al margen de la crónica

Final para los “teléfonos tontos”

Esta revolución transcurre en los bolsillos de los pantalones: los smartphones ponen patas arriba el mundo de las nuevas tecnologías. En medio de este cambio, en Barcelona se reúnen a partir de mañana lunes los ganadores y perdedores del sector de los celulares en el Mobile World Congress.

La revolución del smartphone todavía está en sus inicios pero hay una cifra que muestra su relevancia: las ventas de este tipo de celulares han superado las de computadoras. En el cuarto trimestre de 2010 se vendieron unos cien millones de smartphones y 93,5 millones de PCs.

En realidad, los smartphones son miniordenadores con los que se puede telefonear. Pero lo más significativo es que son computadoras en miniatura que pueden llevarse siempre encima. Y eso abre un nuevo abanico de negocios e ideas publicitarias para los sectores más diversos.

El año pasado, apenas uno de cada cinco teléfonos móviles era un smartphone. A partir de ahora, el número podría aumentar sin embargo muy rápidamente. Las estimaciones de los investigadores de mercado son muy dispares. Hay quienes anticipan que en dos años la cuota de mercado de los smartphones podría llegar al 35 por ciento, aunque si hay rebajas en los precios se podría alcanzar hasta el 50 por ciento. Y en el mejor de los casos, hasta el 70 u 80 por ciento.

Un anticipo de esa evolución lo dan ya mercados como el europeo o estadounidense, donde uno de cada dos celulares vendidos es un smartphone.

Un boom semejante de los móviles-computadora supondría una vuelta de hoja en el negocio. De cada diez celulares jubilados hoy, ocho son teléfonos sencillos y económicos, los llamados “dumbphones” (teléfonos tontos). Con la venta de cientos de millones de estos aparatos al año, Nokia dominó durante años el sector pero ahora teme ser relegada.

Y es que las fuerzas dominantes del “nuevo mundo smartphone” se llaman Google y Apple. El primero forjó una alianza en torno al sistema operativo Android, abierto a todos los fabricantes de smartphones. El segundo puso en marcha la avalancha de “celulares inteligentes” con su iPhone y con cada nueva versión sube aún más el listón a sus competidores.

La lluvia de dinero no cae entonces sobre las compañías telefónicas, que parecían intocables bajo el reinado del “viejo sistema”. Ellos eran quienes decidían qué software se empleaba en los teléfonos y qué aparatos llegaban a las estanterías de las tiendas. Los fabricantes han quedado reducidos al papel de prestadores de servicios que ofrecen una conexión. Y ya no saldrán de ese nicho de mercado, aseguran.