EDITORIAL

Una iniciativa que debe

profundizar el debate

El gobierno nacional insiste con que las políticas de ajuste suelen ser el patrimonio preferido de los grupos neoliberales. En la misma línea sostienen que todo disciplinamiento es antipopular por excelencia. Estas declaraciones constituyen un aporte sustantivo del relato oficial, lo cual no quiere decir que coincida con la realidad.

En estas semanas un debate abierto en el Congreso es el del reconocimiento del 82 por ciento móvil para las jubilaciones más modestas. Lo que llama la atención de este reclamo es que está motorizado por la oposición, la misma que los voceros del oficialismo califican de entreguista, gorila y sometida a los intereses del neoliberalismo.

Ante esta ofensiva lanzada por la oposición, el gobierno ha respondido con los clásicos argumentos del denostado liberalismo: que no se debe ser irresponsable. Según los principales dirigentes de la oposición, se disponen de recursos económicos para dar estos aumentos, mientras que uno de los promotores de la iniciativa, el senador socialista santafesino Rubén Giustiniani, dice que no se puede compatibilizar la relación entre un Anses rico y millones de jubilados pobres.

Se dice que lo que más irrita al actual gobierno es que lo corran “por izquierda”, es decir que la oposición pretenda liderar reivindicaciones que ellos se atribuyen como propias. También le fastidia que se diga que existen recursos para cumplir con esta reivindicación histórica a los jubilados. A través de sus voceros, los Kirchner insisten que se trata de una maniobra demagógica perpetrada con evidentes fines electorales.

Más allá de los vericuetos de la política, lo que llama la atención es que a su manera los dos argumentos, los del oficialismo y la oposición son razonables o, por lo menos, dignos de ser pensados. El gobierno no se equivoca cuando dice que cumplir con el objetivo del 82 por ciento a los jubilados es una decisión que podría poner en riesgo la estabilidad económica, sobre todo si estos reclamos pretenden tener valor retroactivo. Por su parte, los argumentos de la oposición a favor de un aumento a los jubilados reivindican un derecho por el que los pasivos hace muchos años pelean, lo que lo hace aparecer como acto de justicia, y si le vamos a creer a sus cifras esta justicia puede realizarse sin desestabilizar la economía o las finanzas.

Por otro lado, no se equivoca la oposición cuando dice que la Anses funciona como una suerte de caja multiuso para un oficialismo muy comprometido en desarrollar políticas sociales que le permitan capitalizar apoyos populares para los comicios del 2011.

Más allá de las imputaciones puntuales, lo que es cierto es que los diferentes gobiernos, muy en particular los de signo populista, han utilizado fondos de las cajas previsionales. Por otra parte, un debate serio sobre este tema debería interrogarse sobre el futuro de la jubilación por reparto cuando los presupuestos económicos y sociales que estuvieron presentes en la posguerra han desaparecido o se han debilitado. Asimismo, el crecimiento de la expectativa de vida y la reducción de los aportantes constituyen ecuaciones críticas que obligan a imaginar estrategias diferentes a las actuales.