Al margen de la crónica

Huevos de oro

Por estas horas, y por la módica suma de 200.000 euros, fueron subastadas un puñado de fotografías “hasta ahora desconocidas” de Michael Jackson por 200.000 euros. Parece que el precio más elevado fue por unas fotografías en formato grande, que oscilaron entre 9.000 y 31.000 euros y fueron realizadas por el fotógrafo francés Arno Bani. En una de ellas, el fallecido rey del pop aparece caracterizado como “Peter Pan”, con un ojo pintado de azul. En total, se pusieron a subasta anoche cuatro retratos gigantes, 55 copias y 31 hojas de contactos. El precio de salida para los cuatro retratos fue de 1.000 euros, y el de las copias y las hojas de contactos de 500. Pero más allá de las cifras, el concepto que flota es que la muerte de alguien famoso, lejos de matar a la ponedora de huevos de oro, genera un valor extra a los “huevos” que en forma real o ficticia produjera en vida la “gallina” en cuestión...

Veinticinco años después de su muerte, alguien encontró, desenterró, emprolijó y editó un manuscrito de Ernest Hemingway -El jardín del Edén- que llevaba orgulloso en la tapa el apellido del célebre escritor. Milagro de la genética, por lo menos de la genética del marketing y de los negocios, ¿quién no compraría una novela que escribió Hemingway, o un cuadro que pintó Rembrandt o un boceto de Da Vinci, días, años, siglos después de desaparecido su autor?

Por estos días también analizan unos trescientos grabados y dibujos “de Picasso” y así sucede y sucederá con cada uno de los artistas en los más diferentes rubros. En muchos casos, como en la edición póstuma de Poeta en Nueva York, de García Lorca, cuyo manuscrito viajó de océano a océano, hay un interés bibliográfico y una declaración de respeto por tratar de traer y actualizar tan fidedignamente como se pueda una versión que estaba todavía con tachaduras y correcciones de puño y letra del autor. Eutimio Martín tuvo a su cargo una prolija edición crítica que por lo menos, registraba las opciones que el propio escritor dejó pendientes y explicaba por qué se optaba por una u otra. Pero es una rara excepción.

Conforme nos metemos de lleno en un objeto de pasión y culto -como puede serlo el pobre de Michael Jackson-, las cuestiones intelectuales y pruritos, los cuidados desaparecen y sólo se piensa en exhumar algo “con forma de” huevo de oro supuestamente producido todavía por la gallina irremediablemente muerta, pero sostenida “viva” con cualquier argumento y mecanismo. Pueden ser fotos, canciones, anotaciones manuscritas (que luego encontrarán un experto que certificará su autenticidad), un video casero, un texto olvidado en un cajón, un boceto, un cuadro... Son tan originales estas copias al infinito, son tan creativas algunas, que merecerían sus autores ser ponedoras de huevos de oro, tanto como el ave que imitan...