EDITORIAL

Nuevo escenario para la relación con Uruguay

Diplomáticos y funcionarios políticos de Uruguay y la Argentina parecieran estar de acuerdo en que a partir del fallo de la Corte Internacional de Justicia de La Haya sobre el tema de la pastera instalada en la margen izquierda del río Uruguay, llegó la hora de una actitud más dialoguista, reflexiva y apegada a la ley para resolver el conflicto de fondo.

El fallo conocido ayer ha despejado algunas cuestiones centrales, pero esto es apenas un punto de partida, porque en definitiva la responsabilidad para instalar relaciones políticas civilizadas y productivas entre ambos países corresponde a sus autoridades. Por lo tanto, los respectivos gobiernos deberán tomar medidas para terminar de resolver la enojosa situación actual e impedir que en el futuro se reproduzcan indeseadas tensiones.

El fallo de La Haya fue equitativo, porque reconoció que Uruguay violó el Estatuto del Río Uruguay pero, al mismo tiempo, dejó en claro que la pastera Botnia no contamina y, por lo tanto, puede seguir funcionando donde está. Discutir si el fallo favorece más a uno u otro país es innecesario y hasta peligroso. Lo que importa es que la sensatez recupere sus fueros y, fundamentalmente, que las leyes sean acatadas por todos.

Uruguay deberá asumir lo que hizo mal o dejó de hacer y dar las consiguientes respuestas, pero la Argentina deberá tomar las medidas necesarias para que el ilegal corte de rutas, promovido por un puñado de vecinos desde hace tres años, se levante. Es cierto que esta exigencia, derivada del fallo internacional y de nuestro propio orden normativo, no será sencilla de efectivizar, porque los piqueteros de Gualeguaychú no están dispuestos a escuchar razones ni acatar fallos que no coincidan en un todo con su posición. De allí los interrogantes sobre el cauce que tomará el conflicto.

Más allá de las críticas que se puedan hacer sobre los errores cometidos en el pasado por los gobiernos de Tabaré Vázquez y Néstor Kirchner, lo que queda claro es que hacia el futuro lo que importa es no reiterarlos. En Uruguay el cambio de gobierno abre nuevas expectativas ya que si bien Mujica es del mismo signo político que su predecesor, no se puede desconocer que en el actual contexto la voluntad negociadora de los dos actuales presidentes es más pronunciada.

Por lo pronto, ni Uruguay podrá reclamar una indemnización por los supuestos perjuicios turísticos, ni la Argentina puede sostener que el corte del puente que une a Puerto Unzué con Fray Bentos debe encuadrarse en los marcos de la libertad de expresarse y peticionar, derechos que, dicho sea de paso, se han ejercido sin solución de continuidad.

Lo aconsejable en estos casos es que los gobiernos desestimen actitudes demagógicas y se afirmen en la ley. Queda claro que, en adelante, la principal dificultad se le presenta al gobierno de los Kirchner, ya que deberán tomar las medidas conducentes al levantamiento del corte de rutas. No hay un solo camino para resolver esta diferencia, pero tampoco hay demasiado tiempo para concretarlo.