Una oposición que se desintegra

En menos de una semana dos posibles candidatos a la presidencia de la Nación renunciaron para presentarse en los comicios capitalinos. Se trata de Pino Solanas y Mauricio Macri. Los nombres de los candidatos son sugestivos, porque expresan desde el punto de vista ideológico a la derecha y a la izquierda.

¿Cuáles son las causas por las que candidatos con aspiraciones nacionales deciden disputar el poder a nivel local? Las explicaciones a este interrogante no son sencillas, pero en principio lo que parecieran tener en común el caso de Solanas y Macri es que ambos candidatos suponen que carecen de posibilidades políticas reales de competir con el oficialismo.

Si bien la caída de candidatos presidenciales puede ser interpretada como un proceso de selección al punto que dirigentes como Alfonsín y Carrió consideran que desde diferentes perspectivas esta situación mejora sus chances presidenciales, un análisis más pormenorizado y realista de la situación permite arribar a la conclusión de que lo que está sucediendo pone en evidencia las debilidades de la oposición más que su fortaleza, en definitiva, la sospecha o la certeza de que las elecciones previstas parta octubre ya tienen un ganador decidido y, por lo tanto, lo que corresponde, o lo que conviene, es disputar el poder donde existen posibilidades reales de ganarlo.

Lo que ahora ocurre con Solanas y Macri, ya sucedió -en el marco de su lógica interna- en la UCR, cuando dos precandidatos presidenciales como Julio Cobos y Ernesto Sanz declinaron a disputar la candidatura, motivo por el cual el único dirigente que ha quedo en carrera es Ricardo Alfonsín.

A este escenario de declinación y caídas de candidaturas, habría que sumarle la accidentada o bochornosa interna del Peronismo Federal, que se inició sin el consenso necesario y concluyó sin pena ni gloria. Duhalde insiste no obstante en presentarse como candidato presidencial, pero a nadie se le escapa que sus posibilidades son cada vez más remotas y, salvo un golpe de fortuna política, su destino electoral es cada vez más dudoso. Algo parecido puede decirse de Rodríguez Saá, para no hablar de la deserción de Mario Das Neves luego de un proceso electoral en su provincia viciado por sospechas de fraude.

El único candidato que dispone el Peronismo Federal para competir con buenas posibilidades es Carlos Alberto Reutemann, quien cada vez que es consultado al respecto asegura que él no es candidato a nada. En ese contexto, a nadie le debería llamar la atención que las mediciones de opinión den como ganadora a la actual presidente, incluso con independencia de su decisión de presentarse a los comicios de octubre.

De todos modos, para las elecciones nacionales faltan seis meses y atendiendo las modalidades de nuestro sistema político y los cambios abruptos de escenario que suelen producirse, no es aconsejable suponer que el electorado ya ha decidido su voto. En todo caso lo que conviene tener en cuenta es que el comportamiento de los partidos de oposición pareciera indicar de manera tácita que la suerte ya esta echada, una profecía que de persistir como imaginario corre el riesgo de transformarse en autoprofecía cumplida.