Tarja Turunen en Rosario

Sala lírica para la soprano del metal

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Figuras: el ex bajista de Living Colour, Doug Wimbish, es uno de los miembros más destacados y aplaudidos de la banda de la ex Nightwish. Foto: IAA.

Un día antes de su primer Luna Park, la cantante finesa se presentó en el teatro El Círculo para dar un show de gran cercanía con el público, y el primero fuera de Buenos Aires.

 

Ignacio Andrés Amarillo

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A pesar de no ser la única portadora del nombre, y de que una tocaya sea presidenta de Finlandia, Tarja Soile Susanna Turunen Cabuli logró hace tiempo que su primer nombre remita exclusivamente a ella en todo el mundo: desde que, saliendo de la adolescencia, sumó su voz de soprano dramática al proyecto de Tuomas Laüri Holopainen: Nightwish.

Pero el tiempo pasó, y banda y cantante separaron destinos. La ex alumna de la Academia Sibelius aspiró entonces a una carrera solista con muchas satisfacciones.

La gira de presentación de “What Lies Beneath”, su segundo álbum (el tercero si se cuenta su disco especial de Navidad), la llevó a concretar el domingo su primer Luna Park. Pero un día antes realizó en Rosario su primer show en el interior del país: fue en el Teatro El Círculo, un lugar atractivo para una artista con formación lírica, y para un público deseoso de tenerla bien cerca.

Dream Team

Pasadas las 21.30 se apagaron las luces de sala, y la tenue iluminación de escenario dejó entrever la entrada de los músicos, tras una mediasombra estampada con la foto de la vocalista, la misma de la portada del disco, durante una introducción de piano y cuerdas. La módica figura de Tarja (volátil tapado, pantalón elastizado y tacos altísimos) se apersonó para iniciar el show con “Dark Star”, durante la cual cayó el telón y se produjo el encuentro esperado.

“¡Buenas noches, Rosario! Estoy muy emocionada y muy contenta de estar aquí por primera vez”, dijo en su particular castellano, mezcla de erres finesas y yes porteñas, con las acentuaciones un poco corridas.

Tarja es una combinación de factores: es bajita pero crece sobre el escenario; es glamorosa y femenina pero revolea el pelo y hace cuernitos metaleros; es tímida pero al mismo tiempo una consumada frontwoman; puede ponerse circunspecta para entonar alguna estrofa, y luego hacer una morisqueta pícara al público.

Y la banda que la acompaña está a la altura de las circunstancias: Christian Kretschmar (teclados), Mike Terrana (batería), el ex Living Colour Doug Wimbish (bajo), el actual Apocalyptica Max Lilja (cello) y el argentino Julián Barrett (guitarra) conformaron una base de hierro, sobre la cual pudo posarse sutilmente la voz de la solista.

Hits y homenaje

El set siguió con “My Little Phoenix”, de su anterior disco “My Winter Storm”, y “The Crying Moon” (“lado B” del simple de “Until My Last Breath”), con un destacado solo octavado de Wimbish.

Mientras, la Turunen se enfundó en un remerón brilloso para interpretar “I Walk Alone”, hit del anterior disco. “La próxima canción es una de mis favoritas para tocar en vivo. Es de mi nuevo álbum, ‘What Lies Beneath’, se llama “Falling Awake”, afirmó, y el tema estalló en todo su esplendor.

Después del obvio “Olé, olé olé olé, Tarja, Tarja”, vino el momento emotivo y argentino. “Quiero dedicar esta canción para un colega, que espero que se mejore pronto. Por favor, canten conmigo, para Gustavo”: así anunció “Signos”, de Soda Stereo, donde Barrett acercó el sonido de su guitarra al de la de Cerati.

