Colón cerró el torneo con una derrota injusta...

¿Qué hacemos Marito?

¿Qué hacemos Marito?

Mario Sciacqua camina, mira al piso y trata de encontrar explicaciones en la desapacible tarde rosarina. El equipo no jugó mal ni tampoco mereció perder, pero...

Foto: Agencia Rosario

El técnico no quiso hablar, los dirigentes lo bancan y él (Sciacqua) debe saber que recién ahora se va a convertir en el primer eslabón de la cadena de responsabilidades.

 

Enrique Cruz (h)

(Enviado Especial a Rosario)

Mario Sciacqua se fue sin hablar. Sonó a un silencio premeditado para evitar alguna frase que llame a confusión. Cualquier cosa que se diga en este momento puede dar lugar a distintas interpretaciones. Por eso, Mario Sciacqua, quien no desconoce que sacó menos del 30 por ciento de los puntos, que sólo ganó dos partidos de los 10 que dirigió al equipo y que de los últimos 15 puntos apenas rescató el empate ante River, esta vez se llamó a silencio y dejó que se haga la conjetura que cada uno desea respecto de su actitud.

Había bronca. Sobre todo porque el de ayer no era un partido para perder y la derrota sonó injusta por el lugar que se la mire. Pero nada habría cambiado en el ensombrecido panorama sabalero. ¿Qué se modificaba si el equipo hubiese ganado o empatado?, poco y nada. El balance de la campaña está bastante claro y por más vueltas que se le busque, el olor a fracaso no se puede tapar.

¿Cuál es la responsabilidad directa de Sciacqua en todo esto?, la menor, la menos importante. Diez fechas no es poco, pero con un plantel gastado, que ya se había consumido dos entrenadores y que parecía no tener la fuerza interior necesaria para buscar algún objetivo por más mínimo que fuere, resultaba muy complicado. Mario Sciacqua debe tener la firmeza y la fuerza interior suficiente para aceptar un reto que es delicado pero para el que se preparó toda su vida. Esto es lo más importante a la hora del análisis sobre Sciacqua-entrenador y responsable del futuro deportivo de la institución. Va a tener la chance de armar el equipo, de hacer la pretemporada y de trabajarlo por un tiempo suficiente. Conoce el club y a los jugadores. Tiene en sus manos la posibilidad de “limpiar” el plantel y de elegir con quiénes quedarse o a quiénes liberar para que sigan su carrera en otro club. Cuenta con el apoyo de la dirigencia —nada hace suponer lo contrario— y también de la gente. Le asisten las generales de la ley como a cualquier entrenador en este fútbol donde nadie soporta tres o cuatro derrotas consecutivas. Pero Sciacqua fue elegido ahora no por decantación sino por el convencimiento de la dirigencia de llevar adelante un proyecto con gente del club. Por eso, si el silencio de ayer responde a algún tipo de inestabilidad personal o de duda, es lo peor y lo único negativo que le puede pasar a la continuidad de este proceso. Todo pasa por la cabeza de Sciacqua y nadie puede medir, desde afuera, la fuerza interior de sus sentimientos. Pero él tiene que entender que lejos de discutirse su continuidad, lo que tiene ante sus manos es, ahora sí, la chance de armar el equipo y convertirse en el principal responsable, cosa que hasta ahora no ha sido así.

¿Qué decir de la dirigencia?, nada nuevo. El presidente no fue ayer a Rosario. ¿Motivos?, sólo una cuestión de fuerza mayor como lo fue el fallecimiento de Oscar Espinoza, un hombre en el que Lerche confiaba muchísimo. Rubén Moncagatta tomó la posta y dijo con firmeza: “Ninguno de los dirigentes cuestiona a Sciacqua ni al proyecto”. Así de simple y contundente, por más que en el balance final también tendrán que analizar lo que pasó, asumir errores, aprender de ellos, redireccionar rumbos, tomar decisiones y abrir el abanico para que nada quede afuera en el menú de opciones para mejorar.

La dirigencia de Colón sabe que nada de lo que se planificó, pergeñó, invirtió y soñó, se dio. Nada. El equipo no fue nunca protagonista. Los jugadores que vinieron —la mayoría de ellos luego de haber cumplido grandes actuaciones en la temporada anterior— estuvieron lejos de cumplir las expectativas. El plantel se deglutió dos entrenadores en un año (y hubiesen sido tres si en lugar de Sciacqua se llamaba “Juan de los Palotes”), cuando esta misma dirigencia se vanagloriaba de ser una de las pocas en el fútbol argentino que respetaba no sólo contratos sino la continuidad de un proceso (Mohamed estuvo dos años y medio al frente del plantel). El objetivo fue muy claro y no se cumplió. La inversión estuvo acorde con lo pensado, la jerarquía de los refuerzos buscados en junio-julio-agosto del año pasado, también. Sin embargo, la realidad indica que se hizo una campaña de 47 puntos, que se van 57 en el promedio y que de estar entre los cuatro o cinco primeros de esa tabla, ahora se bajó a la décima posición.

Después de aquellas campañas del profesor Córdoba (Clausura de 1998 con el equipo en la Copa Libertadores) y del Apertura de 2006, donde apenas se sacaron 18 puntos, no fueron muchas las campañas inferiores a estos 21 puntos del Clausura terminado ayer. Porque, además, se suma a los 21 puntos del Clausura del año pasado (cuando se armó el equipo pensando en una Copa Libertadores en la que Colón sólo jugó dos partidos ante la Católica de Chile) y un Apertura 2010 sólo relativamente aceptable de 26 puntos.

