Mesa de café

¿Licitación a dedo?

Erdosain

Mi querido amigo Abel, ¿podría tener la deferencia de decirme o explicarme por qué el gobierno que usted defiende tanto se dedica a hacer concesiones directas? -Marcial hace la pregunta y sonríe, es una sonrisa débil pero burlona, muy típica de él cuando quiere lanzar una estocada a fondo.

Abel lo escucha y antes de responder le hace señas a Quito para que le sirva un café. El que aprovecha para intervenir es José.

—Si lo que hizo Binner lo hubiéramos hecho los peronistas nos habrían acusado de ladrones, corruptos y sinvergüenzas, pero lo hacen los caballeros socialistas y todo está en orden.

—Que yo sepa -digo- los gobiernos transparentes convocan a licitaciones transparentes. No hacen lo que se les da la gana, pero seguramente Binner tendrá sus razones para hacer lo que hizo.

—Son las que quiero escuchar -insiste Marcial.

—El gobierno -dice Abel- declaró que es una medida transitoria...

—Siempre que quieren justificar lo injustificable dicen que es transitorio -interrumpe Marcial- también los Kirchner toman medidas políticas transitorias que duran toda la vida.

—En el caso que nos ocupa -responde Abel- se hizo todo en regla y tomando como antecedente las iniciativas que en su momento instrumentó Reutemann...

—Ahora descubrimos que Reutemann es bueno, hace unos meses decían que era una peste.

—Yo no dije que fuera bueno -responde- dije que alguna cosa buena hizo y es a lo que me refiero.

—Y lo que hizo bueno es lo que ahora le permite a Binner justificar lo injustificable -retruca Marcial.

—Lo interesante -agrega José- es que el tema estaba planteado desde hace por lo menos un año, motivo por el cual no se puede justificar lo que se hizo invocando la urgencia, la sorpresa.

—La otra alternativa -dice Abel- era levantar las barreras y dejar que pasen todos.

—¿Y se puede saber qué tiene de malo que pasen todos? -digo- ¿Se va a derretir la autopista porque durante una semana los automovilistas que pagan impuestos pasen sin pagar? ¿O tienen miedo de que la sociedad se dé cuenta que los caminos pueden funcionar sin necesidad de estas empresas que se hacen multimillonarias por el único trabajo de cortar el pasto?

—Que dicho sea de paso -señala José- en invierno no crece, motivo por el cual se pasan unos cuantos meses sin hacer nada.

—No sin hacer nada -observo- se lo pasan cobrando. Más quisiera yo que me entreguen un negocio como ése donde todo consiste en poner una casilla y cobrar.

—Yo quisiera saber cuál es el motivo que lo lleva a un gobierno que dice ser progresista a cometer semejante error -pregunta José.

—Eso habría que preguntárselo a la empresa que se beneficia con esta movida, una empresa que según dicen la malas lenguas es muy favorecida en Rosario -acota Marcial.

—Yo soy radical -confiesa Abel- así que no me hagan cargo de las macanas que hacen lo socialistas, sobre todo cuando lo que hacen nosotros nos enteramos por los diarios.

—Hacete cargo del gobierno que votaste -le dice José-, cuando te conviene sos frentista, pero cuando no, sos radical.

—Yo me hago cargo de lo que corresponde que ya es bastante, pero no me pidas que defienda lo indefendible sobre todo cuando ni siquiera me preguntaron si lo que hacían estaba bien.

—Y si te hubieran preguntado ¿qué habrías dicho? -pregunto.

—Les habría dicho que convoquen a un concurso lo más transparente posible, pero sobre todo les habría dicho que no hagan lo que hicieron.

—Y no lo hicieron como corresponde, porque seguramente hay un negociado de por medio, porque estos errores no se cometen gratis -concluye Marcial.

—No comparto -dice Abel.