Festival de Cine de Mar del Plata

Susto, gala sobria y la película de apertura

1.jpg

Stephen Dorff es el actor protagonista de “Somewhere”, de Sofia Coppola, que inauguró el festival. Foto: Archivo El Litoral.

Roberto Maurer

(Enviado especial)

Antes de que comenzara oficialmente la programación de las 314 películas del 25º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, en la mañana del día de su inauguración, aullaron las sirenas de patrulleros, bomberos y ambulancias, mientras un helicóptero sobrevolaba el mar poblado por lanchas en acción a la altura de la Bristol, ante una multitud agolpada en el Bulevar Marítimo. Los altavoces truenan anunciando dramáticamente que ya se han rescatado tres víctimas de la explosión. Unos minutos después, vemos pasar cuerpos en camilla trasladados por enfermeros de la Cruz Roja. El sol brilla, indiferente al pánico. Pero la tragedia se desarrolla con música de fondo. ¿Una catástrofe musicalizada, como en los noticieros de la tele?

“Es un simulacro”, nos dice un espectador, que omitió la palabra “idiota”. Era una puesta en escena de la Prefectura Naval Argentina. Una ficción. Sólo faltaba que las víctimas saludaran desde las camillas, en un operativo que resultó más entretenido y dramático que la película de Sofía Coppola seleccionada para inaugurar el Festival, esa noche, en el Auditorium, al cual siempre se nombra en latín, no sabemos por qué.

Fue una ceremonia sobria, precedida por un lunch, en el gigantesco palier desde donde los estómagos llenos pasaron a la sala. No se presentaron los habituales números artísticos, aunque sí hubo discursos de los funcionarios encabezados por el gobernador Scioli, que se refirió a su preocupación por la cultura. Se proyectó un corto de la desaparecida Clara Zapettini sobre el cine argentino, una recopilación convencional de archivo, y fueron presentados apenas cuatro de los jurados. El cholulismo sufrió una decepción: no se detectaron rostros de famosos, salvo el de Graciela Borges, elegida para decir unas palabras, sola, desde el escenario. Como siempre, fueron muy festejadas las gracias de José Martínez Suárez, el anciano presidente del festival. El ambiente era entusiasta y de aplauso fácil.

Como cierre se proyectó fuera de competencia el filme “Somewhere, en un rincón del corazón”, de Sofía Coppola, la hija de Francis Ford, y reciente León de Oro en Venecia, el retrato de un actor popular de Hollywood sometido a la vida deshumanizada que propone la oferta continua de chicas fáciles, orgías, pastillas, alcohol y desplazamientos en Ferrari, mientras sus empleadores del cine le programan ruedas de prensa, sesiones de fotos y viajes internacionales. Es decir que es dueño de aquello que los demás envidian, pero que no sirve para ser feliz, nos descubre Sofía Coppola, cuyo protagonista sufre una existencia vacía, donde el amor sólo es encontrado en la relación con su hija de once años. Nada nuevo, demasiado descriptivo y Sofía Coppola ya lo había dicho en “Perdidos en Tokio”.