la actualidad, “nos impone -por medio de la publicidad- una modificación en los hábitos de consumo y en los modelos culturales. Entonces, cada vez comemos más productos industrializados en detrimento de los alimentos frescos. Y cuando existe un mayor poder adquisitivo se compra comida con mejoradores, saborizadores y aditivos colorantes, con lo cual la conducta alimentaria que se adquiere es mala”. Es por eso que hoy “hay más de 1.000 millones de hambrientos y más de 1.000 millones de personas con sobrepeso y obesidad. Los países desarrollados acumulan gente obesa; mientras que los subdesarrollados registran la otra realidad: gente con hambre-”.

Tanto una como otra situación ameritan a que “se organicen pautas de alimentación saludable que estén orientadas al mayor consumo de verduras y frutas; y a generar un equilibrio en el consumo de grasas y de sales”.

Tradicionalmente, Argentina ha sido un país productor de alimentos; pero, en la mayoría de los casos, “esto no estuvo destinada al mercado interno sino a los agronegocios y a la exportación”. Es por eso que en la actualidad , “estamos llorando por el problema de la carne debido a que el plantel de vacunos se ha reducido extraordinariamente y no tenemos una carne sustituta -como el pescado, por ejemplo, que es caro y no está al alcance de la gente-; además, las verduras y frutas están cada vez más caras”, explicó la experta.

Cambiar la mirada

Desde los orígenes, nuestro país fue productor de alimentos para “los otros pueblos, para el exterior -insistió-. Lo primero que exportamos fueron los cueros y esto se dio porque teníamos millones de vacas que en estos pastos tan ricos trajeron los españoles. Entonces, esto significaba carnear el animal, exportar el cuero, utilizarlo como bien rentable, y dejar abandonada la carne de la que se apropió el poblador natural de nuestras pampas”.

Frente a este escenario, “uno espera que en la medida que disminuya la explotación comercial en base a una política que está dedicada a la exportación y se tenga una mirada orientada más hacia el interior de cada pueblo, poniendo en valor la producción de los pequeños y medianos productores -son los que ponen sobre la mesa el 60% de lo que se consume-, se puedan revertir los daños que se están produciendo en el planeta y que están vinculados con lo que se denomina “Cambio Climático” -alteraciones de fondo que se están produciendo por obra de la mano del hombre- y calentamiento global. Lamentablemente, en la actualidad, “estamos liquidando bosques y pasturas para reemplazarla por modos de producción que están basados en una tecnología que apela a los agroquímicos, herbicidas y a la sobreexplotación del suelo”, concluyó Gorban.

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“A Santa Fe se la podría rodear de quintas, huertas y gallineros para que pueda abastecerse diariamente sin tener que traer mercadería de otras provincias”, sugirió la licenciada Miryam Gorban.

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La licenciada Gorban estuvo en Santa Fe para dar una charla sobre Seguridad y Soberanía Alimentaria, a los integrantes del Pro-Huerta Inta, Agencia de Extensión Rural Santa Fe.

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+datos La clave

Una política alimentaria depende de cómo se producen, procesan y comercializan los alimentos; y del acceso a la tierra, al agua, a los recursos y a la producción sostenible.