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La catedral de San Basilio.

El corazón de Rusia

La mítica Plaza Roja moscovita no es roja, sino hermosa, que es lo que significa también la palabra “krásnaya”. Rojo es el Kremlin, cuyas murallas limitan al Oeste de esta plaza. Lo que empezó siendo un humilde barrio de la ciudad en el siglo XV es ahora el corazón político, histórico y cultural de Rusia.

TEXTOS. SERGIO IMBERT. FOTOS. EFE REPORTAJES.

Una vez en la plaza, uno sólo tiene que levantar la vista para ver las cúpulas con forma de cebolla de la Catedral de San Basilio, la torre Spásskaya (del Salvador), que marca el inicio del nuevo año cada 1º de enero y el mausoleo de Lenin, donde yace embalsamada e incorruptible la momia del fundador de la URSS.

Es difícil encontrar un lugar en el mundo con la extensión de un campo de fútbol que agrupe joyas tan dispares de la arquitectura, que mezclan religión, historia y poder. No nos olvidemos de los almacenes GUM y del Museo Histórico de ladrillo rojo, que cierran el perímetro de la plaza.

Las crónicas fechan la aparición de la plaza en 1493, cuando el gran príncipe Iván III ordena desalojar las pequeñas edificaciones de madera que rodean el Kremlin y son origen de frecuentes incendios, y decide acomodar el lugar para los mercaderes. Así recibe la plaza su primer nombre, Torgóvaya (Comercial), que en el siglo XVI cambia por Tróitskaya (de la Trinidad), en honor a la iglesia situada en la parte sur, en el XVII por Pozhar (Incendio) y solo posteriormente adquiere el actual, Krásnaya.

TESTIGO DE LA HISTORIA

La plaza central de Rusia, con una superficie de 73.000 metros cuadrados fue, a lo largo de los siglos, escenario de grandes acontecimientos de la historia del país y símbolo de la gloria militar rusa. En 1612 recibió con campanadas a las milicias de Kuzmá Minin y Dmitri Pozharski, que echaron del Kremlin a los invasores polacos, poniendo fin al llamado Período Tumultuoso, las luchas por el poder tras la muerte del zar Iván el Terrible que terminan con la instauración de la dinastía de los Románov.

Dos siglos más tarde, la plaza rinde homenaje a las tropas del mariscal Mijaíl Kutúzov, que expulsaron de Moscú a las huestes de Napoleón Bonaparte, mientras en 1945 acoge el Desfile de la Victoria, durante el cual soldados soviéticos arrojan ante la muralla del Kremlin las banderas de los derrotados ejércitos nazis.

La historia rusa se abre al visitante de la Plaza Roja con la Catedral del Manto de la Virgen, el principal templo del Kremlin más conocido como San Basilio, erigido a mediados del siglo XVI por orden del primer zar ruso, Iván el Terrible, en homenaje a la toma del Canato de Kazán, que formaba parte de la Hueste Dorada tártaro-mongola. Fue construido entre 1555 y 1561 por los arquitectos rusos Barma y Póstnik (algunos historiadores creen que eran una sola persona), a los que Iván el Terrible, según la “leyenda negra”, ordena cegar para evitar que puedan repetir esa joya arquitectónica o edificar un templo aún más hermoso. Recibió su segundo nombre, San Basilio, de la última de sus iglesias erigida sobre la tumba de un famoso mendigo vidente muy apreciado por el zar Vasili Blazhénniy, o Vasili (Basilio) el Beato-, un personaje de los que abundan en la literatura y el cine ruso, desde Dostoyevski hasta Tarkovski.

Junto a la catedral se encuentra Lóbnoye Mesto, Lugar Frontal, una tribuna redonda de piedra desde la cual, a lo largo de los siglos, los zares se dirigían al pueblo, los patriarcas ortodoxos lo bendecían durante las procesiones de la cruz, y se anunciaban al país los ukases de los monarcas.

Comúnmente se cree que justo en ese lugar, erigido en 1530 y que simbolizaba el Gólgota, donde fue crucificado Jesucristo, eran decapitados y descuartizados los criminales más sangrientos y los cabecillas de las revueltas populares, como el líder campesino Stepán Rázin (1671), aunque en realidad las ejecuciones se consumaban en un cadalso especial erigido a su lado para la ocasión.

