Una opción para disfrutar del verano en Santa Fe

Kayaks: el río como una aventura

para “desenchufarse” de la ciudad

De la redacción de El Litoral

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Una “pala” con cucharas en los extremos, que hace de remo. Un bote liviano de unos 5 metros. Y las ganas de emprender la aventura de descubrir los recovecos del río, el jugueteo del viento sobre el oleaje, el paisaje costero. Eso es todo: para hacer kayak no se necesita mucho más. Quizás por eso, esta actividad de canotaje -relativamente nueva en una ciudad surcada desde siempre por vías fluviales- se esté convirtiendo en una opción cada vez más elegida en el verano por los santafesinos de todas las edades.

Los esquimales que hace 3 mil años usaban pequeñas piraguas para transitar por los lagos más gélidos del extremo norte jamás se habrían imaginado que este pequeño transporte náutico, inventado para la supervivencia, se utilizaría, en el siglo XXI, con tantas y tan diversas finalidades: recreación, diversión, entrenamiento, contacto con la naturaleza viva, entrenamiento competitivo. Y hasta para algo terapéutico como la descarga físico-emocional, esa descarga que lleva a “desenchufarse” por un rato de la ciudad, de sus absorbentes rutinas y desgastantes exigencias.

En el Club Náutico Azopardo se dicta el curso de kayak desde hace varios años. Hoy congrega a más de 200 practicantes de todas las edades: van niños desde los 8 años hasta adultos mayores de 60. “El número de inscriptos crece año a año. En los últimos meses es mucha la gente nueva que se sumó. A veces nos encontramos con que no nos alcanzan los botes”, se sorprenden Raúl Villalba y Ezequiel Chávez, instructores de esta disciplina.

El Quillá también ofrece la enseñanza de kayak. Allí asisten cerca de 20 practicantes del nivel inicial, y 15 jóvenes que se entrenan fuerte en el nivel competitivo. “En el inicial vienen principalmente pibes de 8 a 14 años. Pero también se están sumando adultos, que empiezan canotaje con un fin estrictamente recreativo”, resume Gabriel Cipolatti, instructor. Hay que agregar al Club Belgrano, donde también se puede practicar la disciplina.

¿Qué busca el santafesino que practica kayak? “Hay que hacer una diferenciación por grupos de edad. Por ejemplo, los más chicos vienen en grupo, más que nada a divertirse, a jugar. Hay un grupo de jóvenes que toman la actividad como un entrenamiento, como un deporte competitivo”, expresan los profes. Y el grueso de los adultos y mayores busca al kayak como línea de fuga transitoria: “Mucha gente lo usa como descarga. Viene y dice: “Bueno, salgo un poco del trabajo, me voy al río, remo 40 minutos y me desconecto de todo’”.

Ventajas

Esta actividad de canotaje tiene muchas ventajas físicas: por el remo, se trabaja principalmente sobre el tronco superior (hombros, brazos, tórax), y también en las extremidades inferiores. “Al ser un deporte sin alto impacto, las articulaciones no sufren para nada. No hay demasiado desgaste ni exigencia física, entonces la gente mayor lo puede hacer tranquilamente. Tiene más regulación en la intensidad; puede ser muy suave para los recién iniciados, o muy fuerte en el nivel competitivo”, explica Villalba.

Pero también hacer kayak sirve para la recreación y la distensión. La gente busca mucho el contacto con la naturaleza; el olor del río, el verde de la flora lagunera son una válvula de escape al cemento y el ruido urbano. El “desenchufe” se completa con la gratificante descarga adrenérgica que otorga el ejercicio del remo, a nivel físico y mental.

“Además, al Azopardo viene un grupo especial que está haciendo un tratamiento por adicción. Acompañados por un terapeuta, estos chicos toman la actividad de canotaje como un medio de despeje mental. Hay un beneficio terapéutico en el kayak, y esto está bueno: saber que hay gente que necesita del río para sentirse mejor, y que en él encuentra ese beneficio”, coincidieron los instructores.

Son varios los clubes náuticos que ofrecen la enseñanza de este tipo de canotaje. La actividad otorga beneficios físicos, recreativos y emocionales. Y un encuentro con el paisaje vernáculo.

Kayaks: el río como una aventura para “desenchufarse” de la ciudad

Lo que hasta hace poco era una actividad para pocos se ha popularizado en los últimos tiempos. Foto: Flavio Raina

/// LO QUE HAY QUE SABER

1- Un kayak es una embarcación pequeña, de cubierta semicerrada o abierta. El practicante va sentado mirando hacia la proa, y avanza remando con un movimiento coordinado, utilizando una “pala” (remo) de dos cucharas en sus extremos.

2- Los esquimales fueron los primeros en usarlo -para la caza y la pesca-, se estima que hace más de 3 mil años.

3- Hay kayaks de distintos tipos (para río, aguas bravas, mar, de rodeo y de recreo, etcétera). El kayak de río es corto y achatado, liviano, ligero y muy maniobrable. Suele medir desde 3,50 metros (botes de paseo) hasta los 5,20 metros (de competición).

“Te cambia la vida”

Raúl tiene 51 años y hace un año que practica kayak. Su vida necesitaba un poco de “oxígeno”, y se animó a hacer algo que lo distendiera. “Empecé buscando una distracción, algo que me alejara del cemento y me conectara con la naturaleza. Nunca me imaginé que esta actividad me iba a dar tanto: conocí las maravillas del paisaje de río, y me hice de nuevos amigos, gente con quien comparto travesías, mates y tereré”, cuenta a El Litoral.

El hombre integra uno de los grupos de kayak del Azopardo. Salen tres veces por semana, con recorridos de dos a tres horas, que se disfrutan al máximo. “Los paisajes que ofrece el río son realmente maravillosos, y muchas veces pasan desapercibidos. Y cada salida es una travesía, te encontrás con algo nuevo, siempre. Aparte, te desenchufás por un rato de la rutina. Se está sumando mucha gente, sobre todo adultos mayores. Es una actividad muy linda”, expresa.