La Escuela de Música cerró su año aniversario

Por 50 años más de música

Durante 2010, el organismo creado por el maestro Roberto Benítez festejó su medio siglo. Aquí, un balance y las perspectivas para el futuro.

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El reconocido Luis Gorelik trabajó junto a la Orquesta Juvenil y coronó la tarea con un concierto, en uno de los puntos altos del año pasado. Foto: Flavio Raina

Ignacio Andrés Amarillo

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Con el objeto de repasar los festejos por los 50 años de la Escuela de Música 9.901, y analizar las perspectivas de un trabajo continuado, El Litoral dialogó con Alberto Canto y Norberto Juez, director y vice de la desconocida institución.

—¿Cuál es el balance del cincuentenario?

Canto: —Fantástico. Se trabajó con muchas ganas, en eso siempre somos de laburar, años atrás hubo muchas actividades. A lo mejor ahora ganamos en que se planificaron un poco más antes, sobre todo la parte de conciertos. Y pudimos hacer cosas con otras instituciones: con la Sinfónica hicimos el concierto del Bicentenario, con la Universidad el Musicalia y cursos conjuntos; con el Instituto Coral, con las orquestas sociales y barriales, con la Municipalidad. Después los solistas que se han sumado, y la Orquesta de Ex Niños.

—¿Cómo fue el proceso de gestación de esa orquesta?

Juez: —Siempre que llegamos a un año con cero planteamos llamar a la gente que pasó por la escuela, porque sabemos que queda adentro en el recuerdo, son momentos gratos para la mayoría. Dijimos vamos a convocar y ver qué se puede hacer. Por ahí cada uno tenía su expectativa.

La primera convocatoria fue “vamos a juntarnos, a vernos, tomar mates y ver fotos viejas”. Y muy de a poco fue ganando la idea de “hagamos una orquesta con lo que tengamos”, mezclando (eso fue lo más lindo) todas las generaciones, de las cinco décadas; y juntar a los que se dedicaron a la música profesionalmente con los que no.

Obviamente había muchachos, los que están en la profesión, que leían. Y hubo gente que se compró el instrumento, se puso profesor, un nivel motivacional enorme por las ganas de volver a vivir un momento que evidentemente fue importante en su vida.

Y se decidió tomar de cada década, de cada generación, alguna obra que sea representativa, un “hit”. Fue pasando bastante gente, por ahí nunca conseguimos juntarnos todos en una oportunidad. Pero existe el riesgo de que siga la idea, juntarnos una vez al año y comer un asado y hacer un concierto.

Canto: —La primera convocatoria justo con la fragilidad de salud que tenía en ese momento Roberto (Benítez), y cuando se concretó hacía cuatro días que había fallecido (el 16 de marzo). Yo creo que eso fue un quiebre, y más hizo querer hacer el homenaje: tanto que el 31 de marzo estaban tocando, en un concierto interno.

—Es loco que Benítez no haya llegado a vivir el cincuentenario.

Juez: —En una de esas él no quiso... No, era una muerte anunciada, ya venía mal. A nosotros nos hubiera gustado que esté físicamente, porque por ahí andaba.

Canto: —Un reencuentro, un reconocimiento público en vida siempre es mejor.

Juez: —A alguno le puede quedar la duda de si lo hizo porque se murió, pero lo íbamos a hacer igual. Pasa que la desaparición física de él agigantó un poco la cosa.

Canto: —Afortunadamente el hijo y la señora pudieron estar en el concierto aniversario, y están muy contentos.

Magia y recuerdos

—¿Cómo se genera esa mística de la escuela, que hace que la gente siempre quiera volver?

Canto: —Es casi como el club de barrio. Si te criaste en un club al que ibas con tus amigos a nadar o a jugar al tenis o al frontón te desarrollaste, aprendiste muchísimas cosas para la vida, más importantes por ahí que lo que aprendés en la escuela.

Juez: —La música es el vehículo y la excusa. Nosotros estamos ayudando a los padres a formar personas, y en lo posible personas buenas y con valores. Podés utilizar muchísimas cosas de la música para ayudarlos en la formación en cuando a la disciplina, la puntualidad, el compañerismo, la responsabilidad.

