Tropofonia, o la gestión ambulante

Por Fernando Callero

“La trincheta”, de Gervasio Monchietti. “El hit del verano”, de Ramiro García y Tomás Boasso. Tropofonia, Rosario, 2010.

Lo primero que llama la atención es el tipo de encuadernación y el formato en que estos dos libros se dan a la publicidad. Ejemplares encuadernados con técnicas artesanales, pequeños, de tapa dura forrada con tela y cosidos a mano, una técnica difundida por el escritor y editor porteño Lucas “Funes” Olivera, quien desde hace unos años a esta parte se ha hecho un lugar en el campo literario argentino con su editorial Funesiana, con la cual viene recorriendo el país dando talleres de encuadernación y poniendo, entre los jóvenes artistas que se avienen al modelo de agencia, recursos artesanales, valga la redundancia, al alcance de la mano.

La trincheta, de Gervasio Monchietti, es un libro dividido, gráficamente, en tres partes: “Base de corte”, “Instrucciones para escribir abuela” y “Cartografía de nieto”, pero en la dimensión semántica y formal podría reducirse a dos. “Base de corte” está constituido por piezas breves, de tono introspectivo, con un principio de economía riguroso donde reina la elipsis y las formas sentenciosas, no todas graves, ya que el humor también aparece. Son como pequeños apuntes y ensayos de investigación poética donde se interpela al lenguaje y a la vez se narra una pequeña biografía de un niño, el sistema de prescripciones que rodean a un niño, el descubrimiento paradójico de la palabra prohibido, la palabra retaceada en un universo político donde el lenguaje es la llave de acceso. Y el niño empuja para entrar porque sabe que las palabras le darán o revelarán su identidad. El problema de cuando ingresamos al umbral de la palabra y nuestra historia aparece en estos versos del remate de la primera parte:

“Hay ese túnel de árboles

en el pueblo que ya no es

hay un tejido de abuelas

hay una prehistoria

el asunto

es dónde cortar”

“Cartografía de nieto”, la tercera parte de Trincheta, es ya una historia articulada sobre los cortes que se ejercitaron al principio del libro. El personaje es la abuela, una abuela que, entre otras cosas, escribe pequeños poemas en cuadernos, pero la voz es ya del niño que devino en contador, en poeta. Se trata de un poema extenso y bellísimo, con una claridad más que auspiciosa para un primer libro de poesía.

El hit del verano, de Ramiro García y Tomás Boasso, es una experiencia muy particular de escritura compartida, sobre todo porque los poemas que componen el libro no están firmados individualmente. El mundo que discurre en los poemas, atravesado por el hit del verano, ubicuo y machacante, es un complejo social bullicioso y saturado de información yuxtapuesta. En este sentido, el poema-caligrama del final que reproduce la imagen del mapa de Argentina, es un cierre lógico y más que claro.

Los poemas de García-Boasso se estructuran de acuerdo con un recorrido fragmentado de los objetos de nuestra cultura rioplatense actual, entre los cuales se encuentran las voces, los discursos y las jergas de los diferentes estratos sociales reunidos en un gran carnaval, cuya banda sonora no puede ser otra que el hit del verano: el que bailan los negros de las villas, el mismo que enciende las fiestas de los nuevos ricos y descona los parlantes de las radios en las casas de la clase media. El shopping, las vacaciones, el mundo de Internet, las graduaciones, todo cargado en un mismo formato que se resuelve en el título de uno de los poemas: “Mp3”. Este carnaval es capitalizado en un discurso antilírico directo, áspero y corrosivo, que hace pensar en este dúo de poetas como en una banda de rock cuyo repertorio de canciones se agrupan precisamente entorno a “El hit del verano”, y está buenísimo.

El mangrullo

La pastafrola que venden en la

villa no es pastafrola.

El agua no hierve.

Hay cinco personas mirando la

cacerola.

El nene moquea en el pasillo, le

pregunta a la madre

dónde viven los peces

al lado de la carnicería, dónde va

a ser

dice el padre

mientras se rasca, digamos

“dentro de los pantalones”.

Lleva puesta la remera de una

campaña electoral.

Al lado de la carnicería no hay

lugar para la

imaginación.

Un partido de fútbol sin volumen,

el hit del verano es el mismo en

todas partes,

el agua demora por la escasa presión de gas.

Los mocos vienen por el resfrío

un resfrío se lo pesca cualquiera.

El asistente social ve un futuro desolador:

Hay mocos en la bosta.

En forma de lluvia cae la polenta.

Tropofonia, o la gestión ambulante

Sten en Nueva York. Arte Callejero.