Mario Sciacqua quiso sacar la mayor cantidad de puntos posible y sólo “separó” de sus planes a Larrivey e Higuaín, a quienes utilizó muy poco. Quiso contar con todos los jugadores a disposición y los dirigentes obraron en consecuencia, sin atarle las manos ni condicionarlo. Fue una elección, que se puede compartir o no, pero jamás dejar de respetar porque se trata de una decisión del responsable de tomarla. Uno hubiese querido un mayor rodaje para chicos de abajo, como por ejemplo ocurrió con Luque, uno de los más rescatables en el encuentro de ayer en Rosario, sobre todo en un pasaje muy importante del primer tiempo en el que complicó claramente a la estructura defensiva de Newell’s por su sector derecho. Pero fue lo que Sciacqua quiso y, quizás, haya servido para que se puedan sacar conclusiones más certeras sobre la conveniencia o no respecto de la continuidad de algunos jugadores.

El “que se vayan todos” es una idea que aparece como revolucionaria y alejada de cualquier realidad posible. No se pueden ir todos. Se deben ir los que no sirven y tiene que venir gente con “hambre”, comprometida y que posteriormente no se inmole con las declaraciones que hoy se le reclaman, a manera de autocrítica, a estos jugadores. Pozo y Prediger han sido reiterativos en este tipo de declaraciones. Y está bien. Pero ya está. Colón requiere que ahora se dé vuelta la página, se analicen los errores y se empiece a trabajar pensando en la temporada que viene.

Ningún jugador del plantel de Colón debe desestimar la importancia de vestir su camiseta. El fútbol profesional no permite que nadie se pueda relajar ni valerse de la comodidad de estar en un club que cumple, que tiene una linda cancha, un buen lugar para entrenar y la pasión de su gente. La comodidad de estar en Colón sólo debe ser para que se sienta seguro de que se le va a cumplir siempre. Y que sólo tiene que dedicarse a jugar. Porque de esto se trata. Jugar, sacrificarse y dejar todo en la cancha. Salgan o no salgan las cosas, pero sin guardarse nada. Algunos lo hicieron. Y otros deberán analizarlo con su conciencia.

/// SÍNTESIS

Newell’s 1

Colón 0

Cancha: Newell’s.

Arbitro: Diego Ceballos.

Newell’s: Peratta; Valle, Schiavi y Fideleff; Cristian Díaz, Villalba, Vangioni y Ferracuti; Sperdutti, Falcone y Velazco. A.S.: Guzmán. Estuvieron en el banco: Machuca, Camacho y Tonso. D.T.: Javier Torrente.

Colón: Pozo; Quilez, Garcé, Goux y Candia; Moreno y Fabianesi, Ledesma, Prediger y Luque; Damián Díaz, Fuertes. A.S.: Marcos Díaz. Estuvieron en el banco: Mendoza, Bellone y Ricardo Gómez. D.T.: Mario Sciacqua.

Gol: en el segundo tiempo, a los 43 m Sperdutti (NOB).

Cambios: en el segundo tiempo, al comenzar, Faravelli (NOB) por Falcone; a los 16 m Acosta (C) por Luque; a los 22 m Bernardi (NOB) por Vangioni; a los 29 m Lesman (C) por Damián Díaz; a los 33 m Graciani (C) por Quilez y a los 45 m Vella (NOB) por Sperdutti.

Amonestados: en Colón, Goux, Prediger y Fuertes.

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El vuelo de Fideleff servirá para tapar el remate de Damián Díaz. Fue una jugada clara de gol que tuvo el sabalero en el segundo tiempo. Foto: Agencia Rosario

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Poco cambió con Acosta. El volante sabalero no pudo darle la agresividad suficiente a Colón en los últimos metros. Foto: Agencia Rosario

BAJO LA LUPA

POZO (5).- Poco trabajo y nada que hacer en el gol.

QUILEZ (5).- Alternó buenas con malas.

GARCÉ (5).- Arriesgó y eso lo convirtió en impreciso. Regular en la marca.

GOUX (6).- El mejor de los de atrás, estuvo cerca de marcar un gol.

CANDIA (5).- Se dedicó a marcar y tuvo algunas zozobras con las subidas de Cristian Díaz.

MORENO Y FABIANESI (6).- Otro de los rescatables en Colón. Metió diagonales y terminó de doble 5.

LEDESMA (5).- A veces exagera con pisar la pelota.

PREDIGER (5).- Se equivocó al tirar tantos pelotazos largos para la búsqueda de Damián Díaz, en un contragolpe que nunca salió.

LUQUE (6).- Desde los 15 minutos hasta el final del primer tiempo fue una pesadilla para la defensa de Newell’s. Sólo le faltó precisión en los centros. Luego lo controlaron.

DAMIÁN DÍAZ (5).- Primer tiempo interesante, buscando y teniendo mucho la pelota. Se fue cayendo en el complemento.

FUERTES (6).- Hizo una jugada impresionante en el primer tiempo. Es el jugador más peligroso de toda la campaña.

ACOSTA (4).- Poco y nada, no encontró la ubicación ideal en la cancha.

LESMAN.- No pudo en el mano a mano con Schiavi.

GRACIANI.- Un error suyo le dio a Sperdutti la posibilidad de marcar el único gol.