“UN SIGLO DE COMERCIO EN SANTA FE”

En ocho entregas, cien años de esmero

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“Somos más santafesinos cuando más conocemos nuestra ciudad y recordamos los lugares comunes que le dieron y dan vida”, sostuvo Dalla Fontana.

Foto: Mauricio Garín

Cada jueves, El Litoral publica un ejemplar de los ocho fascículos que reconstruyen el último siglo de la historia comercial de nuestra ciudad. Sus pliegos reflejan la investigación realizada por Miguel Ángel Dalla Fontana en los últimos tres años.

De la redacción de El Litoral

El parque y sus vendedores; los sonidos, colores y perfumes del mercado; aquel bar donde quizás alguien se enamoró por primera vez o el mostrador donde compró su primer par de vaqueros. Esas imágenes escondidas en la nebulosa del tiempo y que se hallan presentes en la memoria colectiva de los santafesinos fue lo que Miguel Dalla Fontana rescató del recuerdo y plasmó en “Un siglo de comercio en Santa Fe”. Se trata del fruto de tres años de investigación que llega cada jueves a manos de lectores de El Litoral, en forma de fascículos, que reavivan un siglo de recuerdos y despiertan la curiosidad de quienes, sin saberlo, transitan lugares emblemáticos en la historia comercial de la ciudad.

Este trabajo surgió en 2007 a pedido del Centro Comercial -a propósito de su 75º aniversario-, con la intención de editar un libro que reflejase la historia del comercio de nuestra ciudad, que finalmente no se concretó. Hoy sus palabras salen a la luz en pliegos de ocho páginas, organizados según diferentes ejes temáticos, en los que Dalla Fontana indaga aquello que la poeta mexicana Rosina Conde supo escribir: “Las ciudades se conocen por sus mercados”. En palabras de quien le dio vida en la esfera local, “cada uno tiene una imagen subjetiva de Santa Fe, de los espacios específicos donde vivió diferentes momentos de su vida. Esas imágenes hoy forman parte de las fibras íntimas de cada uno y refieren a una historia en común que es necesario reflotar. Somos más santafesinos cuanto más conocemos nuestra ciudad, cuando recordamos y reconocemos los lugares comunes que le dieron y dan vida”.

La colección se compone de un total de ocho fascículos que comenzó a publicarse en forma semanal el 24 de junio y aborda diferentes aspectos del último siglo de comercio en nuestra ciudad. Al prescindir del relato lineal cronológico, cada entrega se remonta a espacios y momentos trascendentes, “en algunos casos, de historia reciente, como fue hace 30 años la demolición del Mercado Central”, detalló Dalla Fontana. Esta reconstrucción incluye un recorrido por los comercios más representativos de cada rubro ya que, si bien no se enumeraron todos, “destacamos muchos y nos detuvimos en aquellos que tuvieron más historia; sin dejar de lado los miles de negocios que quedaron también en la memoria, en el recuerdo”.

Otro escenario

En los comienzos del siglo XX, el escenario comercial santafesino tuvo como epicentro a calle San Martín, que desde sus inicios concentró “todo tipo de negocios y oportunidades, tanto para los comerciantes como para los clientes. Sin dudas, otro de los principales centros comerciales era el Mercado Central y otro la plaza España por su cercanía al centro, a la Estación Francesa de Ferrocarriles y el Puerto, y con calle Rivadavia como arteria principal. Por otra parte, estaban los barrios, donde había pequeños núcleos comerciales, cada uno con sus propias características”.

En este escenario, Dalla Fontana destacó que por entonces “nuestra ciudad era la capital política, cultural, social y económica del centro y norte de Santa Fe. Por ello su comercio era muy consolidado, muy explotado. Por aquí pasaban todas las oportunidades. Había de todo y para todos. A medida que se construyeron las rutas y se desarrollaron los pueblos y ciudades, en ellos se desarrolló un comercio más activo y diverso y la influencia comercial de Santa Fe decayó”.

A sus ojos, “con la presencia de las grandes cadenas y el nuevo escenario urbano, hoy nuestra ciudad no tiene ni la capacidad ni la dimensión de hace cincuenta años. Si bien estamos muy consolidados, tenemos una estructura urbana muy buena con muy buenas rutas y accesos, pero el comercio no pasa sólo por Santa Fe. El comercio local tuvo que actualizarse, modernizarse y trabajar de otra manera”.

En suma, las ocho entregas de “Un siglo de comercio en Santa Fe” proponen “una mirada distinta de la Santa Fe que conocemos, con aspectos que nunca imaginamos que existían; una ciudad que estaba escondida, difusa en la memoria que, al ser evocada, comenzó a despertar imágenes, sonidos y perfumes que contribuyen a la identidad santafesina”.

Con fotografías inéditas y otras publicadas en El Litoral, sus páginas reflejan cien años de trabajo, sueños y esmero; una arista significativa de nuestra historia “con un relato ameno, pensado para que pueda ser leído tanto desde la curiosidad de los chicos como de la emoción de las personas mayores. Su fin es conocer un poco más este pedacito de tierra donde nacimos, esta Santa Fe que tuvo un pasado comercial pujante y hoy construye un futuro indescifrable”.


Trabajo exhaustivo

Para concretar la investigación, Dalla Fontana consultó la hemeroteca de este diario: durante un año y medio recorrió uno a uno todos los ejemplares del diario El Litoral, desde 1920 a 1980. De ellos rescató información que cotejó con entrevistas y con documentos del Archivo Intermedio -que depende del Archivo General de la Provincia- y del Museo de la Ciudad. De este modo, su pluma reconstruyó “la historia que tomó forma en ellos, en las fotos, los documentos escritos y los testimonios orales. Cada espacio es distinto según quien lo recuerde; más aún aquellos que eran frecuentados por diferentes clases sociales y cambiaron con el correr de los años”.

El relevamiento realizado por el autor refleja que “el comercio de nuestra ciudad se construyó de la mano de familias tradicionales y con el impulso de los inmigrantes que desembarcaron en ella”. Tal como se detalla en la segunda página de la primera entrega, “las nuevas ideas, la esperanza, sus propias fuerzas, la voluntad de trazar un nuevo horizonte y la noción de orden en el progreso, traídas por estos extranjeros, fueron claves para su éxito”. Esta presencia de distintas colectividades “provocó cambios de usos y costumbres y la aparición de comercios de diferentes rubros. Así, por ejemplo, los bares de San Martín eran en su mayoría de españoles, italianos y japoneses”, por citar sólo un caso.

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