al margen de la crónica

Robo sacrílego y conmoción

La Cruz de Motupe, una de las imágenes religiosas más veneradas del Perú, fue hallada cortada en cinco pedazos y quemada en un cementerio próximo, un día después de que fuera robada. La noticia generó una profunda conmoción entre los pobladores del distrito de Motupe, en el departamento norteño de Lambayeque, no solo por el inmenso fervor religioso, sino porque la localidad vive en gran parte de lo que deja el peregrinaje.

Los fragmentos de la Cruz de 2,50 metros de altura fueron hallados por vecinos. Los ladrones la fraccionaron y quemaron presumiblemente para facilitar la recuperación de los cerca de 20 kilos de oro de 24 kilates y numerosos joyas de plata con la que estaba recubierta.

Ni las operaciones de la policía ni las patrullas formadas por los motupeños habían hallado rastros de la Cruz, robada la madrugada del martes de la gruta en la que se hallaba.

La Policía detuvo a tres sospechosos, incluidos los dos guardianes de turno de la reliquia, pues el jefe policial de la zona, Carlos Vallejo, considera imposible que los ladrones se llevaran un objeto de ese tamaño y peso (cerca de 80 kilos) sin ser detectados. Además, los candados de acceso a la gruta no fueron violentados, sino abiertos con llaves.

La Cruz de Motupe, originalmente sólo de madera, fue construida hacia 1860 por el fraile Agustín de Abad, que vivía como ermitaño en el cerro Chalpón, cerca a la ciudad de Chiclayo, capital de Lambayeque, unos 700 kilómetros al norte de Lima. El madero fue hallado tras la muerte del fraile en una gruta, en donde se mantenía hasta el martes. La creencia popular le atribuyó haber salvado a Chiclayo de un cataclismo, por lo que se generó una de las devociones religiosas más fuertes en el Perú.

Para acceder a la gruta hay que subir unas largas escaleras construidas en el cerro. La administración del complejo construido alrededor de la imagen estaba a cargo de la propia comunidad.

La población de Motupe, que reunía dinero para ofrecer como recompensa, afirmaba que sólo quería intacta la Cruz y que no le interesaba lo que pasara con el oro y las joyas.

La gruta en que está la Cruz recibe miles de peregrinos durante todo el año, pero especialmente en la primera semana de agosto, cuando se celebran sus fiestas.