Investigación/Tucumán


National Geographic apoya a un investigador del Conicet

National Geographic apoya a  un investigador del Conicet

La entidad estadounidense otorgó un subsidio al geólogo tucumano Guillermo Aceñolaza, científico del Conicet, quien trabaja en la búsqueda de rastros sobre el origen de la vida en la zona andina de América del Sur.

Foto: Archivo El Litoral

(C) La Gaceta - Conicet Bs. As. - Conicet Santa Fe - El Litoral

Guillermo Aceñolaza -doctor en Geología- estuvo trabajando en la zona andina con rocas que datan de 500 millones de años, cuando eran apenas arenillas o sedimentos de mar, en la búsqueda de algún rastro de vida que le indicara cómo y cuándo se formaron los primeros organismos vivos en la región. Los resultados de la investigación fueron reconocidos por la National Geographic Society, que luego de tres rígidos niveles de control le otorgó un subsidio para que pudiera completar su estudio. Fueron seleccionados 250 trabajos entre los 2.000 a 3.500 proyectos que todos los años evalúa esta institución dedicada a difundir -lejos de los parámetros de las ciencias duras- las investigaciones científicas que tratan acerca del planeta, la naturaleza, la geografía y, con especial óptica, el origen de la vida, que es el proyecto presentado por este científico tucumano. El campo de investigación abarcó Choromoro, al norte de Tucumán; la Quebrada de Humahuaca y la región conocida como Aparzo (ambas en Jujuy), así como la Quebrada del Toro (Salta).

Palabras de especialista

“Hay que tratar de visualizar cómo era el mundo hace 500 millones de años. En la tierra de los continentes no había vida; era todo desierto, ni siquiera existía el liquen ni crecía una planta porque la vida no había salido aún del mar”, contó el investigador. Y añadió que inclusive la atmósfera era distinta: “Era un lugar en el que, probablemente, no se podría vivir debido a la cantidad de gases en el aire y a la falta de oxígeno libre, que es el elemento que permite formas de vida más evolucionadas”. Por ese motivo, encontrar fósiles en las rocas fue una tarea titánica, ya que la vida que estaba en el mar era muy primitiva, con muy pocos moluscos y muchos gusanos. En otras palabras, existía una gran cantidad de organismos sin caparazón y esto significó que, al no haber partes duras, la preservación fuera mucho más difícil. Aceñolaza, quien se desempeña en el Instituto Superior de Correlación Geológica (Insugeo) -dependiente del Conicet y de la Universidad Nacional de Tucumán-, asegura que esta investigación hará un importante aporte a los conocimientos sobre el origen de la vida, ya que en la zona andina sudamericana encontró tres muestras de distintos tipos de organismos. Allí radica, precisamente, la trascendencia del estudio porque en diferentes partes del mundo -Australia, Sudáfrica, Canadá, Noruega, Suecia, Dinamarca y China- se han encontrado restos fósiles.

El subsidio

“Este reconocimiento a mi trabajo a través del subsidio de la N. G. me servirá para extender y completar mi investigación en Tarija, Bolivia”, destacó. Y agregó que la institución científica le hizo firmar un contrato en virtud del cual divulgará todos sus trabajos tanto en la revista como en el canal de televisión que posee. Pero también lo obliga -si su investigación concluye con nuevos hallazgos importantes para la ciencia- a brindar sus resultados en exclusividad. Con Aceñolaza -docente en la Facultad de Ciencias Naturales de la UNT- colaborarán investigadores australianos, daneses y rusos para ampliar los campos de investigación en la cordillera del norte argentino y sur de Bolivia. La logística para encarar la tarea resulta compleja por cuanto demanda trabajos bajo condiciones climáticas desfavorables y escaso oxígeno.

Fuentes: Diario La Gaceta (Tucumán) y Comunicación Institucional y Prensa del Conicet (Bs. As.). Adaptó: Lic. Enrique A. Rabe (ÁCS/Conicet Santa Fe).