Un resultado preliminar indicaría que el 15 % de los chicos padece este trastorno

Estudian cuántos casos de

dislexia existen en Santa Fe

Un equipo de profesionales de la UNL y la asociación Aprendamos están realizando una investigación en las escuelas sobre la dislexia, una de las dificultades de aprendizaje más frecuentes. Se realizan tests diagnósticos a los chicos. El proyecto incluye capacitación a docentes.

 

Prensa UNL

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En cada aula santafesina hay, en promedio, cuatro chicos que presentan dislexia. Así lo indican los resultados preliminares de un estudio epidemiológico que llevan adelante la Universidad Nacional del Litoral (UNL) y la asociación Aprendamos, que convoca a padres de niños disléxicos y a distintos profesionales. La tendencia observada en el relevamiento sugiere una prevalencia que ronda el 15 por ciento y coincide con valores de referencia, como los obtenidos en Uruguay.

“El objetivo es tener datos precisos y poder afirmar que el chico que presenta el trastorno no tiene por qué tener un fracaso escolar, tiene las capacidades para poder avanzar”, expresó el médico psiquiatra Juan Carignano, director del proyecto de extensión de la UNL.

Las dificultades en la lectoescritura ocasionadas por la dislexia lo vuelven el trastorno de aprendizaje más frecuente. Por ello, además de cuantificar el problema, la iniciativa universitaria incluye instancias de capacitación para los docentes santafesinos.

“Son chicos que tienen condiciones de aprendizaje, y la propuesta pasa por otorgarles herramientas a los docentes para que puedan detectar el trastorno de manera temprana y modificar la oferta educativa”, detalló la terapista ocupacional Carla Boggio, codirectora del proyecto, del que también participa la profesora de Letras, Cintia Carrió.

“Es un problema de origen neuropsicológico, pero con intervenciones adecuadas y a su tiempo puede ir compensándose y mejorando. Si bien es crónico y el disléxico nunca va a ser el lector que su inteligencia le permitiría, puede encontrar herramientas para dejar fluir su potencial”, reflexionó la psicopedagoga Marcela Mendicino, representante de Aprendamos, quien señaló que “de cada 5 chicos con problemas de aprendizaje, 4 padecen dislexia. Qué no se sepa poner nombre, no quiere decir que el problema no exista”, dijo la profesional.

Datos propios

Para realizar el estudio, los expertos diseñaron una muestra representativa de la comunidad escolar de la ciudad de Santa Fe. Así, se propusieron aplicar test diagnósticos y pruebas pedagógicas estandarizadas a un total de 1.200 chicos de los terceros grados de 12 escuelas.

“Los alumnos completan, con el consentimiento informado de la familia, una serie de pruebas de tipo cascada, que permite continuar de acuerdo al rendimiento. De esta manera se obtiene la confirmación o no del cuadro”, detalló Boggio.

A la hora de seleccionar las escuelas, también se tuvo en cuenta el coeficiente socioeconómico de cada institución. “La dislexia es un trastorno neuropsicológico y por eso quisimos tomar todos los estratos socioeconómicos, para reforzar el carácter clínico del problema. Epidemiológicamente no debería haber diferencias”, aclaró.

El estudio comenzó el año pasado y continuará durante todo 2010.

Capacitación docente

Además de dimensionar el problema, el proyecto propone capacitar a los docentes para brindarles herramientas propicias y así poder realizar adecuaciones curriculares. “No se trata de adaptaciones tecnológicas ni complejas. Simplemente, con pequeños cambios el niño gana en rendimiento, autoestima y en la relación social con sus pares”, afirmó Mendicino.

Acciones sencillas como dar copia de una consigna en lugar de pedir que la escriba, ofrecer fotocopias con mayor interlineado y oralizar lo más posible en clase son algunas de las modificaciones propuestas.

“Es importante que el docente tenga bien en claro qué es lo que quiere evaluar y que tenga elementos para saber si el chico aprende. En vez de corregir el error y colocar la versión correcta, como una letra que falta, puede subrayar toda la palabra para que el chico relea y descubra qué falta y lo anime a mejorar”, ejemplificó Mendicino.

El proyecto prevé brindar capacitación en estos temas al personal de las instituciones seleccionadas, un total de 250 docentes.

El docente es quien detecta indicios

El docente en el aula es quien detecta indicios de que algo no anda bien con el aprendizaje de un chico. Comienza a registrar que sustituye u omite letras, que tiene dificultades en la alfabetización o un desfasaje entre la oralidad y la escritura.

“Cuando vemos que algún chico presenta problemas como -por ejemplo- que escribe palabras incompletas o altera el orden de las letras, lo que hacemos es hablar con los padres y pedir la consulta con un profesional, porque los docentes no estamos en condiciones de diagnosticar”, dijo a El Litoral, Liliana Moreyra, maestra de la escuela Sarmiento.

La psicopedagoga Marcela Mendicino asegura que el maestro es “el gran detector” de la dislexia y otros trastornos de aprendizaje, pero remarcó que el diagnóstico diferencial lo hace el psicopedagogo y demanda su tiempo, no menos de 7 u 8 sesiones.

“Una vez que tenemos el informe, la profesional nos va indicando las ejercitaciones para cada caso. Las consignas de trabajo van a ser graduadas, no en bloques, para no confundir al niño disléxico”, agregó Moreyra.

Otra docente de la misma escuela, Cristina Toribio -que da clases en 2º grado-, opinó que “lo mejor es hacer una detección lo más temprana posible para poder actuar a tiempo y corregir”. Agregó que “nosotros podemos encontrar algunos indicios entre los más chiquitos, tales como que no alcanzan a interpretar textos sencillos que para otros nenes es una tarea fácil o confunden palabras”.

“Lo importante -consideró- es que haya un profesional que nos confirme si es que estamos fallando en las técnicas que aplicamos como docentes con ese alumno, que a lo mejor tiene algún grado de inmadurez, o es que realmente se trata de un nene que va a necesitar la ayuda de un psicopedagogo”.

Por su parte, Andrea y Sandra, dos maestras de la escuela Beleno, dijeron haber tenido chicos con dislexia, que fueron fáciles de detectar por los problemas al escribir. “Una vez que está el diagnóstico hay que hacerlo practicar con ejercicios específicos y darle una ayuda muy individualizada, lo que complica un poco las cosas en un aula de 25 ó 30 chicos”, sostuvieron.

También señalaron que se necesita el apoyo de los padres. “Primero, que acepten que su hijo tiene un problema de dislexia, porque a veces se enojan con el nene o lo sancionan, y eso no ayuda en nada para solucionar el problema. Además tienen que entender que a pesar de esta dificultad su hijo puede seguir aprendiendo, si es tratado como corresponde”.

Estudian cuántos casos de dislexia existen en Santa Fe

La dislexia es un problema de origen neuropsicológico que hace que el chico tenga dificultades en la lectoescritura.

Foto: Archivo

Aprendamos.

Se trata de una asociación de padres de chicos con dislexia. Cuenta con el asesoramiento de profesionales a docentes y padres, un área de diagnóstico y un sector de clínica que atiende a chicos sin obras sociales. El tratamiento lo llevan adelante las residentes de Psicopedagogía de la Universidad Católica en conjunto con sus docentes. La asociación Aprendamos funciona en una oficina prestada por la Municipalidad de Santo Tomé, en Avellaneda 1926 de esa ciudad. Por consultas: llamar al Tel. 4744583 (Gabriela) o al 155-477683 (Marcela).

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