Menos sal, más salud

Menos sal, más salud

Sacudir el salero es uno de los principales ejercicios a los que estamos habituados. Sin embargo se sabe que cuando se superan las cantidades recomendadas de sal en los alimentos, el impacto sobre el organismo es negativo.

FUENTE. LATINSALUD.COM (*). FOTO. EL LITORAL.

La sal es esencial para que nuestro cuerpo funcione y se mantenga el balance de fluidos en nuestro organismo, pero un alto porcentaje de la población la consume en exceso.

Ya desde temprana edad, muchos bebés son inducidos por los padres a consumir los alimentos con sal agregada y éste es el comienzo de una rutina que hará que esos niños se tornen en jóvenes y adultos que consumirán más sal de la necesaria, en parte también alentados por la comercialización de alimentos salados.

Existe suficiente evidencia que muestra la fuerte relación entre el consumo de sal y la presión arterial alta (hipertensión).

¿Qué nos lleva entonces a continuar agregando sal a los alimentos? Es posible que existan varios factores: sociales, comerciales y hasta históricos, pero vamos en este caso a analizar uno de ellos: la industria aduce que la gente no tolera el sabor de los alimentos procesados sin el agregado de sal. Quizás haya alguna otra razón.

Es sabido que la sal tiene la propiedad de absorber agua y por ésto es determinante de la cantidad de agua que poseen los alimentos procesados: el agua hace que el peso de los alimentos aumente sin costos adicionales para las empresas. Vale un ejemplo: si el contenido de sal con el que se procesan las salchichas se bajara del 2,5% actual a un 0,5%, el contenido de agua sería casi un 20% menor y el peso (y quizás el precio) también disminuiría.

TOMAR CONCIENCIA

¿Qué deberíamos hacer para disminuir el consumo excesivo de sal? En primer lugar tomar conciencia. Nuestras necesidades diarias de sal son pequeñas: unos 4 gramos por día, lo que equivale a 1,6 gramos de sodio diarios (1 gramo de sal contiene 390 miligramos de sodio).

La cantidad de sal recomendada por la OMS para personas adultas es de no más de 6 gramos al día o 2,4 gramos de sodio. Para los niños de 7 a 10 años, el límite es de 4 gramos de sal diarios ó 1,6 gramos de sodio, y para los menores de 7 años, 3 gramos ó 1,2 gramos de sodio.

Otras recomendaciones son:

- Evitar los gestos mecánicos de agregar sal antes de probar los alimentos; sacudir el salero parece ser uno de nuestros deportes preferidos.

- Tengamos en cuenta que las salsas preparadas (ketchup, mayonesa y aderezos) tienen un alto contenido de sal.

- No usar sal al cocinar. Si bien en un principio la comida nos va a resultar sosa, en un breve período de tiempo (2 a 3 semanas) las receptores del gusto en la lengua se harán más sensibles, lo que llevará a que hasta una ínfima cantidad de sal pueda ser percibida, y los sabores y aromas naturales de los alimentos podrán ser revalorizados.

- Evitemos el uso de sopas en cubo, salsas de carne, de soja o de tomate enlatado porque contienen gran cantidad de sal.

- Las comidas rápidas (fast food) son una fuente importante de sal, si comemos una hamburguesa con papas fritas estaremos ingiriendo gran cantidad de grasas y unos 5 gramos de sal, o sea que en una sola comida estaremos por encima de la ingesta total de sal recomendada por día.

- Incrementemos el consumo de alimentos frescos tales como verduras, frutas, carnes, arroz, jugos naturales. En cambio, usemos como aderezos hierbas aromáticas, laurel, orégano, perejil, eneldo, menta, limón y vinagre.

- Si comemos fuera de casa, pidamos que la comida sea preparada con muy poca sal y que las salsas y aderezos sean traídos aparte, sin mezclar con los alimentos.

CAMBIAR HÁBITOS

Para resumir, podríamos decir que la reducción de la sal en nuestro modo de vida resultaría en cifras menores de presión arterial.

También se podría lograr una reducción importante de la invalidez y la mortalidad por enfermedades vasculares como los accidentes cerebrovasculares, la enfermedad cardíaca isquémica, la enfermedad vascular periférica, la enfermedad hipertensiva, la insuficiencia cardíaca, la embolia pulmonar, la enfermedad inflamatoria del corazón y otras enfermedades circulatorias.

(*) Datos de la Sociedad Argentina de Cardiología

Ya desde temprana edad, muchos bebés son inducidos por los padres a consumir los alimentos con sal agregada y éste es el comienzo de una rutina que hará que esos niños se tornen en jóvenes y adultos que consumirán más sal de la necesaria.