Se vislumbran tímidos cambios en Cuba

El sexto Congreso del Partido Comunista cubano celebrado en La Habana ha despertado expectativas algo exageradas. Si bien los principales dirigentes políticos -empezando por los Castro- dieron a entender que se legitimarían algunas reformas económicas y sociales, en los hechos todo parece indicar que los cambios que se promuevan serán muy modestos y no muy diferentes a los que se insinuaron en circunstancias parecidas.

Por lo pronto el Congreso del Partido Comunista se celebra cumpliendo con todos los requisitos de la dictadura. El partido único sostenido por el Estado convoca a delegados de todo el país a participar de un congreso donde su decisión política más importante consistirá en aprobar a mano levantada las sugerencias, órdenes o iniciativas promovidas desde el poder.

Los delegados participan del Congreso con las respectivas tesis o propuestas que en su momento fueron repartidas para ser estudiadas y están autorizados para discutir su aplicación práctica pero no sus contenidos, privilegio que pertenece a la cúpula del partido. La aclaración es pertinente porque el Congreso Comunista Cubano no es un ámbito ni parlamentario ni deliberativo, mucho menos un espacio donde los congresales definan colectivamente la estrategia a seguir hacia el futuro.

En donde existe un amplio consenso, es en admitir que el modelo económico cubano ha fracasado y que se imponen algunas reformas para movilizar la economía. Según se ha dicho, el Congreso autorizaría a vender y comprar casas y automóviles. La iniciativa ha adquirido estado público, pero todos los esfuerzos que se han hecho para conocer lo que realmente opinan los jerarcas comunistas han sido vanos.

La bloguera Joani Sánchez estima que el Congreso Comunista es más una chanza que una decisión política democrática y reformista.¿Tan mal está el comunismo? Por lo pronto, las cifras económicas no dejan lugar a engaño. La economía cubana pertenece al reino de la ciencia ficción en sus versiones más indigentes. La excusa histórica del bloqueo yanqui ya no convence a nadie.

Los comunistas cubanos no lo van a decir porque no pueden hacerlo o porque no se pueden permitir licencias de ese tipo, pero a nadie se le escapa que el socialismo en su interpretación soviética ha fracasado. Previo al Congreso, Cuba fue noticia porque los Castro anunciaron -más que anunciar, advirtieron- que la mala situación económica los obligaba a desprenderse de algunas empresas de servicios. Por primera vez en medio siglo se insinuó que no había que descartar algún ajuste económico.

Convengamos que las reformas económicas hasta el momento no son relevantes como para pensar, aunque más no sea, en una tímida apertura. Por su parte, el poder real, es decir las fuerzas armadas, vigilan y controlan. Quienes han estudiado esta realidad aseguran que el proceso de reformas será exasperadamente lento y la única señal auspiciosa es que aunque más no sea de la boca para afuera, los Castro han llegado a admitir a regañadientes que algún cambio es necesario.