Señal de ajuste

Carrera a la fama

Carrera a la fama

“Talento argentino” y su jurado ya tradicional: Kike Teruel, Catherine Fulop y Maximiliano Guerra. Ésta es la tercera temporada, “más argentina y federal que nunca”, según sostuvo el conductor del ciclo, Mariano Peluffo. Foto: télam

 

Roberto Maurer

Peluqueros que cortan en tiempo récord -una de las curiosidades que audicionaron en “Talento argentino” citada por el productor general- y otras formas de virtuosismo nacional más relacionadas con el arte, podrían ayudar a Telefé a sostenerse hasta el fin de un año de fracasos.

Con la confianza basada en el buen rendimiento de sus dos temporadas anteriores, fue lanzada la tercera de “Talento argentino” (sábados a las 21), “más argentina y federal que nunca”, según palabras del plausible conductor Mariano Peluffo. Este año se añadieron otros tres teatros del interior, para sumar en todo el país once centros de una selección que fue menos benévola: del total de aspirantes, sólo pudieron continuar cien, entre los que no se habría contado el peluquero, contra 186 del año pasado. Catherine Fulop, Kike Teruel y Maximiliano Guerra siguen siendo los jurados o sea los que deciden quiénes continúan, o aprietan las chicharras cuyo sonido humillante detiene a concursantes que en algunas ocasiones no alcanzan a permanecer veinte segundos en el escenario. Es un poco cruel, pero la silla eléctrica es peor.

Se trata de una competencia que, sin llegar a ofrecer un mapa cultural del país, puede resultar un espejo de las aficiones, modas y berretines de sus habitantes. Es extraño que en la primera emisión no haya habido tango, y casi nada de folclore, salvo un pequeño acordeonista misionero que ofreció su briosa versión de “El Toro”. Hubo más reggaeton que zamba, y del fenómeno resulta posible extraer conclusiones acerca de la situación actual de la música popular argentina.

LOS HEREDEROS DE GÜEMES

Véase, sino, la selección en un teatro de Salta, o sea en una ciudad que es el centro de una región con histórica identidad musical. En la primera emisión desfilaron:

1) Emanuel Miranda, una suerte de Elvis del noroeste, que cantó un tema de Papo, todo de negro.

2) Florencia Rojas, una estudiante de abogacía que, al ritmo de música árabe, logró mover un cuerpo que jamás supo de la existencia del Dr. Cormillot.

3) Axel, un niño rocanrolero, histriónico, que se contorsiona en el escenario con la energía de un Miguel Abuelo o Mick Jagger, cantando y tocando la armónica. “Sos un caradura, con la caradurez que necesitan los artistas para romper el cerco y llegar al público”, fueron las claras palabras con las cuales Maximiliano Guerra alentó al diminuto monstruo.

4) Un grupo de Palpalá que cultiva hip hop, llamado “The boys street”. Como se sabe, del show que ofrece “Talento argentino” forman parte “los casos sociales”, y éste era uno: se trataba de muchachos de barrio que a través del hip hop escapan a los vicios de la calle y son “un ejemplo para la juventud”, como dijo Catherine Fulop, llorando como una loca. Son los momentos emotivos y edificantes de “Talento argentino”, en los cuales se mezcla un poco de demagogia. Los integrantes del grupo estaban vestidos con trajes de Superman: en el show de Salta no hubo un solo poncho.

LOS HUMILLADOS

Jorge Gords es una especie de Drácula gordo, con flequillo, que canta melódico. Se presentó en el teatro 25 Mayo, en Buenos Aires y fue eliminado en instantes por las chicharras, brutalmente. Para él no hubo aliento ni consejos, y tampoco para Juan José López, un patético imitador de la Mona Giménez, de túnica y sin dientes, que se presentó en el Teatro Real de Córdoba declarando que lo suyo “era cantar, bailar y escribir poesía”. También en Córdoba, un cuarteto de reggaeton fue sacado a empujones. “Nacimos para esto”, habían dicho antes de actuar.

¿Y si también fueran “casos sociales”? Los eliminados sin piedad ni sermones, entre risas, pueden ser personas que necesitan ayuda, aún obrando bajo el efecto de compulsión exhibicionista. ¿Y si otro de los maltratados, un tipo de musculosa autodenominado “bailarín electrónico”, por ejemplo, fuera un ex presidiario que busca redimirse a través del espectáculo, y que la tele convierte en objeto de sus burlas?

La gran sorpresa fue Gabriela Maldonado, una odontóloga aficionada al canto lírico que entonó una aria con una voz educada y solvencia profesional. Descubrió la ópera en 2002 cuando le regalaron un DVD de “La Traviata”. Vive en Jujuy y viaja a Mendoza a estudiar canto. “Dejá de arreglar dientes y cantá”, aconsejó Guerra.

“Talento argentino” es el fruto de un gran esfuerzo de producción que se sintetiza en una excelente edición: el resultado suele ser entretenido y sin ofensa al buen gusto. “Yo quiero ser famoso”, dijo un concursante, y tal vez sea una clave: hoy es difícil discernir entre un impulso artístico y la búsqueda enfermiza de alguna forma de celebridad.