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Balcones de Cartagena, alhajas que sobreviven

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Cartagena de Indias se enorgullece de sus joyas arquitectónicas: los balcones. Foto: Agencia EFE.

Emblemas de su rico pasado colonial, son admirados por los miles de visitantes de la bellísima ciudad del norte colombiano. Los hay para todos los gustos y es notable la influencia andaluza y árabe.

 

Ricardo Maldonado

Agencia EFE

Los balcones de la histórica y romántica Cartagena, al norte de Colombia, son como una especie de pincelada final que hacen de su casco antiguo una obra de arte admirada por todo el que pasea por sus estrechas callejuelas y se deleita con las historias de piratas y los amores del mágico Caribe.

En su hermosa y singular factura, al igual que en el resto de la arquitectura de la Cartagena colonial, se percibe la herencia española, sobre todo de la región de Andalucía, pues fue de allí de donde vinieron mayoritariamente los colonizadores ibéricos que llegaron al nuevo continente y trajeron sus costumbres.

“Nosotros tenemos herencia andaluza, las primeras construcciones reflejan esa influencia que es también árabe dada la colonización que hicieron los árabes sobre España durante ochocientos años”, explicó a EFE el especialista en preservación, observación y restauración del patrimonio histórico, Ricardo Sabaleta.

“Mucha de la influencia que se da en Andalucía y el sur de la península ibérica es árabe y esa misma influencia llega a nuestro continente”, agregó el restaurador.

Aunque el origen de los balcones o el por qué y para qué se construyeron no se ha establecido con precisión, arquitectos que estudian la historia y los orígenes de la ciudad argumentan que fueron erigidos por la necesidad de brindar ventilación y así refrescar las viviendas durante las temporadas más calurosas del año.

En principio “los balcones tenían una vocación eminentemente ambiental” ya que su construcción abierta, traslúcida y el especial manejo de los balaustres y bolillos de las barandas dejaban que el viento marino los cruzara y circulara a través de toda la casa, lo que permitía que hubiera un “ambiente fresco y confortable”, detalló Sabaleta.

“Para protegerse del fuerte calor, las casas tiene muros anchos que son termodinámicos y los balcones sirven como protección de la incidencia del sol, o sea son como un gran alero que se proyecta hacia el exterior de la edificación y lo que hace es que la incidencia solar muera en el balcón y no en el espacio interior del cual hace parte”, agregó.

Cartagena tiene una temperatura promedio anual de 28 grados centígrados, sin embargo, alrededor del mediodía en los días no calurosos el termómetro difícilmente baja de los 30 grados centígrados, la humedad relativa promedio es de 85 por ciento, lo que da una sensación térmica superior que llega a ser sofocante.

Los balcones que engalanan a la mayoría de las viejas casonas, millones de veces fotografiados por turistas, constituyen el principal atractivo dentro de la ya fascinante arquitectura de Cartagena y han servido y continúan sirviendo de inspiración a poetas, escritores, pintores, escultores y artistas.

Estos exclusivos espacios adornados muchos por flores multicolores que evocan historias de amores prohibidos protegidos por la penumbra de la noche y por la tenue luz de los faroles forman parte también de los lugares reales o imaginados que están presentes en las novelas del nobel colombiano, Gabriel García Márquez.

Únicos en el mundo

Los balcones son, según Sabaleta, “únicos en el mundo” y se los encuentra a diferentes alturas en todas las calles de la ciudad. Son coloridos, son amplios, altos, robustos, austeros, republicanos, coloniales, de madera o cemento, embellecidos con campanillas o trinitarias, discretos pero “indiscutiblemente todos, maravillosos”.

Junto con los balcones de influencia colonial en su construcción en Cartagena también están los balcones que se generaron con la llegada entre 1800 y 1900 de la época republicana y en los que se destacan la robustez de sus balaustres y bolillos y el uso del cemento como material principal de trabajo en las construcciones.

Con el paso del tiempo, la modernidad y el auge que Cartagena ha ido cobrando como ciudad histórica y turística y sobre todo con las restauraciones que las viejas casonas han ido teniendo para convertirlas en lujosos hoteles boutiques, los balcones han adquirido una función básicamente estética.

El puerto, fortaleza y conjunto monumental de Cartagena fue declarado como Patrimonio Histórico de la Humanidad por la Unesco en noviembre de 1984.