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Una palabra de aliento y el rezo del Rosario sirven de consuelo para sobrellevar un triste momento.

El Servicio Sacerdotal de Urgencia Santa Fe cumplió 35 años brindando asistencia espiritual y sacramental gratuita a enfermos y necesitados graves. Laicos y sacerdotes realizan este servicio ad honorem, cada noche, de 21.30 a 6.

TEXTOS. REVISTA NOSOTROS. FOTOS. PABLO AGUIRRE.

Un oportuno consuelo que reconforta el alma

Desde hace 35 años, los santafesinos sabemos adónde recurrir cuando atravesamos un momento angustiante en el que necesitamos una ayuda espiritual para un familiar enfermo. Sabemos que los voluntarios del Servicio Sacerdotal de Urgencia (SSU) están pendientes cada noche -entre las 21.30 y las 6- de quienes llaman por teléfono buscando a un sacerdote que les brinde esa asistencia y contención, además de los sacramentos que sean requeridos en cada caso.

Esta institución católica -integrada por sacerdotes y laicos al servicio de Dios- festejó en 2010 sus 35 años de servicio a la comunidad santafesina y santotomesina y renovó su compromiso para continuar con esta acción altruista.

En la primera guardia -realizada el 20 de junio de 1975- participaron el fallecido Pbro. Edgardo Trucco y los laicos Santiago Tracy y Pelegrino Testoni, según consta en la primera hoja de los libros de guardia del SSU Santa Fe. Y esa misma noche se atendió el primer llamado.

Pero esta iniciativa no era nueva en nuestro país sino que venía replicándose para responder a esta necesidad de la comunidad, según comentaron Norberto Bolado y Omar Werlen, presidente y vice de la institución.

“El SSU surgió hace 55 años en la ciudad de Córdoba. Un abogado, una noche, tenía a su padre que se moría y no encontró a un sacerdote para su atención. No podía entender que hubiera guardias médicas y de farmacias pero no de sacerdotes. Entonces se le ocurrió esta idea, la consultó con el obispo y así nació el Servicio. La primera guardia fue el 26 de octubre de 1952”, reseñaron.

Y agregaron: “Después se fue extendiendo en Buenos Aires y otras ciudades y hace 35 años comenzó en Santa Fe. Santiago Tracy era un santafesino que -por trabajo- había sido trasladado a Tucumán y de allá trajo la inquietud de formar un grupo de voluntarios. Se reunió con unos amigos y empezaron a organizarse. Le comentaron la idea al entonces arzobispo Monseñor Vicente Zazpe, quien les dio el visto bueno y empezaron a funcionar”.

AD HONOREM

De los 40 ó 50 voluntarios iniciales, el SSU Santa Fe cuenta hoy con 130 laicos y 31 sacerdotes -“todos hombres, una condición de la institución”, aclararon-, quienes todas las noches del año están pendientes de los llamados de la comunidad.

“Ingresamos al grupo por amigos”, reconoció Norberto Bolado, quien es voluntario desde hace 33 años, “toda una vida”. Asimismo, mencionó que “cuando tenemos reuniones de la iglesia tratamos de ver a personas que estén comprometidas y las invitamos a participar. A veces, hemos invitado a algunos familiares de enfermos. Tratamos de ir preparándolos algunas noches y después van quedando como voluntarios oficialmente. La gente responde muy bien”.

Los turnos de guardia están formados por un sacerdote y 3 ó 4 laicos, quienes ponen a disposición sus vehículos particulares para llegar hasta el lugar adonde son requeridos.

“Por lo general, los llamados son de los hospitales y algunos geriátricos pero también hay de casas particulares. Nos contactamos con los enfermeros y enfermeras de las terapias, los que nos hacen de nexo con las familias que necesitan de nuestro servicio. Esto nos ayuda muchísimo porque, cuando la gente está en esa situación, no se da cuenta de que puede tenerlo”, aseguraron.

Pero aclararon que “acompañamos al sacerdote a la terapia cuando nos dejan entrar (muchas veces esto no ocurre) pero generalmente si hay familiares afuera nos quedamos con ellos, orando y acompañándolos. El sacerdote puede confesar al enfermo si está consciente y darle la Comunión. En algunos casos se ha bautizado a bebés recién nacidos que han estado en una emergencia y, a veces, no fallecieron. Esto también reconforta”.

ASPECTO RELIGIOSO

A un año de iniciada la tarea, monseñor Zazpe advertía -según consta en una publicación de la institución- que “este breve período de tiempo ha permitido descubrir la eficacia del Servicio en orden a la Gracia del Señor. No sólo deben contabilizarse los llamados a la sede sino también la nueva mentalidad que ha logrado formar la presencia del Servicio. Desde su fundación, ha crecido en el medio capitalino la convicción de cubrir esa dimensión religiosa del enfermo y del moribundo, que se había oscurecido de manera alarmante”. A los 5 años se amplió el radio de acción del SSU a la ciudad de Santo Tomé.

