Fuerte recuperación del área sembrada

El avance blanco

La superficie sembrada con algodón en la provincia pegó un salto del 60% respecto de la campaña pasada. La mejora del precio y nuevas tecnologías contribuyeron a hacerlo más competitivo frente a la soja.

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Juan Manuel Fernández

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Enviado Especial a General Obligado

El algodón, uno de los cultivos regionales que supieron hacer historia en el norte provincial, se recupera en territorio santafesino gracias a la combinación de varios factores que le han hecho ganar fuerza frente a su principal competidora en los últimos 20 años: la soja.

La reducción de la brecha tecnológica con la oleaginosa, gracias al desarrollo de variedades de algodón transgénico, más el cambio de sistema de cultivo y cosecha, así como la aparición de maquinaria para abaratar la recolección, impulsó el área sembrada con el “oro blanco” un 60% respecto del ciclo anterior.

Aunque la campaña no está exenta de complicaciones, ya que el clima causó un retraso muy importante en la siembra que luego se trasladó a la cosecha, se esperan resultados muy positivos, no sólo por la redención del cultivo sino porque los buenos precios ayudarán a consolidar la actividad.

El renacimiento

La recuperación santafesina es parte del mismo fenómeno a nivel nacional. Si bien aún se está lejos de los topes históricos, de 1 millón de hectáreas a nivel nacional y 75.000 en la provincia, la superficie implantada pegó un salto importante en la actual cosecha respecto de la anterior: Argentina pasó de 292.000 a 470.000 y Santa Fe de 25.700 a 45.000.

“El productor se está animando a producir algodón, por un lado puede ser que se recomponen los precios y por otro tomar conciencia que estamos en una zona de transición que no brinda buenas condiciones para otros cultivos”, evaluó Marcelo Paytas, ingeniero agrónomo del INTA Reconquista.

Por su parte, el Secretario del Sistema Agropecuario de la provincia, Carlos Sartor, también atribuyó este crecimiento al “achicamiento de la brecha tecnológica”, que se da por la incorporación de biotecnológica, el estrechamiento de surcos de 1 metro a 52 centímetro y la cosecha “stripper”, un método más económico que el tradicional “spicker”. “Se están poniendo mano a mano algodón y soja para poder competir, con la ventaja para el algodón de responder mejor que la soja ante adversidades climáticas”, agregó el funcionario.

Otro factor que suma competitividad es la aceptación de la cosechadora de arrastre Javiyú, diseñada por el INTA Reconquista y fabricada por la empresa Dolbi de Avellaneda. La máquina lleva su 4º temporada en el mercado con 100 unidades colocadas en las provincias productoras (Santiago del Estero, Chaco, Santa Fe y Formosa). La venta “pegó un salto este último año del doble que años anteriores”, aseguró Mauro Bianchi, integrante de la firma, quien atribuyó el fenómeno al crecimiento del área y la insuficiencia de equipos disponibles para atender esa demanda. Además, con un valor cercano a los $140.000, a un productor “le conviene ir pagándola en dos campañas que salir a contratar servicio de cosecha”, agregó el empresario.

2 a 1 con la soja

De todos modos la variable más prometedora es el precio de la fibra, que repuntó fuertemente frente al promedio de los últimos años y mantiene esa tendencia. Contra los $1.200 por tonelada que eran habituales últimamente, ahora el valor ya se encuentra en $1.770 para la calidad base: C 1/2 con 33% de rinde. A partir de ahí se penaliza o se bonifica, con puntas promedio de $1.300 de piso y más de $1.900 de techo.

“Yo diría que el precio es interesante, más si lo comparamos con los últimos años”, aseguró Omar Gregoret, jefe del área de desarrollo agropecuario Unión Agrícola de Avellaneda (UAA), cooperativa que acopia y desmota algodón en al zona. Según el profesional, 2 o 3 años atrás “estaba al mismo precio que la soja y hoy es 2 a 1; y eso hace interesante al cultivo para la región”, a pesar de que el algodón tiene costos fijos más altos que los de oleaginosa.

Gregoret precisó que en el este, para un cultivo de surcos estrechos, necesita más fertilización; pero en el oeste no. La semilla, fiscalizada o de uso propio, es otra variable que define la ecuación, al igual que los arrendamientos. “A grandes rasgos, hoy un algodón cosechado mecánicamente en el este al precio actual y con una dosis conservadora de fertilización estamos alrededor de 1.000 kilos de rinde de indiferencia en lote propio”, aseguró. Mientras la soja “está dando desparejo”, entre 3.000 a menos de 1.000 kilos, “este año va a estar jugando a favor del algodón”.

