De domingo a domingo

El resentimiento de los desplazados a la hora de las candidaturas

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Una brecha evidenciada en el momento de decidir las candidaturas se abrió entre los jóvenes de La Cámpora y las estructuras “clásicas” del PJ. Foto: Archivo El Litoral

Hugo E. Grimaldi

(DyN) -

El 11 de marzo de este año, en el acto que se organizó con motivo del 38º aniversario del triunfo electoral de Héctor J. Cámpora, se observó con claridad que había variado de raíz la columna vertebral del peronismo. Lo que hoy la presidenta llama ‘la voluntad de cambio‘, ya había tenido su primera manifestación. Pese a que la Juventud Sindical Peronista, con Facundo Moyano a la cabeza, aportó un muy buen número de asistentes, la sensación que quedó ese día en la cancha de Huracán fue que los trabajadores habían sido copados en las preferencias del poder por los muchachos de La Cámpora, la organización que contribuyó a formar Máximo Kirchner.

Todo un terremoto histórico dentro del justicialismo que pocos quisieron reconocer por entonces y que, a la hora de las candidaturas, abrió una violenta grieta entre el ala política de lo que ahora se define como cristinismo y las estructuras más anquilosadas del PJ, esencialmente el ala sindical peronista.

Sin embargo, el germen de esos nuevos rumbos había tenido lugar varios meses antes. Aquellas tristes horas que pasó Cristina Fernández frente al féretro de su esposo, en octubre pasado, ya habían contribuido a darle la certeza a la presidenta del gran interés de los jóvenes de toda condición social por el particular proyecto kirchnerista.

Valores seductores por su maniqueísmo

Lo notable del fenómeno del acercamiento juvenil de entonces es que muchos de quienes llegaron a la Casa Rosada para expresar su tristeza no lo hicieron sólo por militancia. Muchos estuvieron allí por genuino agradecimiento hacia la inserción laboral que proveyó la salida del derrumbe de 2001, mientras que otros se sumaron desde la ideología por el trabajo bien fino que escuelas y universidades vienen haciendo desde hace años, manifiestamente en contra de las recetas económicas que imperan en el mundo y a favor de valores diferentes y de formas más maniqueas de concebir la política, en línea con la cuerda oficial.

Quienes observan el proceso desde la sociología suelen señalar que aquel incesante desfile de jóvenes, muy promocionado además por el aparato oficial de difusión, ayudó a instalar por esos días el sentimiento de solidaridad con la presidenta, lo que contribuyó decisivamente a la recuperación de su imagen, como basamento de la intención de voto que hoy ostenta.

No hay que dejar de considerar tampoco que, desde al ángulo electoral, esa masa de menores de 30 años que, al decir de Cristina en Tucumán, ‘se acerca para apoyar las políticas que el propio Estado impulsa‘, hoy representa algo menos de un tercio del padrón nacional.

Quizás por eso, un tramo bien vibrante del discurso por el Día de la Independencia fue dedicado a la seducción, para expresar el ‘orgullo‘ que ella siente por la ‘bandera de rebeldía‘ que exhibe la juventud frente al establishment, exaltación que terminó en una arenga casi mística referida a Néstor Kirchner: ‘En cada joven vive él‘, machacó.

El PJ tradicional y el sindicalismo “piantavotos”

Con ese número más que importante de votos probables, se entiende entonces mucho mejor el paso dado por el cristinismo a la hora de digitar las candidaturas, cuando la nueva franquicia que la presidenta abrió dentro del peronismo decidió jugarse a ganar las elecciones sin apoyarse en el PJ tradicional ni en el sindicalismo ‘piantavotos‘ moyanista como socios preferentes.

Como se suele decir en el círculo áulico presidencial, ‘para demostrar que podemos hacerlo solos, sin deberle favores a nadie‘. Esa convicción por parte de Cristina y de los pocos que la ayudan a diseñar su estrategia política, no sólo le permitirá avanzar en lo que desde los tiempos de Juan Perón se ha llamado siempre ‘trasvasamiento generacional‘, sino que hará, en caso de conseguir la reelección en octubre, que ella no quede condicionada por las estructuras más anquilosadas del peronismo político y gremial.

