El sábado en el Teatro Municipal

“Madre coraje”, un clásico del

teatro universal en la ciudad

 

De la redacción de El Litoral

Un nuevo título de la dramaturgia universal ocupará el escenario mayor del Teatro Municipal 1º de Mayo. Se trata de “Madre Coraje”, el clásico del dramaturgo alemán Bertolt Brecht, que llega a Santa Fe de la mano del director y productor paranaense Mario Martínez. Será el próximo sábado, cuando desde las 21.30 se presente su única función en Santa Fe.

Un gran elenco encabezado por la actriz Yolanda Cairó en el rol protagónico, asumirá los distintos personajes que darán vida a esta historia que cuenta el deambular de Anna Fierling y sus hijos, por el paisaje de la Guerra de los Treinta Años, ocurrida durante el siglo XVII por los Estados europeos. Vale destacar que este clásico teatral no se había representado en nuestro país desde 1989.

Esencia brechtiana

“Madre Coraje” no es “propaganda” ni panfleto antibélico, es una comedia que tiene valor de tragedia. Su protagonista es una mujer sin alma, una criatura ligada a la tierra, perdida en el miserable devenir de la historia. Casi analfabeta, lleva una vida mísera, mantiene a sus tres hijos (cada uno de padre diferente) proporcionándoles bebidas, cinturones, pollos y botones a las tropas tanto católicas como protestantes durante la citada guerra. Ella no es aliada de ninguna causa excepto de la supervivencia y el cuidado de sus hijos. La guerra la despojará de todo: mercancías, sus hijos, su indomable vitalidad.

Este gran texto brechtiano reúne todas las ideas y observaciones que sirven para mostrar todas las facetas del horror de la guerra. La versión corresponde a una traducción y adaptación de Roberto Cossa, Cipe Lincovsky y Eduardo Rovner.

Un clásico vigente

Consultamos al director de esta puesta en escena el porqué de la elección de este profundo texto de Bertolt Brecht. En sus contundentes palabras, “porque estoy harto de los teatreros que cobran entradas para mostrar el fruto de sus búsquedas y experimentos. Porque no soporto más las dramaturgias de grupo, porque es necesario volver a las fuentes, porque al público no hay que darle lo que quiere sino lo que se merece, y este sistema pérfido y perverso tiende sus redes para que el público crea que tiene acceso a lo importante y sin embargo tan sólo se le ofrecen cambalache y tilinguerías. Porque no sé qué mandato impera en mi interior que me ordena abordar a los clásicos” -dirigió en otras temporadas una recordada versión de “La casa de Bernarda Alba”, de Federico García Lorca.

“Además porque puedo hacerlo, porque cuento con la actriz apropiada (Yolanda Cairó), porque me prestaron la plata para pagar los derechos de autor, porque me encanta la Madre Coraje aunque sea dura, áspera y a contrapelo.

“Y porque nuestra gente -destaca finalmente Mario Martínez- no tiene acceso a un Brecht. Porque me he concentrado en la importancia de la presencia de Brecht en la historia del teatro y entiendo su vigencia. Porque estamos en guerra permanentemente, porque siempre hay pobres aunque se pierda o se gane, porque amo el teatro y ya no podré hacer otra cosa en mi vida. Porque es un desafío vigorizante y sólo quiero hacer espectáculos poderosos, atractivos, que demanden esfuerzos y paciencias amorosas”.

Los hacedores

El elenco de esta pulida puesta en escena se completa con las actuaciones de Eduardo Farías, Erick Benmelej, Nicolás Rigaudi, Judit Diment (como actriz invitada), Walter Salgado, Augusto Carballal, Marcelo Atelman, Sergio Zemel, Tuquina Glaría, Julián Schächtel, Delia Peltzer y Rodrigo Boccolini. El diseño sonoro del espectáculo está a cargo del músico Alfredo Arce. Además, la asistencia de dirección es de Pablo Perasso, el vestuario de Fernando Silvar, la vestidora será Laly Mainardi, la iluminación de Leandro Osorio y la puesta en escena y dirección general de Mario Martínez.

Atravesar un siglo

Resulta un poco ingrato analizar la obra de Bertolt Brecht (1898-1956) fuera del contexto político económico y social de su época. Lo que no se puede discutir es su condición de innovador del teatro al trascender el naturalismo y el expresionismo que se imponían en aquellos tiempos. Podría aventurarse, y quizá con justa razón, que el paso de los años envejece tanto a los hombres como a las obras de teatro. Pero esta apreciación no es más que un sofisma. Hay centenares de ejemplos que echan por tierra este prejuicio que serían tediosos de enumerar. También es cierto que hay piezas de Brecht de tal envergadura que son capaces de atravesar un siglo sin que se modifique ni su esencia ni la ideología ni la vigencia, como es el caso de la emblemática “Madre coraje”.