Censo, participación y políticas de Estado

Los censos son herramientas indispensables para el análisis demográfico, económico y sociológico de una nación. Todo país que se respeta dispone de una información objetiva, sobre la disponibilidad de sus recursos humanos. En definitiva, de lo que se trata es de saber cómo vive la gente, cuáles son sus ocupaciones, de qué bienes carecen y disponen y cuántos habitantes hay.

Con esos datos un gobierno está en condiciones de saber dónde está parado, qué debe hacer y hacia dónde debe orientar sus recursos e iniciativas. En todos los casos, lo que se debe tener en cuenta es que estamos hablando de políticas de Estado, es decir, de políticas que exceden el marco temporal de un gobierno. Es por ello que resulta importante la participación de la población como la objetividad de los informes.

La realización del censo implica una gran movilización de recursos materiales y humanos. Se estima que alrededor de 650.000 encuestadores el miércoles saldrán a la calle para realizar las entrevistas del caso. El costo de la iniciativa supera los 160 millones de pesos. Lo que se impone en todos los casos es la colaboración de la gente y su disposición a dar los informes que se requieren.

Por parte del gobierno nacional se reclama la máxima seriedad y objetividad. Los censos son herramientas estadísticas, no recursos propagandísticos. Se exige, por lo tanto, respetar las cifras, elaborar con eficiencia la información y no pretender obtener réditos políticos con una iniciativa. Si bien en cuestiones de estadística los argentinos tienen derecho a ser algo escépticos con este gobierno, luego de las manipulaciones del Indec, hay motivos para creer que en este caso se va a proceder con la mayor seriedad posible, poniendo en evidencia lo bueno y lo malo, lo lindo y lo feo, sabiendo de antemano que las llagas sociales son problemas estructurales que trascienden una gestión gubernamental.

El Censo Nacional de Población Hogares y Viviendas es el décimo que se realiza en la historia del país y el segundo en el siglo XXI. Como se recordará, el primero se llevó a cabo durante la presidencia de Sarmiento, en 1869, y si bien no incluyó a los territorios nacionales permitió disponer de una masa de datos indispensables para el proyecto de reformas económicas y culturales previsto para la segunda mitad del siglo XIX. Los historiadores de ese período hablan de “los tres censos” para referirse a los de 1869, 1895 y 1914, que permitieron a la clase dirigente de entonces apreciar el grado de crecimiento y expansión de la economía y la sociedad.

Curiosamente los gobiernos radicales de la época y el régimen conservador de la década del treinta no realizaron censos, por lo que recién en 1947 hubo otro censo nacional.

A partir de esa fecha y en plazos aproximados de diez años, se cumplió con ese registro estadístico. En algunos casos los objetivos se cumplieron plenamente y en otros estuvieron por debajo de las expectativas planteadas. De todos modos, si bien con el avance de la tecnología la disponibilidad de recursos es mucho más amplia, no se debe perder de vista que las sociedades se han complejizado y se necesitan informaciones que en otros tiempos no eran necesarias.