Santa Fe y Paraná, origen y destino comunes (V)


Encuentros y desencuentros bajo el signo federal

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El Arroyo del Medio. Fuente: http://joesincolor.blogspot.com/2009/08/postales-arroyenas.html

Sonia Tedeschi *

 

Corría el mes de diciembre de 1819. La Gaceta de Buenos Aires -órgano de prensa del gobierno centralista-, en la edición del día 15, publicó en sus páginas un artículo titulado “Campaña contra los disidentes federalistas” donde se manifestaba lo siguiente:

“¿Por qué pelean los anarquistas? ¿Quiénes son ellos? ¿Cuáles son sus cualidades y sus medios de establecer un sistema cualquiera regular? Se les atribuye la pretensión de establecer Federación ¿y hay alguno entre sus jefes que sepa ni siquiera pronunciar correctamente aquella voz?... Los federalistas quieren no sólo que Buenos Aires no sea la capital, sino que como perteneciente a todos los pueblos divida con ellos el armamento, los derechos de aduana y demás rentas generales: en una palabra, que se establezca una igualdad física entre Buenos Aires y las demás provincias, corrigiendo los consejos de la naturaleza que nos ha dado un puerto y unos campos, un clima y otras circunstancias que le han hecho físicamente superior a otros pueblos. El perezoso quiere tener iguales riquezas que el hombre industrioso, el que no sabe leer, optar por los mismos empleos que los que se han formado estudiando, el vicioso disfrutar del mismo aprecio que el hombre honrado.”

Los federales eran considerados disidentes del proceso iniciado en mayo de 1810 y asociados a la anarquía, el caos, la ignorancia, la incapacidad política, la ambición. Uno de los nudos salientes de esta declamación en la prensa se relacionaba claramente con los intereses económicos en pugna. Ante los reclamos provinciales, Buenos Aires defendía sus privilegios de antigua capital virreinal, entre ellos, el manejo de las altas rentas aduaneras, una herramienta política poderosa que los porteños no estaban dispuestos a conceder en reparto igualitario.

El momento en que se vertieron estas duras apreciaciones en la prensa no fue casual: el Congreso General Constituyente, amparado por el Directorio y sesionando en Buenos Aires, estaba desacreditado por sus tendencias monárquicas y por el dictado de una Constitución unitaria y centralista que fue rechazada por las provincias federales. En el Litoral, José Artigas constituía un proyecto alternativo a Buenos Aires con la conformación de la Liga de los Pueblos Libres; su propuesta política, de rasgos propios y definidos, propiciaba básicamente el resguardo de las autonomías de los pueblos basadas en la legalidad y su reunión en un sistema constitucional confederal. Santa Fe y Entre Ríos se encontraban bajo el protectorado artiguista, resueltos sus líderes a defender los derechos locales y, con la inapreciable ayuda del ejército oriental, resistir a las recurrentes invasiones porteñas que tenían el fin de sojuzgarlos.

Las palabras contenidas en una carta al director supremo José Rondeau, escrita el 13 de noviembre de 1819 en el Cuartel General del Ejército Federal y firmada por Estanislao López y Francisco Ramírez, respondiendo una propuesta de armisticio, son elocuentes: “Sostendría(mos) el decoro de la suprema autoridad si ella dimanara de la voluntad general de las Provincias Unidas y si hechos positivos e innegables no nos descubriesen la traición que nos conduciría rápidamente a un nuevo yugo más pesado aún que el español”.

Federalismo y resistencia

Unidos en las ideas federales y en la vocación de resistencia a Buenos Aires, que aparecía como la nueva conquistadora del Plata, los dos caudillos confluyeron en proyecto político y fuerza. Ellos se reconocían en algunos antecedentes comunes que ayudaron a cimentar la relación: surgieron como jefes locales en un contexto de guerra revolucionaria y de independencia y compartieron sus bases sociales de poder, pertenecieron a las filas artiguistas en su mayor esplendor, abrevaron en las ideas de José Artigas y su experimentación en el territorio de la Liga. López y Ramírez hicieron uso de uno de los escenarios más reiterados de la época para dirimir sus diferencias con Buenos Aires: la contienda armada. El 1º de febrero de 1820 batallaron exitosamente en la cañada de Cepeda contra el ejército de José Rondeau. La rotunda victoria provocó la caída del Directorio y la disolución del desacreditado Congreso Constituyente.

