Al margen de la crónica

“Son todos iguales”

 

El cambio de signo político de gobierno de la provincia producido en el 2007 ha permitido ir observando en el transcurso del tiempo cómo, si bien cambiaron los actores políticos, los que antes reclamaban ahora se defienden y viceversa. Una de las principales expresiones de esta situación se puede observar en la Legislatura, escenario donde está la mayoría de las representaciones políticas santafesinas. El panorama tiene además como complemento que el oficialismo y oposición comparten el control de una cámara cada uno.

Sobran los ejemplos de proyectos que desde 1983 tomó como bandera la oposición, a los cuales el justicialismo gobernante durante 24 años resistió de pie y que ahora toma como bandera y la defensa corre por cuenta del Frente Progresista.

El caso más emblemático de las últimas horas es la autonomía municipal, figura incorporada a la reforma constitucional de 1994 que no es gozada por los gobiernos locales provinciales pese a que Santa Fe fue pionera en las primeras décadas del siglo XX en la materia. Es que Santa Fe y Rosario tuvieron esa autonomía cuando la Constitución de 1921 se la otorgó y después nunca más apareció en los textos.

Desde 1983, el radicalismo y el socialismo siempre hicieron bandera con el tema con proyectos que nunca pasaron de comisiones por la tenaz oposición justicialista que lo incluyó en varios mensajes de reforma constitucional que tampoco prosperaron.

En los últimos meses, crece la presión justicialista para aprobar el tema e incluso esta semana el bloque de senadores presentó un proyecto propio que aprobaría en pocas semanas utilizando su cómoda mayoría. El socialismo ya ha dicho que no aprobará un proyecto de este tipo sin antes se haya votado la norma que habilite la reforma constitucional.

En este panorama, la autonomía está empatada y sin posibilidades ciertas de ser aprobada. Es en estas ocasiones cuando la ciudadanía puede decir sin equivocarse “son todos iguales”.