Argentina

Vacío el escenario, Terrana pudo demostrar que es el mejor baterista del mundo... al menos mientras dura su solo. Muchos bateristas hacen malabares con sus baquetas, pero él los hace mientras ejecuta un complejísimo pasaje y anima al público al mismo tiempo. Remató tocando sobre una pista de la obertura de la ópera “Guillermo Tell” de Gioachino Rossini (más conocida como apertura de “El Llanero Solitario”).

La banda arrancó con “Little Lies”, hasta que Tarja emergió con un tercer vestuario: una falda negra por delante y blanca por detrás, con una especie de blusa calada. “Para la próxima canción pasamos de la oscuridad a la luz”, dijo para anticipar “Underneath”. Fue durante esta canción (tal como se había pactado en foros y Facebook), que los fanáticos alzaron carteles y pancartas que rezaban “Tarja es argentina”, apropiándose de la residencia (durante buena parte del año) de la finesa en el país, al que llegó como artista y en el que se afincó como esposa del manager y productor Marcelo Cabuli.

“Thank you so much, unbelievable, so beautiful”, fueron sus primeras palabras en inglés: quizás su mente se movió hacia los tiempos de Nightwish, porque lo que siguió fue “End of All Hope”, canción de su antigua banda.

Remanso y electricidad

“Of course is not the end of all hope” (“por supuesto que no es el fin de toda esperanza”), sostuvo, y anunció que estaban preparando algo especial. Con la banda adelante, guitarra y bajo acústicos, piano, el cello de Lilja sonando “limpio” (ya que en los temas poderosos suena con distorsión, como una guitarra más) y Terrana en tarbuka y cajón peruano, se lanzaron a un set acústico iniciado con “Higher Than Hope” de Nightwish y “We Are” (de la edición deluxe de “What Lies Beneath”.

Pasada Tarja al piano y Kretschmar al segundo cello, llegaron “Minor Heaven” de “My Winter Storm” y la nueva “The Archive of Lost Dreams”.

“Se duermen. ¿No? Ahí veo un par dormidos”, bromeó. “¿Quieren más?”, preguntó, para que llegue “Ciaran’s Well”, con la imbatible formula de banda power más voz híper lírica.

“Te amo”, gritó una chica; “Yo te amo más”, vociferó otra. Ese momento del show cerró con “In For a Kill”.

Despedida

Todos abandonaron el escenario pero para volver, primero los músicos (alguien pidió “una de Rammstein”, para motivar las risas); luego ella, toda de blanco: tapadito, palazo, zapatos, incluso el micrófono Beyerdynamic.

Arrancaron con “Where Were You Last Night” canción de la sueca Ankie Bagger antiguamente versionada por Nightwish, a la que le metieron pedazos de “Heaven is a Place on Earth” (el tema ochentero de Belinda Carlisle) y “Livin’ on a Prayer” (el clásico de Bon Jovi). A continuación vino “Die Alive”.

Luego de la presentación de los músicos, llegó la despedida. “Muchísimas gracias por esta noche maravillosa” (léase “marraviyosa”). “Los voy a extrañar muchísimo: espero verlos muy pronto”, cerró, para que comience “Until My Last Breath”, con toda la gente de pie.

Luego vendría el saludo final, y el pedido de “una más, una más”. Los pulgares arriba de Tarja indicaron que la cosa seguiría un poco más. Envalentonada la masa, el cantito mutó en “Wishmaster, Wishmaster”. La sonrisa pletórica de dientes de Tarja jugueteó con una mueca desdeñosa, para dar paso al comienzo explosivo de esa canción de Nightwish, en la que se dio el gusto de hacer esas subidas (“Oh, Elbereth, Oh, Lórien...”) que a su reemplazante (la sueca Anette Olzon) le llevará un par de reencarnaciones alcanzar.

Ahí sí la cosa no tenía retorno. El escenario quedó vacío, muchos se fueron a esperar infructuosamente la salida de la estrella para saludarla, y seguramente todos salieron con los oídos fatigados y la conciencia de haber presenciado un show internacional... de cerca, casi como si fuera en el living de casa.