Además, la historia reciente, marcada por la sequía, también beneficia al cultivo regional. “Los años secos marcaron una diferencia importante en algodón. El año pasado teníamos lotes que rendían 300/400 kilos de soja y al lado el algodón daba 1.500/2.000kilos”, afirmó el profesional de la UAA.

Sin embargo todavía se puede mejorar la ecuación. Según Paytas, los rendimiento promedio de fibra que se logran oscilan entre 1.200 y 1.500 kilos por hectárea, bastante menos que en países más tecnificados. “En Australia o EE.UU. logran 3 o 4 veces más, hasta 4.500 kilos de promedio”, afirmó el profesional del INTA Reconquista, doctor en ecofisiología que acaba de representar al país en la reunión del Comité Consultivo Internacional del Cultivo de Algodón, celebrado en Washington. A su criterio, la principal limitante es la falta de riego y la incorporación de nuevas variedades con mayor potencial de rendimiento.

Mayor derrame

Si bien la campaña muestra signos positivos, se desarrolla con algunas dificultades. “No se cumplieron las expectativas iniciales por las importantes lluvias desde mediados de noviembre”, aclaró Gregoret.

Según Sartor, hasta el momento se habría recolectado el 30% de la superficie algodonera. “En lugar de estar a pleno en abril recién se está comenzando a mediados de mayo”, dijo el funcionario, que también dirigió APPA (Asociación Para la Promoción del Algodón). “Más se demora, más se acortan los días y pueden quedar muchas bochas que no terminan el ciclo y no revientan”, agregó.

Esta situación genera una complicación extra. El Programa de Control y Erradicación del Picudo, la plaga más dañina que tiene el algodón, establece fechas para la destrucción de los rastrojos a fin de evitar su propagación. En el este provincial esa fecha es el 15 de junio y en el oeste el 30. En ambos casos es poco probable que haya terminado la cosecha, por lo que ya se piensa en solicitar una prórroga al Senasa. “Por más que mejore el tiempo no hay capacidad de máquinas para levantarlo todo a tiempo”, sostuvo Gregoret, quien estimó que recién podría finalizarse la campaña a fines de julio si el tiempo acompaña.

Complicaciones al margen, la condiciones generales son promisorias para el cultivo. Y por su implicancia económica y social, también para el norte provincial. Sobre todo si se coteja su impacto con el del monocultivo de soja, ya que mientras la oleaginosa derrama poco y nada en la región, el producto del algodón se multiplica entre productores, acopios, desmotadoras e hilanderías.


Contra los $1.200 por tonelada que eran habituales últimamente, ahora el valor ya se encuentra en $1.770 para la calidad base: C 1/2 con 33% de rinde.

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Para todos. La Javiyú contribuyó a darle competitividad al cultivo y al productor le conviene comprarla en dos campañas antes que pagar el servicio de cosecha.

fotos: archivo

“Los años secos marcaron una diferencia importante en algodón. El año pasado teníamos lotes que rendían 300/400 kilos de soja y al lado el algodón daba 1.500/2.000kilos”.

La producción santafesina de algodón se reparte entre los departamentos 9 de Julio, al oeste, y General Obligado, al este.

En la margen occidental predominan los productores más grandes y allí se concentra la mayoría del área implantada con 38.000 hectáreas. En esa región pueden encontrarse establecimientos de hasta 1.000 hectáreas.

Sobre la costa, en cambio, las 7.000 hectáreas sembradas se reparten en campos que tienen, en promedio, entre 5 y 15 hectáreas y sólo en casos muy puntuales llegan a 200.

A nivel nacional ocurre con el algodón lo que en muchos otros rubros: la actividad se encuentra sensiblemente concentrada. De los 30.000 productores registrados el 15% participa con el 75% de la fibra, mientras el 60% de ellos contribuye tan sólo con el 7%.

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Cómo se compone el sector

Un secreto muy difundido

Todos los saben pero nadie lo dice. Actualmente el grueso de la semilla utilizada en la provincia es de uso propio, pero con genes apilados Bt (resistente a gusanos) y RR (resistente a glifosato). Lo curioso es que oficialmente esta variedad aún no está autorizada y recién va a estar disponible en la próxima campaña.

Suponen que al principal semillero “se le escapó” un descubrimiento aparentemente accidental, que se produjo al verificar una alta supervivencia de plantas Bt pulverizadas con glifosato por error. De la multiplicación de esos especímenes surgió la semilla con doble resistencia. Y el “boca a boca” se encargó de diseminarla entre los productores, que así se ahorran entre u$s 90 y 100 por hectárea de semilla fiscalizada.

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