EDITORIAL

¿Proteccionismo o libre mercado?

 

En los últimos días, los especialistas plantean una disyuntiva para el escenario que viene: proteccionismo versus libre mercado. Ése es el debate a seguir, y con ejemplos muy claros e impactantes. Por ejemplo: mientras Chile, México y Perú lideran el ranking de apertura económica regional, Brasil y la UE se quejan por las restricciones al comercio impuestas por nuestro país. En este contexto, no se puede dejar de lado la avalancha importadora china. Para el Mercosur, es una prueba a mediano plazo.

Las posibilidades apuntan hacia dos caminos: protegerse o dejar que la lluvia de importaciones bañe al país. No es sencillo discernir rápidamente qué camino tomar, ya que luego de que las medidas proteccionistas se hicieran sentir como una forma de contener el impacto de la crisis financiera sobre las economías del mundo, los países, un poco más confiados, comenzaron a disminuirlas. Inmediatamente, las alzas arancelarias, barreras, derechos antidumping y licencias de importación quedaron atrás en función de reimpulsar el intercambio comercial.

Fue, en ese escenario, que América Latina sorprendió al mundo por su bajo nivel de restricciones al comercio. Incluso, para la Comisión Económica de América Latina y el Caribe (Cepal), “al contrario de las naciones industrializadas que adoptaron medidas proteccionistas”, la región apostó por “diversas acciones para favorecer el intercambio”. Así, promover las exportaciones y facilitar los intercambios de bienes y servicios fueron las principales señales de apertura. Y, a decir verdad, Latinoamérica sufrió menos que Europa la crisis económica.

Pero, ¿qué sucede con Argentina y Brasil? Los analistas de esta relación aseguran que los recientes enfrentamientos entre ambos países despiertan los reflejos proteccionistas. Parece no ser un secreto que la tensión bilateral detonó en 2009 cuando el presidente brasileño criticó el proteccionismo económico utilizado por algunos países para enfrentar la crisis, entre ellos la Argentina. La respuesta no se hizo esperar: Cristina de Kirchner justificó las medidas arancelarias tomadas para resguardar la industria, sin dejar de mencionar que Brasil también protege.

La relación se tornó más complicada cuando desde la Secretaría de Comercio se impartió una nueva orden: a partir del 1º de junio, los productos que ingresan al país deben tener el visto bueno de ese organismo, requisito que se suma a la autorización del Instituto Nacional de Alimentos. Para que no quedaran dudas, a las críticas brasileñas se sumaron las de la Unión Europea. Nadie desconoce que el gobierno argentino también impone restricciones al comercio con China, una economía competitiva por su escala y mano de obra barata. De allí, la represalia sobre los aceites de soja que se elaboran en nuestro país y se exportan. Es de esperar que esta escalada no termine convirtiendo a la protección en un mecanismo destructivo.