Editorial

Colectoras y calidad de la democracia

El oficialismo nacional no ha resuelto aún quién será su candidato para las elecciones previstas para octubre próximo. Es verdad que son muchos los que dan por sentado que la señora Cristina Fernández de Kirchner irá por la reelección, pero esta decisión todavía no se oficializa. En general se supone que por motivos de cálculo político respecto del momento propicio, pero algunos se interrogan sobre la realidad íntima de la mandataria, que nadie conoce.

Entre tanto, inefables operadores políticos trajinan por las orillas del poder tramando maniobras que permitían asegurar el éxito del candidato o la candidata. Y el territorio donde estas operaciones son más evidentes es el de provincia de Buenos Aires, habida cuenta de que allí se concentra el cuarenta por ciento del electorado nacional. De modo que los resultados que allí se obtengan serán decisivos.

Tal como lo han denunciado los principales líderes de la oposición, los punteros K están trabajando para reconstituir en el más breve lapso el sistema denominado “de colectoras”, mecanismo que permitiría traccionar votos hacia un mismo candidato nacional desde distintas listas locales. Algo parecido intentó en su momento Néstor Kirchner, quien añadió a las colectoras los llamados “candidatos testimoniales”, es decir, nombres muy conocidos propuestos para funciones legislativas que no estaban dispuestos a asumir.

Casos típicos fueron los de Daniel Scioli, Sergio Massa o Nacha Guevara, elegidos y luego renunciantes a los cargos de diputados para los que se habían presentado. La “estafa” moral perpetrada contra el electorado y el espíritu de la ley fue advertida antes de consumarse, pero los dirigentes comprometidos en la maniobra dijeron con desparpajo que la ley no podía prever si ellos iban o no a ejercer los cargos, aunque aseguraban que estaban dispuestos a ejercerlo. Al otro día de las elecciones, Scioli regresó a su cargo de gobernador, Massa al de intendente de Tigre y Nacha Guevara a los escenarios.

Nunca se sabrá con precisión cuántos votos arrastró la maniobra “testimonial” a favor de Néstor Kirchner. De todos modos, lo seguro es que no alcanzó para lograr el triunfo. El candidato oficialista fue derrotado “por poquito”, como dijera la misma noche del escrutinio, por De Narváez, demostrándose una vez más que las maniobras electorales, más allá de su sofisticación o vulgaridad, no siempre alcanzan para burlar la voluntad popular.

Dos años después, el oficialismo se muestra decidido a reincidir. Por lo menos es lo que intenta hacer en el Gran Buenos Aires con intendentes y dirigentes locales. El mecanismo colectoras ha sido impugnado por políticos opositores, analistas y constitucionalistas, por considerarse que viola el sistema electoral que da fundamento a las elecciones primarias. Pero ninguna de estas críticas y objeciones parece hacer mella en el ánimo kirchnerista; entre otras cosas, porque tampoco es seguro que el sistema de primarias abiertas se vaya a aplicar.