La paz vino en la concertación del Pilar firmada entre Buenos Aires, Santa Fe y Entre Ríos, un momento de consenso que trajo aparejada la expectativa de haber encontrado un mecanismo de relación pactada, pero a la vez generador de nuevas discrepancias. Se abría el juego, se reformulaban las alianzas y con ello aparecía un nuevo mapa político en todo el Río de la Plata. En el Litoral, el artiguismo -debilitado por la implacable invasión portuguesa-, el fortalecimiento de Entre Ríos con Ramírez a la cabeza y el acrecentado relieve alcanzado por López, que lo convertía en pieza clave de una futura trama de acuerdos interprovinciales, constituyeron movimientos simultáneos en el tablero de la política. Ramírez extendió su dominio organizando la República de Entre Ríos que incluía a Corrientes y las Misiones y contemplaba incorporar al Paraguay. Por su parte López, junto con los miembros del Cabildo, entendía que la provincia santafesina debía defender sus derechos locales, vigorizar su organización interior y reconstituir su economía; por ello estimaron conveniente arribar a un tratado bilateral con Buenos Aires. Éste se concretó en la estancia de Benegas, en las márgenes del Arroyo del Medio, el 20 de noviembre de 1820 destacándose en la negociación una importante indemnización económica de Buenos Aires a Santa Fe y el inicio de una larga amistad entre López y Juan Manuel de Rosas, representante del gobernador Martín Rodríguez.

Guerra entre hermanos

El trato por separado instaló una cuña imposible de salvar entre los proyectos de Santa Fe y Entre Ríos; el gran descontento de Ramírez y sus jefes entrerrianos, ocasionado por una actitud que se consideró desleal, fue capitalizado por los opositores de Rodríguez, planeándose la guerra contra Buenos Aires. Entonces, Benegas no fue un simple tratado, sino una bisagra en la relación entre los federales del Litoral: el poder regional estaba en disputa y las formas de encarar la relación con Buenos Aires no coincidían. La guerra se desató entre santafesinos y entrerrianos con alternativas de máxima violencia, propia de una sociedad altamente militarizada. La muerte de Ramírez, rodeada de características trágicas, dejó libre el camino para el liderazgo de López en el Litoral.

El desencuentro, la ruptura y la feroz lucha entablada nos muestran los rasgos de una época signada por las tensiones políticas, las alianzas sinuosas y las decisiones tomadas en el vértigo de los acontecimientosà rasgos que no deben ocultar el sustento inicial fundado en las genuinas aspiraciones de ambas sociedades por trazar su propio camino en libertad y autonomía. La puja contra el centralismo continuó en renovados contextos, bajo otras formas y bajo otros discursos; no obstante y aún con dificultades, se comenzó a construir un orden interior en las dos provincias arraigado en aquellos primeros momentos de entendimiento y esfuerzo conjunto, bajo el signo federal.

(*) Magister en Historia. Profesional del CONICET (Inst. “Dr. Emilio Ravignani”/CCT CONICET Santa Fe) Docente Investigadora FHUC/UNL. Miembro de Número de la Junta Provincial de Estudios Históricos de Santa Fe y del Centro de Estudios Hispanoamericanos.

En el Litoral, José Artigas constituía un proyecto alternativo a Buenos Aires con la conformación de la Liga de los Pueblos Libres.

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Carta de López y Ramírez al Director Supremo José Rondeau. AGPSF. Notas de la Junta de Diezmos y Otras autoridades de la misma, folio 508 y reverso.

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Sello de la República de Entre Ríos.

Fuente:http://heraldicaargentina.com.ar/2-Provincia%20Entre%20Rios.htm