Editorial

La sorpresa de Tierra del Fuego y las encuestas

Se sabe que el ministro Florencio Randazzo viajó a Buenos Aires para brindar el respaldo nacional a quien se consideraba la segura triunfadora de los comicios: Rosana Bertone. Las encuestas de opinión, la diferencia de votos obtenida en la primera vuelta, los respaldos públicos de la presidente y el propio voluntarismo oficialista así lo aseguraban. Cuando Randazzo llegó a Ushuaia, se enteró de que la triunfadora de los comicios era Fabiana Ríos, motivo por el cual sin vacilar se hizo presente en el búnker de la gobernadora para sacarse la foto.

Tierra del Fuego es una provincia singular, con pocos habitantes pero con un capital humano reacio a dejarse dominar por el clientelismo. La actual gobernadora es oriunda de Santa Fe y llegó al cargo como candidata del ARI. Luego, los rigores del poder y probablemente la escasa flexibilidad de su partido la fueron acercando al oficialismo o, para ser más precisos, al presupuesto con el que el oficialismo nacional controla a los gobernadores.

Fabiana Ríos nunca fue kirchnerista, pero debió gobernar procurando mantener buenas relaciones con los Kirchner. Ese acercamiento respondía más a la necesidad que a la convicción ideológica.

Esas diferencias explican que para estas elecciones la candidata preferida de Cristina fuera Bertone, que fue quien dispuso de más recursos para afrontar las exigencias de la campaña electoral, además de declaraciones de la presidente a su favor y un spot grabado en la Casa Rosada.

Como se sabe, Bertone ganó en la primera vuelta por más de nueve puntos y esto dio lugar a que se supusiera que la segunda vuelta sería más una formalidad que una real competencia electoral. Los hechos -como se pudo apreciar- se encargaron de demostrar lo contrario: la ganadora fue Fabiana Ríos, quien en sus primeras declaraciones dijo que no era oficialista.

De todos modos, y más allá de las especulaciones, la gran derrotada en los comicios no fue Bertone, sino las encuestas que mayoritariamente aseguraban que Fabiana Ríos perdería sin atenuantes. Y si bien se sabe que las encuestas tienen un discutible valor científico, como contrapartida suelen ser muy eficaces para crear climas favorables a un candidato.

En el caso de Tierra del Fuego esta percepción funcionó al pie de la letra. Casi todas las empresas dedicadas a estos menesteres se dejaron arrastrar por el “sentido común oficialista” y entendieron que la victoria de Bertone estaba descontada.

La pregunta a hacerse en consecuencia es: ¿Hasta dónde lo que ocurrió en Tierra del Fuego se vincula -o no- con en el orden nacional? No es fácil responder a este interrogante, porque mal que bien las encuestas deben atenerse a un principio mínimo de realidad. De todos modos, lo que la experiencia demuestra es que ese principio mínimo no alcanza para medir ciertas manipulaciones, acentuar o subestimar determinadas tendencias, todo ello con el objetivo de satisfacer las necesidades, inquietudes o ambiciones de quienes pagan por esos servicios.