Los dilemas del agro, en el país del mundial

Sudáfrica, entre la reforma

agraria y la siembra directa

El desarrollo de la agricultura en esta región de África abre muy buenas posibilidades para la maquinaria agrícola de Santa Fe. Pero el futuro de este país parece incierto, por las fuertes tensiones sociales y políticas.

Gastón Neffen

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Los agricultores sudafricanos blancos, “los boers” (descendientes de holandeses y alemanes), no están preocupados por las retenciones, el cierre de las exportaciones o el precio de la leche fluida. Aquí, el reclamo de reglas de juego claras asume la forma de un fantasma más angustiante: la reforma agraria de Zimbawe, una expropiación de tierras masiva, para muchos desordenada y caótica, que impulsó el presidente Robert Mugabe hace diez años, para favorecer a la población negra, que aún sobrevive en condiciones de extrema pobreza.

Lo que pase con la agricultura sudafricana es importante para Santa Fe porque este país comienza a consolidarse como un destino relevante para los fabricantes de maquinaria agrícola de la provincia. Por ejemplo, Ombú (de Las Parejas) colocó más de 70 tolvas y otros equipos agrícolas en “la sabana” sudafricana. Y las fábricas de Apache y Super Walter (también de Las Parejas) ya vendieron más de 20 sembradoras en este mercado.

En La Nampo, la exposición agropecuaria más importante de África (se realiza en Bothaville, Sudáfrica) Campolitoral habló con los agricultores sudafricanos. Ellos cuentan que aquí ya se inició un programa de reforma agraria más moderado que el de Zimbawe. Se estima que se repartió un 10 por ciento de la tierra entre los campesinos de color, que sobre todo pertenecen a los dos tribus más importantes de este país: los xhosa y los zulu. Los “boers” temen que el complejo escenario social acelere la reforma agraria. En Sudáfrica, el 79% de la población es de raza negra. Los blancos sólo son el 10 por ciento de los habitantes, pero controlan el 60% de las empresas (el 30% es inversión extranjera, especialmente en minas de oro, platino y diamantes, la mayor fuente de riqueza de este país) y son los dueños de la mayor parte de los campos. El poder político, desde el fin del “apartheid” (1994), está en manos de los negros a partir del liderazgo del Congreso Nacional Africano (CNA).

La situación sanitaria y social de la población negra es difícil. En Sudáfrica hay más de 5 millones de personas infectadas con HIV. La mitad de la población vive debajo de la línea de pobreza, y se los ve en las grandes ciudades como Pretoria y Johanesburgo trabajando como “camellos” (vendedores ambulantes). La tasa de desempleo oscila entre el 25 y el 30% de la población. Pero no son números fiables. Es que todos los meses emigran más de 30.000 personas de Botswana, Zimbawe. Swazilandia, Namibia y Mozanbique, entre muchos otros países de este continente.

En las zonas rurales, “los boers” viven con miedo. Marieche Fuchs es hija de una familia de agricultores de la provincia de Limpopo (al norte de Sudáfrica). “Cuando voy a trabajar al campo necesito una custodia armada porque no es seguro y las casas están rodeadas de cercas electrificadas”, aseguró a Campolitoral. Fuchs cuenta que muchas familias emigraron a Canadá, Australia y Nueva Zelanda asustadas por las ocupaciones a “la fuerza”, y por las tensiones que a veces terminan a los tiros.

También dice que hay grupos en facebook que relatan todo tipo de excesos de parte de la población negra. El problema es que cuando denuncian estas situaciones a los policías y a los funcionarios del gobierno, no siempre encuentran una respuesta. En esto probablemente influye el legado todavía vigente de los oscuros años del “apartheid”, un sistema que discriminó en forma brutal a la gente de color (también a los asiáticos, hindúes, latinos y mestizos) y que en buena parte es responsable de la enorme brecha social y económica que hay en Sudáfrica.

De la mano de la siembra directa

Si el escenario político y social no implosiona y se va “equilibrando” en forma gradual, el desarrollo agrícola de Sudáfrica parece a punto de pegar el gran salto. De las 15 millones de hectáreas que se siembran (la mitad de la superficie cultivable de Argentina) sólo el 10% se trabajan con siembra directa.

Los rindes todavía son bajos. El principal cultivo es el maíz y en promedio sólo se logran 40 quintales por hectárea. En total se trillan unas 12 millones de toneladas del cereal por año, pero con altas y bajas (por el régimen de precipitaciones). La región maicera está ubicada al noreste y en el este (en el “Free State”, en “Limpopo” y en “KwaZulu-Natal”). En Ciudad del Cabo (al suroeste, la zona más templada) están los lotes trigueros (casi 2 millones de toneladas anuales). También se siembra sorgo (que aquí consume la gente), girasol, canola y soja (se siembran 200.000 hectáreas).

Los ambientes de los lotes africanos plantean desafíos muy serios. La principal limitante es el agua. En las zonas agrícolas de este país las lluvias oscilan entre los 400 y los 900 milímetros, pero con largos ciclos de sequías. Por eso, Mario Bragachini y Cristiano Casini (especialistas del INTA) creen que la siembra directa, que utiliza en forma más eficiente este recurso, va a crecer en Sudáfrica.

“Creo que aquí se puede adaptar nuestra forma de hacer agricultura sin grandes cambios”, sostuvo Casini, en diálogo con Campolitoral. Por ahora, el desafío es “abrirles la cabeza”. Dos “farmers” sudafricanos, Bill Shult y Rabie Bekker visitaron el pabellón argentino, escucharon las charlas del INTA y Aapresid, y también hablaron con los fabricantes de maquinaria agrícola, pero todavía sienten que esta forma de producir es “muy nueva” y que habrá que evaluarla “según cada circunstancia”. Como sucedió en la Argentina, la rindes y la sustentabilidad ambiental del esquema agronómico tendrán la última palabra.

Si la siembra directa crece, con el nuevo paradigma productivo seguirán entrando los fierros argentinos. Las sembradoras, las embolsadoras y extractoras de granos (para silobolsas), los cabezales maiceros y las tolvas. Y así podría consolidarse un nuevo mercado para la maquinaria agrícola santafesina, una sector que emplea a 16.000 personas en la provincia.

“los boers” viven con miedo. “Cuando voy al campo necesito una custodia armada porque no es seguro”, aseguró MARIECHE FUCHS.

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La Nampo. La exposición agropecuaria que visitó Campolitoral se realiza en Bothaville (270 km al suroeste de Pretoria). Participan unos 60.000 productores.

Foto: Gastón Neffen