De Juan Eusebio Nieremberg

Un incunable con acento argentino

El desarrollo que alcanzaron los pueblos originarios del nuevo continente a partir del trabajo de las misiones jesuíticas en un libro.

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Nanzi Sobrero de Vallejo (*)

Bajo el título “El primer incunable del Río de la Plata” el diario La Nación (29-12-10, Pág. 11) anuncia la presentación de la edición facsimilar del libro “De la diferencia entre lo temporal y lo eterno”, del padre Juan Eusebio Nieremberg de la Compañía de Jesús impreso en 1705 en la misión jesuítica de Loreto, hoy Misiones.

“Se trata de un regalo al país por el Bicentenario del Instituto Bonaerense de Numismática y Antigüedades con el aporte de la Bolsa de Comercio de Rosario y Buenos Aires. La edición tiene una introducción del padre Fernando Gil, vicedecano de la Facultad de Teología de la UCA y un CD de la edición en español impresa en Amberes en 1684, que sirvió de base para la traducción al guaraní...”. “Es una valiosa pieza para comprender el desarrollo que alcanzaron los pueblos originarios del nuevo continente a partir del trabajo inconmensurable de las misiones jesuíticas”.

A través de dicho anuncio cobra vigencia la publicación de este diario del 30 de noviembre de 2007 de un artículo que habíamos titulado “Un incunable argentino”.

Valiéndose de una investigación iniciada para su trabajo sobre “Las Primeras Ilustraciones en el Río de la Plata” publicado en Summarium I (Ed. Bco. Bica. S.Fe. 1994) del Centro de Investigaciones Estéticas de Santa Fe narrábamos las características de esta valiosa y antiquísima publicación.

“De padres alemanes, Juan Eusebio Nieremberg y Otín (1595-1658) inició la tarea con la inestimable colaboración de otro clérigo también jesuita, el español José Serrano. A este sacerdote le cupo la responsabilidad de traducir el texto al guaraní, dado el gran interés de los religiosos por todo lo concerniente a la guía espiritual de los pueblos originarios. Su traducción a la lengua vernácula posibilitaba la transmisión a la población, compuesta en esa época por más de cien mil habitantes ávidos de enseñanzas, de su contenido espiritual sin “intermediarios’ ”.

Características del libro

“La primera edición española (Madrid 1640) fue traducida a varias lenguas. En 1684, se autorizó su publicación en Amberes, la que nos interesa particularmente no solamente por haber sido utilizada por Serrano para su traducción, sino porque está ilustrada con grabados del belga Gaspar Bouttas que sirvieron de modelo para la reproducción y recreación por parte de nuestros indígenas.

“La edición está compuesta por cinco libros que suman en total seiscientos cincuenta y cinco páginas dispuestas en dos columnas organizadas por capítulos en los que se desarrollan temas referentes a los bienes eternos y temporales, el juicio de Dios, la grandeza de las cosas eternas y la infinita gravedad del pecado mortal, entre otros. Todo un compendio que intenta reflexionar sobre la fe, la vida espiritual y las verdades que difundieron Jesús y sus apóstoles”.

Las sorprendentes ilustraciones

El diario La Nación indica que fue “ilustrado con grabados realizados en las reducciones” capítulo en el que explicitábamos que “fueron copiadas de los originales de Bouttás. Emplearon la técnica del aguafuerte demostrando destreza en el uso del buril, correcta dosificación de los valores y equilibrio en la composición. Por la calidad no siempre uniforme de las ilustraciones, se evidencia la intervención de varias manos que dotan de singular plasticidad a algunas y en otras trasmiten modestamente la fuerza de las que le sirvieron de guía”.

“Esta tarea ilustrativa fue realizada en forma anónima. Una sola lámina, la dedicada en las primeras páginas al general de la compañía P. Tirso González lleva la firma de Juan Yaparí”, destaca.

Luego describe que “en las escenas que reproducen aspectos de la vida temporal y eterna sorprende la capacidad que tuvieron los nativos para reproducir elementos desconocidos por ellos y de una cultura que no les era propia o simplemente modificando rasgos por otros que les eran familiares. Así reprodujeron fortalezas, navíos, edificios, ropajes, maquinarias, estilos arquitectónicos que nunca vieron. Otras veces se apartaron del modelo incorporando elementos de su entorno afines a su cultura o reemplazando elementos extraños por aquellos que les eran familiares. Algunas Letras Capitulares y pocas viñetas de dispar resolución plástica sirven de apertura y cierre a los cinco libros mencionados que componen el total de la obra”.

La custodia de nuestros ejemplares

Coincidiendo con lo expresado por el artículo citado, manifiesto que “dos volúmenes se encuentran en nuestro país. Uno solo de ellos -dispuesto (y digitalizado) para la consulta pública- pertenece al Complejo Museográfico Enrique Udaondo, archivo Estanislao Cevallos de Luján que lo recibió como parte del legado del estudioso Enrique Peña. El segundo pertenece a la colección del Sr. Horacio Porcel”, según la información recabada en el citado Museo.

Gratifica conocer la decisión tomada respecto de tan importante trabajo de edición que se remonta más allá del nacimiento de nuestra patria, que emergió en plena selva, producto de la tenacidad de la obra jesuítica y la confianza depositada en la capacidad de nuestros pueblos originarios. Y como dice Mariano de Vedia, autor del artículo aludido, “resulta oportuno rescatarlas hoy, como forma de revalorizar los orígenes de la patria”.

(*) Las ilustraciones que acompañan la nota pertenecen a la autora y fueron facilitadas oportunamente por el Complejo Museográfico Enrique Udaondo de Luján (Provincia de Buenos Aires).

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