Un debut promisorio

Los resultados de las elecciones primarias de Santa Fe merecerán en los próximos días distintas consideraciones y análisis, en orden a las candidaturas definidas para los comicios generales del 24 de julio, la relación de fuerzas establecida entre los distintos frentes y sectores internos, el poder de convocatoria demostrado por unos y otros, y la proyección que ésto pueda tener en otros planos.

Estas particularidades políticas no sólo motorizaron una intensa campaña previa, sino que suscitaron una marcada atención de los grandes medios nacionales; inédita para el caso de elecciones internas.

Pero la otra característica que contribuyó a generar tanta expectativa y en buena medida incrementó el suspenso previo al escrutinio fue el debut a nivel país del sistema de boleta única. La sustancial modificación en la operatoria del acto de sufragio, y el impacto de la novedad, disparó temores y advertencias sobre las reacciones del electorado y la eficacia del mecanismo; al tiempo que se vaticinó un recuento particularmente complejo y extremadamente dilatado en el tiempo.

Transcurridas las primeras horas desde el cierre del comicio, corresponde decir que los pronósticos negativos se vieron contradichos, y la performance de la boleta única -más allá de algunos inconvenientes “técnicos” menores, prestamente salvados- se mostró ampliamente satisfactoria. Los votantes encontraron “rápido y sencillo” el procedimiento, acudieron en un porcentaje comparable al de elecciones anteriores, el nivel de votos en blanco e impugnados tampoco es considerable y el escrutinio se desarrolló de acuerdo a las previsiones, e incluso mejor.

A todos estos efectos corresponde destacar la tarea de las autoridades de mesa, que en este caso fue mucho más exigente que en ocasiones previas, y la eficacia de la organización y desenvolvimiento del operativo por parte de las autoridades gubernamentales y el Tribunal Electoral.

Pero sobre todo, resulta fundamental hacer hincapié en la calidad institucional adquirida por el proceso eleccionario santafesino, que facilitó a los votantes no sólo escoger limpiamente y sin mayor margen de confusión a los candidatos para las elecciones generales, sino también distinguir claramente entre los postulantes para cada una de las categorías, sin el influjo del tradicional y consabido “efecto arrastre”.

Con escasas excepciones en las que parece haber primado alguna transferencia de votos desde una figura preponderante o como asociación a un determinado proyecto, los ciudadanos apoyaron opciones claramente individualizadas. Quedará por establecer, en todo caso, si lo hicieron mensurando trayectorias y propuestas, o solamente por la atracción de rostros familiares o simpáticos.

Naturalmente habrá cuestiones para corregir o mejorar en lo instrumental, y una concientización ciudadana sobre las implicancias del nuevo sistema que siempre debe estar en aumento. Pero considerando todas las circunstancias, no puede menos que celebrarse la instancia de ayer como un debut auspicioso y promisorio.