Al margen de la crónica

Una piedra imprescindible

Bob Dylan grabó el 16 de junio de 1965 “Like a rolling stone”, una canción destinada a sellar el giro de su carrera artística y a convertirse en una obra fundamental de la música moderna. El escritor Greil Marcus cuenta cómo sucedió todo aquello en un libro que acaba de editarse.

“Like a rolling stone. Bob Dylan en la encrucijada” (Global Rhythm) comienza en el estudio A de Columbia Records en Nueva York, donde Dylan y sus músicos tratan de hincarle el diente a un tema de ritmo incierto -“Es un vals”, dice el productor, Tom Wilson; “No es un vals”, replica el cantante- y de letra interminable.

Un día más tarde la canción está terminada. Son seis minutos y seis segundos -un disparate para la época, demasiado larga para las radios- que comienzan con “un golpe de tambor como un disparo de pistola”, escribe Marcus.

El autor del libro interpreta aquel disparo como la señal de salida de una carrera hacia la cumbre en la que los Beatles habían cobrado ventaja sobre sus competidores.

Poco antes, Dylan había llegado a un callejón sin salida en el que dejó tirada su guitarra acústica y renunció a su misión de profeta del folk que le habían asignado sus primeros álbumes.

Los puristas no se lo perdonaron y el sonido eléctrico de Dylan provocaba abucheos en los conciertos. Marcus sostiene en su libro que las protestas que se registraron en 1966 durante los conciertos que el músico norteamericano ofreció en el Reino Unido “estaban organizadas”.

“En el Reino Unido, el Partido Comunista controlaba una red de clubes de folk estalinistas donde había un estricto control sobre qué canciones se podían cantar, quién las cantaba y de qué manera”, señala el escritor.

Marcus añade que “además de los fans de Bob Dylan decepcionados, confusos o airados con su nueva música, se reclutaba a gente en los clubs de folk para ir a sus conciertos y boicotearlos; es decir, se les pagaba por marcharse”.

Aquella campaña culminó en uno de los incidentes más célebres de la historia del rock, ocurrido el 17 de mayo de 1966 en el Free Trade Hall de Manchester, cuando Dylan y su banda, The Hawks, se disponían a interpretar la última canción del concierto, precisamente, “Like a rolling stone”.

“¡Judas!”, gritó un joven de la audiencia a Dylan. “‘No te creo’, dijo entonces Dylan con un tono de desprecio que hubiera podido extraer agua de la tierra. Luego se inflamó: “¡Eres un mentiroso!’ ”, según la reconstrucción de la escena ofrecida por Marcus.

El resultado de aquel incidente “fue seguramente el mejor rocanrol que se haya tocado nunca” -según Marcus-, una interpretación de la mítica canción realizada bajo la estricta orden dada por Dylan a sus músicos: “¡A tocar bien fuerte, mierda!”.

Han pasado 44 años desde aquel día y “Like a rolling stone” se mantiene como una referencia musical, con su texto ácido y ambiguo, su sonido contundente y la voz de un cantante que cuenta directamente a cada oyente la historia de alguien que vive “como un canto que rueda”.