Cuba: el retorno de los contadores

Pese a los esfuerzos de la dirigencia cubana por mostrar la reorientación económica del país como una continuidad del proyecto comunista, la retórica oficial no puede esconder el fracaso del rancio modelo dirigista -económico e ideológico- que tardó más de 50 años en entender que los discursos mitificadores no son sucedáneos de la realidad.

El plan que el Partido Comunista de Cuba (PCC) presentará en el congreso partidario de abril, prevé dar autonomía a las empresas del Estado, recortar más de un millón de empleos estatales en tres años, permitir el trabajo privado para absorber a los cesantes (para 2016, el 50% de los cubanos deberían revistar en ese sector), incrementar la inversión extranjera, eliminar los subsidios (incluida la carta de racionamiento de víveres) y una retribución salarial vinculada a la productividad y a los resultados económicos. “Las empresas estatales que muestren sostenidamente pérdidas, serán sometidas a un proceso de liquidación”, advierte el plan del PCC. Dicho de otro modo: pasarán a manos privadas.

“Es necesario cambiar la mentalidad de los cuadros. Se trata de transformar conceptos erróneos e insostenibles acerca del socialismo, muy enraizados en amplios sectores de la población, como consecuencia del excesivo enfoque paternalista, idealista e igualitarista que instituyó la Revolución en aras de la justicia social”, argumentó el presidente cubano, Raúl Castro, ante la Asamblea Nacional en diciembre pasado.

También admitió que “muchos cubanos confunden el socialismo con gratuidades y subsidios; la igualdad, con el igualitarismo”, y abogó para que el PCC y el gobierno dejen de “demonizar” el trabajo por cuenta propia. “Para eso es fundamental modificar la apreciación negativa existente en no pocos de nosotros hacia esta forma de trabajo privado”.

Para el funcionario, la barrera más difícil de sortear es la ausencia de una cultura económica, tanto en la población como en la burocracia estatal (controlada por el PCC), que evidencia “una ignorancia supina en la materia”, tomando decisiones “que no valoran sus efectos ni los gastos que generan”. Es decir, anteponiendo dogmatismos ideológicos de manual a las realidades económicas.

Castro admitió también que Cuba dispone de miles de profesionales en economía, contabilidad y finanzas que no supo utilizar adecuadamente para el desarrollo nacional, mientras sí les exigía trabajos comunitarios ajemos a su profesión. Ahora serán decisivos para enfrentarse a los burócratas partidarios: “La realidad de los números, está por encima de todas nuestras aspiraciones y deseos”, dijo.

Los teóricos de la lucha de clases entraron en un cono de sombra y las citas de Marx y Lenin serán reemplazadas por la de economistas de China y Vietnam, que impulsaron la apertura hacia modelos económicos capitalistas en sus países. En tanto, nadie se hace cargo del tiempo perdido y las generaciones desperdiciadas y no habrá cárcel para los responsables, como sí la hay para los disidentes.