La prensa opina

Gobierno de Sarkozy en el ojo del huracán

Emilia Rojas-Sasse

Deutsche Welle

El País de Madrid: “Claire Thibout, ex empleada de Liliane Bettencourt, que heredó el imperio L’Oréal, declaró que el partido de Nicolas Sarkozy, la Unión por un Movimiento Popular (UMP), se benefició de 150.000 euros en efectivo provenientes de la fortuna de Bettencourt para su campaña electoral de 2007. Algo ilegal en Francia, donde las donaciones privadas a partidos políticos no pueden exceder los 7.500 euros. (...) El gobierno de Sarkozy se tambalea: hay diputados de su propio partido que reclaman que el cambio de ministros anunciado por Sarkozy para el próximo mes de octubre se lleve a cabo ya. Y el portavoz del grupo de la UMP en la Asamblea Nacional, Jean-François Copé, ha pedido al presidente de la República que se dirija a los franceses a fin de “poner las cosas en perspectiva”. (...) Sarkozy, (...) con una muesca de asco y de desprecio aseguró: “Me gustaría que mi país se interesara más por temas como la jubilación y no que se abalanzara sobre el primer horror o calumnia que llega”.

Tages-Anzeiger de Zürich: “Ya no queda nada de la esperanza depositada en el reformador Sarkozy. Todo se evaporó. Sarkozy prometió unir a los franceses, pero los dividió como ningún presidente antes que él. Les prometió que bajo su mandato contaría más el rendimiento que el nombre, pero terminó poniéndose siempre del lado de los ricos y los empresarios. (...) Por supuesto, la crisis económica frenó algunos de sus grandes proyectos. Y, por supuesto, que los franceses fueron siempre más bien alérgicos a las reformas. Pero al final, su fracaso se lo debe Nicolas Sarkozy a sí mismo, a su pomposidad, a esa marcada y a veces casi grotesca discrepancia entre sus palabras y sus acciones. Su credibilidad se agotó”.

Figaro de París: “(...) Desde hace tres semanas sólo se oye la voz de la acusación. Es hora de que intervenga la defensa. Ese es el propósito de las llamadas que hicieran políticos líderes del UMP ayer a Nicolas Sarkozy. Por primera vez y desde su elección, el jefe de Estado acepta los acontecimientos. Pero también, por primera vez, él mismo es el blanco. El cazador misterioso no tiene ninguna prueba, pero tiene un arma. Y, evidentemente, sabe utilizarla. A partir de ahora, tiene su arma dirigida contra el jefe de Estado. Si Nicolas Sarkozy quiere evitar la crisis de confianza que se avecina, entonces debe hablar y defenderse de los ataques (...)”.