La edificación más antigua de la plaza es la torre Spásskaya, una de las imágenes más conocidas de Moscú por sus cuatro relojes y las estrellas de rubí, que fue construida en 1491 por el arquitecto milanés Pietro Antonio Solari. Sus famosas puertas que dan a la Plaza Roja servían para las procesiones de los zares, patriarcas y boyardos, y daban paso a los embajadores extranjeros. Por ellas se prohibía entrar a caballo y con la cabeza cubierta, y hasta el zar debía quitarse el gorro.

el mausoleo de lenin

Entre esa torre y la segunda que da a la Plaza Roja, la Nikólskaya, dedicada a San Nicolás, bajo los famosos “dientes” de la muralla del Kremlin, que se bifurcan en forma de cola de golondrina, yace -rodeada de abetos- la pirámide del mausoleo de Lenin, edificado tras la muerte del líder bolchevique en 1924 primero de madera y luego, en 1929-1930, de hormigón armado y ladrillo cubiertos con chapa de mármol, labradorita y pórfiro. A sus lados, dos escaleras de mármol dan acceso a la tribuna del mausoleo, desde la que los jerarcas soviéticos presidían las multitudinarias manifestaciones populares y los famosos desfiles militares, símbolo del poderío de la URSS y ahora de Rusia.

Las primeras paradas militares se celebran tras la revolución bolchevique de 1917, y en la misma época las autoridades empiezan a convertir el corazón del país en un cementerio, sepultando en y bajo la muralla del Kremlin primero a los “mártires de la revolución” y de la guerra civil y luego a dirigentes soviéticos, jefes militares y otros personajes ilustres, como el primer cosmonauta de la Tierra, Yuri Gagárin.

Tras la muerte de Stalin en 1953, sus restos compartieron el mausoleo con Lenin hasta que su sucesor, Nikita Jruschov, denunciara el culto a su personalidad y ordenara retirarlas del panteón dejando en solitario a la momia del fundador de la URSS en su sarcófago de cristal a prueba de bala.

El primer presidente de la Rusia pos-soviética, Borís Yeltsin, hizo un tímido intento de retirar ese camposanto de la principal plaza del país, que chocó con la férrea resistencia de los comunistas y nostálgicos de la URSS, mientras su sucesor, Vladímir Putin, aparcó el asunto indefinidamente con el pretexto de no dividir a la sociedad.

EL MUSEO Y LA IGLESIA

Más allá de los almacenes GUM, cierra el perímetro de la Plaza Roja el Museo Histórico, erigido entre 1875-1881 en el mismo estilo ostentoso de los tiempos de los boyardos del Kremlin. Los arquitectos revistieron su tejado con una chapa de zinc que incluso en verano parece cubierta de nieve, y sus altas torres las coronan desde tiempos de Yeltsin las doradas águilas bicéfalas del escudo ruso. A su lado, se encarama la pequeña iglesia de la Vírgen de Kazán, reconstruida entre 1989-1993 junto a una majestuosa puerta por la que se accede a la Plaza Roja y que del otro lado, que da al Maniezh, la Plaza del Picadero, alberga el simbólico “kilómetro cero” de Moscú y Rusia.

Los últimos años han añadido nuevos colores a la Plaza Roja, cuyo adoquinado, además de paradas militares con misiles y tanques, acoge festivales y conciertos en verano. En invierno se transforma en una pista de patinaje con árbol de Navidad.

El centro comercial más grande de Europa

Frente al mausoleo de Lenin, ostentan su fachada neoclásica los grandes almacenes GUM, inicialmente un enorme mercado cubierto de piedra blanca, erigido en 1815 y reconstruido a finales de siglo bajo techo de cristal como el centro comercial más grande de Europa, con más de mil tiendas que las autoridades bolcheviques no dudaron en expropiar, alojando en el edificio diversos ministerios y revistas. Solo tras la muerte de Stalin el GUM reabre como centro comercial, famoso en tiempos soviéticos por su “sección 200”.

Era un departamento secreto en el que las familias de los jerarcas soviéticos accedían a los bienes del “capitalismo pudriente” y “adquirían a precios módicos artículos occidentales de cuya existencia el consumidor soviético sencillo ni siquiera sospechaba”, como escribía el historiador Mijaíl Voslenski en su estudio sobre la nomenklatura comunista.

El rumor popular cuenta que en la década de 1970 las autoridades decidieron derribar el GUM, que fue salvado por la esposa del líder soviético Leonid Brezhnev, Victoria, fiel cliente de la sección 200, quien se quejó ante su marido y lo convenció para que llamara al orden al Politburó comunista.

Tras la caída del comunismo en 1991 el GUM se convierte en un centro comercial de mucha pompa al estilo del Harrods londinense o el español Corte Inglés trasladado a un palacete de estilo seudorruso, que combina los boutiques de las marcas más famosas del planeta con cafeterías de lujo y restaurantes de comida rápida.

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La torre Nikolskaya (de San Nikolas) del Kremlin, el mausoleo de Lenin y el Museo Histórico.

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Vista del mausoleo de Lenin, el Museo Histórico y los grandes almacenes GUM. (De izq. a der.).