Al margen de la crónica

Encuentran nuevas virtudes a la aspirina

Los mayores de 45 años deberían pensar en tomar una pequeña dosis diaria de aspirina para protegerse de las enfermedades cardiovasculares y del cáncer, según las conclusiones de un panel de expertos que se reunió en Londres.

Según los participantes en un acto de la Real Sociedad de Medicina de Gran Bretaña, cada vez hay más pruebas de que los beneficios de la aspirina para la gente de mediana o mayor edad superan a los eventuales efectos secundarios.

Un estudio de científicos de la Universidad de Oxford (Reino Unido) publicada en la revista médica The Lancet indica que tomar diariamente 75 miligramos de aspirina durante cinco años reduce en un 25 por ciento el riesgo de enfermar de cáncer del colon y en un tercio las muertes por esa causa.

Estudios anteriores señalan que una pequeña dosis diaria de aspirina podría reducir el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares. Según el estudio publicado en The Lancet, un mayor recurso a las aspirinas podría salvar miles de vidas al año.

El profesor Peter Rothwell, neurólogo de Oxford que dirigió el estudio sobre el cáncer colorrectal y participó en el debate, dijo que había comenzado el mismo a tomar su dosis de aspirina. “Sospecho que dentro de cinco o diez años, estaremos recetando aspirinas a las personas de mediana edad y no sólo por los beneficios vasculares que se conocen”.

Según Rothwell, sería “sensato” que las personas comenzasen a tomar aspirinas a los 45 años porque entre los 40 y los 55 años aumenta significativamente el riesgo de enfermar de algún tipo de cáncer.

El profesor Peter Elwood, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Cardiff (Reino Unido), que dirigió el primer estudio sobre los efectos de la aspirina en las enfermedades cardiovasculares, afirmó que “estamos ante un hito de enorme importancia para la comunidad en general”.

Otros expertos advierten, sin embargo, de que la aspirina puede doblar la incidencia de las hemorragias gastrointestinales, que es actualmente de una por mil personas al año.

Según el profesor de genética John Burns, de la Universidad de Newcastle (Reino Unido), “el problema es que si recomendamos algo a toda la población, vamos a ver los efectos secundarios”.