Los menos son los que siguen profesionalmente, y menos son los que se reciben en la escuela. Pero la escuela está para todos.

—Los que se dedicaron a la música destacan académicamente a la escuela.

Canto: —Lo importante sobre todo para los chicos más chicos son esas vivencias que te marcan para toda la vida. Pero que a su vez esos primeros pasos estén más o menos bien dados, para que el que elija seguir profesionalmente no tenga que volver a empezar.

Juez: —Es un lugar distinto. Los chicos son chicos, y ellos no dicen el director: somos Alberto, Norberto, Diana, Gabriela; somos casi 450 personas que interactuamos y convivimos ahí, todos nos conocemos por el nombre y compartimos los espacios sin invadirnos. Los chicos se siente respetados, queridos.

Canto: —Se sienten como en su casa. Vos dejás tus cosas en el aula y es muy raro que te falte algo. Por ahí van a otros lugares y les faltan cosas, el celular, y se sorprenden.

Sentirse contenidos, respetados, sentirse personas, no un número. Aunque no quieras, después te das cuenta de lo valioso que fue eso. Benítez nos iba a buscar a nuestra casa, porque no íbamos más. Decía “necesito un cello”; mentira, estaba tirando una puerta de ingreso nueva.

Juez: —Cuando se terminó la Orquesta Juvenil, yo había dejado la música: tenía 18 años y dije “ahora qué hago”. La música me gustaba, pero para mí era la motivación para reunirme con mis compañeros, ver las chicas, salir del ensayo de los sábados a la tarde para ir a tomar un liso.

A los dos años Benítez me fue a buscar a mi casa y me dijo: “Vino Washington Castro, se va a hacer cargo de nuevo de la Sinfónica y quiere escuchar gente”. Me insistió tanto que me daba vergüenza decirle que no, más que ir. Y acá estoy.

Seguir adelante

—¿Cómo van a encarar el 2011?

Canto: —Debería ser un año sabático (risas) y descansar... cosa que no vamos a hacer por supuesto. Sí vamos a tratar de hacer una programación interesante, un poco menos intensa.

Juez: —Un poco más ajustada a las posibilidades.

Canto: —Sí, porque esto fue con muchísimo lomo extra. Pudimos hacerla, queremos seguir trabajando pero un poco más ordenados, con tiempos de descanso.

—Ajustarse al presupuesto...

Canto: —Lo más importante es tener el objetivo claro. Hay gente que está acostumbrada al subsidio y si no hay no se hace nada. Reconozco que podría haber más inversión del Estado, pero la inversión que hace no es poca, en sueldos, infraestructura.

Por ahí necesitaríamos un extra para hacer la extensión, traer un profesor de afuera, hacer un curso... Alguien significativo en cada instrumento, porque para darle una oportunidad a todos tendríamos que estar haciendo 15 cursos con distintos profesores.

Se produce, se toca: hay que mostrarlo. Si tenés una orquesta sinfónica, y está trabajando (Luis) Gorelik o alguien de esa talla, no vas a hacer un conciertito interno. Lo hacés en un teatro, y hay que filmarlo, con un sonido profesional, y hacer fotos. Y se va sumando.


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La pasión por la música reflejada en los rostros de los jóvenes intérpretes.

Foto: Flavio Raina

Necesidades

—¿Cómo es la situación de la escuela?

Canto: —Siempre hacen falta instrumentos. Ahora estamos teniendo un cuello de botella en el espacio de la escuela, a nivel edilicio, y en ciertas áreas las horas cátedra, que son el tope para no poder recibir más alumnos. Y tenemos mucho mobiliario vetusto. Y el edificio no da para seguir construyendo.

—¿Se habló de un nuevo edificio?

Canto: —No. Para los 15 años Sylvestre Begnis compró una casa para la Orquesta. Ahora cumplimos 50: espero que en los próximos 50 años se dé el nuevo edificio. Se ganó el derecho.