En la política, persisten los interrogantes

El valor de los tiempos

El vacío dejado por la muerte de Kirchner genera debates tanto en el oficialismo como en la oposición. Las dudas planteadas dentro del Peronismo Federal. Parece clave la figura de Daniel Scioli en los futuros armados electorales.

El valor de los tiempos

Daniel Scioli encabezó el lunes una reunión con intendentes justicialistas de la provincia de Buenos Aires. El bonaerense quedó en los hechos al frente del PJ tras la muerte de Kirchner. Foto: DyN

Carlos Sacchetto

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Entre el desencanto de los más pesimistas que están cargados de frustraciones y la ingenuidad de muchos nuevos entusiastas, puede decirse que la política argentina vive momentos de inocultable expectativa. El vacío provocado por la muerte de Néstor Kirchner ha sido el disparador de los más variados debates acerca de los beneficios y déficits del llamado modelo que define la gestión y también el estilo o la manera con la que el oficialismo hace política. Pero hay algo que unifica a todos, y es el largo rosario de interrogantes que sólo el tiempo y los hechos podrán responder.

Pasado el primer impacto emocional, la presidenta les bajó a funcionarios y seguidores una consigna clara: es el momento de fortalecer la gobernabilidad, no mostrar debilidades y minimizar el conflicto interno del oficialismo. Según la interpretación de uno de los principales ministros del gabinete, eso se consigue incrementando la acción del gobierno, defendiendo lo hecho y ampliando la base de sustentación política. “Hay que hacer mucho, trabajar, y dejarse de alimentar intrigas palaciegas”, lo tradujeron desde un despacho vecino.

Una de las tantas preguntas que en la Casa Rosada evitan responder es quién y cómo resolverá las crecientes contradicciones que laten amenazantes en el interior del kirchnerismo. Esas contradicciones no se refieren únicamente a cuestiones ideológicas que dificultan la convivencia con visiones e intereses antagónicos, como los más radicalizados de la izquierda por un lado y la ortodoxia peronista o la burocracia sindical sedienta de poder, por el otro.

Aunque no mucho tiempo, esa pelea de fondo puede esperar. Lo más apremiante ahora es la incertidumbre que genera en la tropa la ausencia del hombre que administraba ese complejo sistema de acuerdos y alianzas en el que se intercambian apoyos y favores que van desde un subsidio a una obra pública o a una candidatura. Nadie tiene pagarés firmados para reclamar. “Como la escalera ya no está, más de uno va a quedar colgado del pincel”, comenta un viejo caminador de los pasillos ministeriales. Es fácil imaginar entonces que la acumulación de indefiniciones de ese tipo va a generar tensiones adicionales a las ya instaladas en el oficialismo.

En la vereda de enfrente

Pero el desconcierto no es patrimonio exclusivo del gobierno y sus satélites. En la oposición tampoco pueden disimular las dificultades que origina el reacomodamiento de piezas luego del sacudón del tablero que significó la muerte de Kirchner. Y es quizás en el peronismo disidente donde los replanteos adquieren mayor envergadura. La primera reunión para evaluar el nuevo escenario dejó más dudas que certezas sobre el futuro del sector. Tal vez todavía conmovidos por las escenas de dolor que exhibieron miles de jóvenes en los funerales del ex presidente, algunos integrantes de ese espacio miran con otros ojos al kirchnerismo. Es el caso de Felipe Solá y el de otros ex gobernadores y dirigentes que aunque no necesariamente planteen un salto hacia el oficialismo, sueñan sí con una eventual unificación peronista.

Ese pensamiento unificador crea condiciones para la construcción de puentes. “Si de todo lo que le criticamos, el kirchnerismo se mostrara dispuesto a cambiar sólo el 30 por ciento, apoyaríamos la reelección de Cristina y es obvio que juntos ganaríamos con facilidad”, confesó en voz baja un conocido operador del llamado Peronismo Federal. Pero en ese espacio no todos piensan igual. Los más duros creen que la presidenta le dará continuidad al estilo confrontativo y responderá más a los sectores radicalizados que al ideario peronista. Entonces, ya piensan en otras alternativas. ¿Cuál, por ejemplo? Definirse como centro derecha y apoyar la candidatura de Mauricio Macri, a quien ven con posibilidades de ofrecerle al electorado nacional una opción válida. Aunque el jefe de Gobierno porteño es casi desconocido en el interior, consideran que en ese eventual escenario el radicalismo no tendría chances y que en una segunda vuelta la moderación triunfaría.

Ambas líneas del peronismo disidente miran también con interés a un tercer protagonista de esta historia por venir. Creen que Daniel Scioli se convertirá en una especie de fiel de la balanza. Y razonan que si el actual gobernador bonaerense permanece junto al oficialismo, las chances de arrebatarle la presidencia a Cristina serán mínimas. En cambio, se ilusionan con que el gobierno extreme su intolerancia y fortalezca aún más el vínculo con Hugo Moyano, lo que impulsaría a Scioli a abandonar las filas kirchneristas. En ese caso, lo ven como un candidato natural del espacio.

El tiempo de las señales parece estar en marcha. Todavía falta que llegue el crucial tiempo de las definiciones

Para Carrió, escenario más tranquilo

Elisa Carrió reapareció hoy en dos diarios porteños, aunque con escasas declaraciones. La legisladora y líder de la Coalición Cívica no rompió su alojamiento en un spa cordobés por la muerte de Néstor Kirchner y cumplió su compromiso de estar un mes en ese lugar en Córdoba para desintoxicarse del estrés. Volvió con algunos kilos menos a Buenos Aires, con optimismo sobre el futuro político del país y pidió respeto por el dolor de la presidenta de la Nación.

“Va a estar todo bien, el futuro está abierto”, les comenta a los propios, según el diario Perfil

Con el diario La Nación, la líder de la Coalición Cívica sólo aceptó hablar de la presidenta Cristina Kirchner en términos personales. Es decir, nada de evaluación política y mucho de opinión sobre la postura presidencial en relación con la muerte del ex presidente Néstor Kirchner. “No hizo el duelo, que tiene sus tiempos y su proceso normal. Y eso se paga”, afirmó.

Sus allegados dicen que a Carrió la pone mal “ver a la presidenta en dos, tres, cuatro actos al día. Eso va contra los ritos que las religiones imponen al duelo. Mostrar debilidad o tristeza no le haría mal; al contrario, le daría más fuerza”.

Carrió justificó su silencio en los funerales de Néstor Kirchner. “Mi silencio tiene que ver con el respeto hacia quienes sintieron dolor. Lo normal es lo que hice”.

La líder retomará el lunes sus actividades políticas y postergó hasta diciembre definiciones sobre política.

“Que la sociedad esté tranquila y segura. Más allá de las dificultades, el futuro de la Argentina es muy bueno”, le dijo a La Nación.