Los llamados son muchos, incluso varios por noche (han llegado a tener doce), motivo por el cual el grupo que está de guardia tiene que concurrir al primer lugar y, cuando se desocupa, llamar a la sede del SSU para ver por dónde seguir el itinerario.

“Lo importante es que estamos trabajando de noche en un momento difícil, donde hay que dar claridad. Gracias a Dios nunca tuvimos problemas de inseguridad, en tantas guardias que tuvimos. Lo fundamental es que tenemos uno solo que nos agradece, que es el Señor, ya que por lo general esta gente está inconsciente. Esto gratifica y reconforta”, destacaron.

En este sentido, plantearon que “hay barrios en donde a veces hay problemas para ingresar. Pero nos encomendamos al Señor para llegar y, generalmente, hay un familiar que nos espera en la avenida, alguna esquina, la parroquia o la escuela para poder entrar. En varias oportunidades nos ocurrió que el sacerdote había estado en esa comunidad y eso nos permitía ingresar, ya que -al igual que las religiosas- son muy respetados por la gente en los barrios”.

Y concluyeron: “Lo fundamental es que cuando llegamos a nuestras casas después de las guardias sabemos que somos limitados y no infinitos. Hay que destacar la ayuda de nuestras familias para hacer este voluntariado. Tuvimos épocas en que nuestros hijos eran chicos y estábamos toda la noche afuera. No es fácil hacer esto durante 20 ó 30 años todas las noches. Tenemos un día fijo al mes para hacer nuestras guardias pero si falta alguien y no conseguimos un reemplazo tenemos que cubrirla nosotros, porque somos los responsables. Hay mucha gente que sale del servicio y se va a trabajar”.

Cabe mencionar que, desde 1999, las mujeres, esposas y familiares de quienes hacen las guardias colaboran con la institución agrupadas como Subcomisión de Damas del Servicio Sacerdotal de Urgencia, y se encargan de ciertas actividades particulares de la institución.

SEDE PROPIA

Así como se fueron sumando voluntarios para realizar esta actividad altruista, la institución también fue progresando hasta conseguir una sede propia.

“Empezamos en una casa de la Acción Católica Argentina, en San Jerónimo 2670, en un garaje. Pero como tuvieron que remodelar la casa nos pidieron el lugar. Ahí nos dieron asilo las monjitas de San Vicente de Paul, adonde tuvimos dos piecitas pequeñas. Luego de unos años también remodelaban el lugar y fue cuando hicimos un pedido a una institución alemana que colabora con las instituciones sin fines de lucro (Kiche in not Ostpriesterhilfe), donando dinero para hacer obras. Nos dieron 12.000 dólares y con eso compramos la casa adonde funciona la sede desde hace más de 20 años, en Rivadavia 5543”, recordaron.

Sin embargo, aclararon que “la condición para la donación era que había que celebrar 1.000 misas por los caídos en la guerra. En ese tiempo, nuestro asesor era el Padre Trucco y habló con cada sacerdote de la ciudad para que cada uno celebrara cierta cantidad de misas y, así, completar las 1.000”.

El dinero que reciben de la cuota de los 130 socios y de algunas actividades que organizan para juntar fondos -como sus tradicionales almuerzos- sirven para mantener la sede de la institución y pagar los gastos propios de su funcionamiento. Éstos también sirvieron para recuperarla cuando sufrió los embates de las dos inundaciones que padeció nuestra ciudad: en 2003 y 2007. Pero siempre es necesaria más ayuda y socios, acotaron.

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Voluntarios del SSU reciben en la sede de la institución los pedidos de asistencia.

SINCERAS SEÑALES

“El cambio que podemos ver en el enfermo cuando el sacerdote empieza a rezar es increíble”, reconocieron los integrantes del Servicio Sacerdotal de Urgencia de Santa Fe, quienes advirtieron que “tienen otra respiración o, a veces, si están con el respirador, se calman”.

Y recordaron una anécdota: “Una vez, en un sanatorio de la ciudad, una mujer grande estaba inconsciente (cuando una persona está en esas condiciones lo último que pierde es el oído) y le dijeron que había llegado el sacerdote para acompañarla y llevarle a Jesús. Cuando empezaron a rezar levantó una mano. Fue ahí cuando las enfermeras se arrimaron a rezar junto a ella. Son señales que nosotros no necesitamos, pero nos ayudan muchísimo”.

Por otra parte, plantearon que “en el Servicio hemos tenido llamados falsos, pero tratamos de confirmarlos antes, pidiendo teléfonos a quienes nos llaman. Antes se daba mucho esto pero ahora no tanto. Incluso, muchos llaman diciendo algunas “cositas’ pero no les cortamos porque a veces se comunican porque nos necesitan. Pero después fueron tomando conciencia y no llaman más haciendo bromas”.

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Esta actividad reconforta a quienes integran el Servicio Sacerdotal de Urgencia.

PREMIO

El 17 de noviembre de 1998, el SSU de Santa Fe recibió el Premio a la Excelencia por la obra que realiza en la comunidad en bien de los enfermos.

EN PARANÁ

El SSU de Santa Fe colaboró con la formación de un grupo similar en la ciudad de Paraná, en 1994.

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