Mesa de café

¿Existe la felicidad política?

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Remo Erdosain

José ha dicho que hoy paga la consumición de todos. Le preguntamos el motivo y nos dice que festeja por anticipado el triunfo de Cristina para octubre.

-¿No te parece que no es aconsejable gastar a cuenta?- le dice Marcial que acaba de llegar.

-Si seguimos así -responde José- ni siquiera va a hacer falta convocar a elecciones porque todos los candidatos se están bajando.

-Alfonsín está cada vez con más confianza en si mismo- responde Abel.

-¿Estás seguro?- le dice Marcial en voz baja.

-Yo no sé cómo estará Alfonsín, pero la que se tiene confianza es Elisa Carrió- digo.

-El problema de esa mujer -dice Marcial- es que se tiene demasiada confianza.

-Es la única dirigente que es capaz de ir con los botines de punta en contra del gobierno -insisto.

-Los que van con los botines de punta no siempre ganan el partido- reflexiona José.

-Pero los que no se atreven a enfrentar al rival están derrotados antes de empezar a jugar- replico.

-Digan lo que quieran -interviene José- pero lo cierto es que todos juegan a favor de Cristina. Vamos a ganar de punta a punta y en el 2015 vamos a ganar de vuelta.

-Pero ya no se podrá presentar Cristina -dice Abel.

-No estés tan seguro -responde José en voz baja.

-Qué...‘¿van a reformar la Constitución? -pregunto.

-Yo lo único que les digo es que en una democracia hay que hacer lo que el pueblo quiere.

-Me suena a consigna peronista -dice Marcial.

-Te suena bien -replica José.

-No nos vayamos por las ramas -digo- y regresemos al tema de las elecciones para este año. Yo creo que todavía faltan algunos candidatos en la cancha.

-¿Por ejemplo? pregunta José.

-Carlos Alberto Reutemann -dice Marcial.

-Vos debés ser el único tipo en la Argentina que cree que Reutemann va a ser candidato- dice José.

-Te equivocás -responde con una sonrisa- somos dos.

-Y se puede saber quién es el segundo? pregunto.

-Ya te vas a enterar -responde Marcial con todo sigiloso.

-A Reutemann tampoco le tenemos miedo- se jacta José.

-Es el único que les puede ganar -responde Marcial.

-El otro que falta -dice Abel- es Hermes Binner.

-Hermes Binner va con Alfonsín -dice José.

-Ahora no estés vos tan seguro -dice Abel.

-La participación de Binner en la liga nacional depende de cómo le vaya en las internas -digo.

-Si gana es número puesto -dice Abel.

-¿Y si pierde? -pregunto.

-Y si pierde debería seguir siéndolo, porque el que pierde es Bonfatti, no él.

-Lo que pasa es que Binner se comprometió demasiado con Bonfatti y, por lo tanto, la derrota de Bonfatti será su derrota- dice Marcial.

-El que gane en esa interna deberá convocar a los otros para gobernar -digo- y en todos los casos Binner será el primer convocado porque nadie puede darse el lujo de prescindir de su aporte.

-Si -dice Abel- pero una cosa es que lo convoquen porque ganó y otra muy distinta es que sea convocado porque perdió. Los trámites y los resultados no son los mismos.

-Yo creo que Binner debería haber mantenido cierta distancia en este proceso interno -digo.

-Yo creo lo contrario -dice Abel- un dirigente de su estatura no puede mantenerse neutral.

-En estos temas nunca es posible ponerse de acuerdo -intercede Marcial, mientras corre la taza de té al centro de la mesa- la política tiene ese margen de incertidumbre. Yo creo que hay buenas razones para aprobar la estrategia de Binner, como hay buenas razones para criticarla, lo seguro es que no hay una fórmula única. Y agradezcamos al destino que así sea, porque esa incertidumbre es la que permite que intervenga la libertad.

-Te has puesto demasiado filosófico -dice José- para nosotros todo esto es mucho más simple: el gobernante tiene que hacer lo que el pueblo quiere porque el pueblo nunca se equivoca.

-Las cosas que hay que escuchar a esta altura del partido -digo- falta todavía que digan que la política es la actividad que hace felices a los pueblos.

-¿Y acaso no es así? pregunta José.

-No, no es así -respondo- la felicidad es un tema privado, ningún gobierno debe reglamentar la felicidad del hombre porque esa pasión o virtud corresponde al individuo.

-Ningún gobierno -aclara Marcial- puede establecer la felicidad por decreto o puede dedicarse a conseguirle novias a los tristes y novios a las solteronas.

-La felicidad del pueblo es la justicia social- dice José.

-Incluso poniéndonos de acuerdo sobre el contenido de la justicia social -digo- puede darse el caso de que alguien sea beneficiado por planes de viviendas o planes de educación y, sin embargo, no sea feliz.

-Como dijera Trotsky -digo- la felicidad en política es un tema de los demagogos.

-¿Y entonces cuál es la tarea de los gobiernos? pregunta Abel.

-Administrar bien, gobernar bien, no robar, crear condiciones sociales y políticas óptimas y no meterse en la vida privada de la gente, Esa tarea ya la hicieron Hitler y Stalin. Que no les parezca poco.

-Conclusión, los peronistas somos fascistas -dice José- ustedes siempre se las arreglan para llegar a la misma verdad.

-Sobre la felicidad no fueron los peronistas los que hablaron -dice Marcial- fue Binner.

-Binner hablo de su propia felicidad - corrige Abel.

-Yo comparto lo que dijo Bielsa al respecto -dice José- es por lo menos una frivolidad suponer que se llega al gobierno para ser feliz.

-Y tiene razón -dice Marcial- feliz por ejemplo, era Menem cuando ejercía la presidencia, nunca en mi vida vi un rostro tan alegre. Todos los presidentes envejecen cuando gobiernan, se arrugan, se enferman, se les pone blanco el pelo, menos Menem, que estaba chocho de la vida jugando al golf, bailando con Xuxa...

-Ese fue un obsequio que nos hicieron los peronistas en los años noventa -digo- en cada década nos hacen un regalo parecido; en los setenta Isabel, en los noventa Menem, en el siglo XXI los Kirchner...

-No son todos iguales -dice José.

-No son todos iguales, son todos peores -añade Marcial.

-¿Y por qué no gobiernan ustedes entonces? -dice José- en la Argentina hay elecciones libres, hay partidos políticos, hay libertades para todos, ¿por qué no presentan una fórmula ganadora? Yo creo que el peronismo sigue siendo la opción para el pueblo porque, como dijera el general, no somos perfectos pero los que nos quieren reemplazar son peores que nosotros.

-No comparto -decimos Marcial, Abel y yo.