Esas ambulancias que nunca llegan

Los accidentados sufren demoras en su atención

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En el acceso a Recreo, varios policías brindaron contención a una accidentada. La ambulancia demoraba.

Foto: Danilo Chiapello

Los vecinos se enojan con quienes menos deben hacerlo. Policías y trabajadores de la salud reciben las quejas.

 

José Luis Pagés

Durante largos treinta minutos nos tocó ser testigos de la inexplicable morosidad de los servicios públicos para ir en auxilio de una persona accidentada, esta mañana.

Una mujer que a las 7.50 chocó con un ciclista y rodó con su motocicleta en Facundo Zuviría al 7500 quedó tendida sobre el asfalto hasta las 8.25, cuando recién la cargó la ambulancia que la llevaría al hospital público.

El cuadro no es nuevo y suele repetirse con irritante frecuencia. Esta misma mañana, a las 8.40, otra unidad sanitaria llegó a la Ruta 11 para asistir a una segunda motociclista que se accidentó tras chocar con un perro en el acceso a Recreo Sur.

En este caso, la ambulancia fue esperada a lo largo de veinte minutos. Una fracción de segundo en circunstancias críticas puede significar que se pierda o se salve una vida. Los vecinos que saben esto y lo otro, hacen oír sus quejas.

Pero en medio, el estado de zozobra y ofuscación que embarga a quienes tratan de contener a la víctima, las más injustas críticas -y no pocas veces los insultos- hacen blanco en los policías y trabajadores de la salud que acuden a la emergencia.

Está claro que la articulación de los distintos servicios públicos funciona mal, de modo que no estaría de más que los funcionarios, encargados de velar por la vida y libertad de los vecinos, se tomaran el trabajo de salir de sus despachos y presenciaran los hechos que referimos con sus propios ojos.

No somos expertos en accidentología y mucho menos en seguridad pública, pero la frecuentación de la calle y el escenario de los hechos nos permite decir que hasta el día de hoy el 911, lejos de mejorar los servicios, entorpeció su funcionamiento.

Si la persona que pide auxilio para un accidentado llamó telefónicamente al 911 debe saber que ese primer aviso “será evaluado” por la central, dijo una de las fuentes consultadas.

Luego, como en el juego de la zorra, es posible que desde la central se pida a la comisaría del barrio que verifique el aviso, y en caso de confirmar el accidente informe cuántos son los heridos y si acaso es necesario el envío de una ambulancia.

Seguidamente, el hombre comisionado al lugar del hecho informará a la central, la que a su vez pedirá la cantidad de unidades necesarias al Sies 107, servicio que a su vez evaluará las características del hecho y acudirá en auxilio de los heridos.

Esto será así, siempre y cuando el 107 disponga de una ambulancia. Hoy, -al decir de otra fuente informativa-, el nombre del mismo chofer quedó asentado dos veces en la “admisión de urgencias” del hospital, porque con escasos minutos de diferencia asistió a dos heridos, en otros tantos puntos equidistantes del nosocomio.

Digamos entonces que si acaso el 107 no tiene unidad disponible, informará al 911 y éste recién pedirá al 103, Cobem, que preste su colaboración. De la conjunción caprichosa de todos estos factores depende el tiempo de demora en la atención de uno o más pacientes, pero a esto hay que agregar el teléfono equivocado.

No es necesario investigar demasiado para saber que este inestable y confuso enlace termina por enredarlo todo. Las llamadas a los servicios de Paraná entran en Santa Fe, al igual que las llamadas de Santo Tomé. Por contrapartida las comunicaciones de Santa Fe aparecen en teléfonos de Paraná o Santo Tomé, por no ir más lejos.

A decir verdad, antes de la implementación del 911, las unidades sanitarias de uno y otro servicio se cruzaban o superponían al momento de acudir en atención de un paciente, pero la atención se brindaba a tiempo. Está claro que algo hay que ajustar ahora, cuanto antes.

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Los padres de la mujer que rodó en Facundo Zuviría llagaron desde su casa para esperar la unidad sanitaria, junto a vecinos y policías.

Foto: Danilo Chiapello

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Hacía frío, la gente del lugar ofreció una frazada para cubrir a la mujer que media hora después ingresaría al hospital público.

Foto: Danilo Chiapello

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Llegó la ambulancia en medio de las quejas y las protestas de las personas, que sin buscarlo se involucraron en la emergencia.

Foto: Danilo Chiapello