/// el rincón de la lij (*)

La decisión por el lenguaje

María Luisa Miretti

A la hora de decidir un texto para niños y jóvenes sentimos el peso de la responsabilidad. No será una decisión de uso individual aunque la elección sea arbitraria porque responderá al gusto personal-, por lo tanto habrá que pensar en las motivaciones, los deseos y los probables efectos que impactarán en el público infantil y juvenil.

Astrid Lindgren insistía con que al elegir un libro para niños hay que pensar en su satisfacción y no en la del adulto. La ‘única finalidad’ sostenía- debe girar en torno al placer. No hay que plantearse si es complejo o entendible, sino si algo de ese libro permite un momento grato y placentero al niño.

Tolkien enfatizaba el tratamiento de un lenguaje adecuado y respetuoso, tanto en las expresiones como en las historias, sin subestimar su capacidad, en relación con su estatura.

García Márquez defendía los criterios de selección sugiriendo una buena ‘guía’ de libros, sin torturar a los chicos con análisis tediosos que terminaran descuartizando la poética de un texto (en relación con la anécdota del ‘gallo’ de un relato de su autoría, que tuvo que padecer su hijo en clase, ante los requerimientos del profesor y la sorpresa del autor).

El mismo Borges advertía sobre los riesgos de caer en expresiones pueriles en las historias infantiles, señalando la importancia de la calidad, en función de la estética literaria (en relación con Alicia, de Carroll).

Intentar manejarse con un lenguaje burdo y chabacano, o exagerar ciertas expresiones coloquiales, para atraer a chicos y jóvenes a un terreno ramplón o callejero es un error y una trampa muy peligrosa, que atenta contra la formación de los receptores. Como tales, requieren de una estética que les permita desentrañar el significado de una metáfora o la intencionalidad más profunda, porque de eso se trata la lectura literaria: completar un texto e interactuar dialógicamente, en esa especie de puente imaginario entre texto y receptor, pero a través de un lenguaje rico, claro y agradable.