Justamente, el gremialismo del ‘aliado‘ Hugo Moyano acaba de sangrar por la herida, al caer en la cuenta de que aquel acto de marzo no había sido inocuo a sus intereses y que resultó ser el puntapié inicial de un proceso de desgaste verbal y aprietes judiciales que el jefe de la CGT todavía le endilga a los medios.

Más allá de si se llevaron o no una sorpresa, lo cierto es que para el sindicalismo no hubo vicepresidente ni casi lugares en las listas y cuando se los permitió fueron de tan poca relevancia que dos referentes como Juan Carlos Schmid en Santa Fe y Hugo Piumato en Capital Federal dijeron ‘no, gracias‘ y se abrieron, mientras que Moyano hijo se aguantó que lo bajaran del cuarto al octavo lugar, primero y luego hasta el undécimo de la lista de diputados nacionales de la provincia de Buenos Aires, Mientras tanto, los muchachos y las chicas digitados por La Cámpora aparecían con bancas seguras en todo el país.

‘Si encauzamos el voto de los trabajadores seremos invencibles‘, dijo como al pasar Moyano padre esta semana para mandar un mensaje por elevación al Gobierno, tras el cimbronazo que les provocó el sopapo de la presidenta por los cargos y dando pelea para recuperar el protagonismo de columna vertebral, del que ya poco queda.

El verbo “encauzar” y sus tres acepciones

De las tres acepciones del verbo ‘encauzar‘ que refleja el Diccionario, es sin dudas la segunda (‘Encerrar en un cauce una corriente o darle dirección por él‘) la que puso sobre la mesa titular de la CGT cuando le reprochó a las autoridades que ‘los trabajadores no estamos sólo para votar, movilizarnos a los actos o discutir paritarias‘.

Esa frase-lamento fue la más difundida por la prensa, aunque no se le prestó demasiada atención a la que siguió en su discurso que contenía ese verbo que connota un mensaje de tantas lecturas. ¿Descripción de objetivos, por el lado de ‘queremos el poder‘ o tiro por elevación al cristinismo para que vaya tomando nota que el movimiento obrero es capaz de ‘encauzar‘ el voto hacia otros candidatos o eventualmente aguarle a los K las primarias de agosto, para que se derrumbe el mito del ‘ya ganó‘ y que tenga que sentarse a negociar antes de la elección definitiva? ‘Puede ser, puede ser...‘, balbuceó un allegado a Moyano, escapándole a mayores comentarios.

Una pregunta sobre si no les convenía que ganara otra fuerza para ser opositores a pleno quedó sin respuesta, mientras que el panorama del desgajamiento antimoyanista comienza a verificarse lentamente fogoneado por el Gobierno, con algunos dirigentes actuando por acción y otros por omisión.

Después está la rebelión de algunos caciques pejotistas, en algunos casos más abierta y en otros solapada, como ocurre con algunos intendentes del Conurbano o con ciertos gobernadores. Se registró además el grave caso del senador Carlos Verna, quien se bajó de su candidatura a gobernador de La Pampa por la imposición de dos chicas de La Cámpora que ni siquiera viven en la provincia, como candidatas a diputadas y el de José Manuel de la Sota en Córdoba, quien se apartó violentamente del kirchnerismo.

Pero además han aparecido algunos otros fieles que parece que dejaron de serlo porque los han dejado afuera, entre otros, los diputados Alejandro Rossi, Silvia Vázquez, Patricia Fadel y Gerónimo Vargas Aignasse; el presidente provisional del Senado, José Pampuro; el gobernador de Mendoza, Celso Jaque y el inefable Luis D’Elía, quienes podrían ser también portadores de votos correctivos en la elección del 14 de agosto para intentar bajarle los humos al Gobierno.

El oficialismo no sólo tendrá que sortear los escollos electorales, sino que tendrá que hacerse cargo también del desgaste de haber gobernado durante ocho años, mientras barre debajo de la alfombra muchas de sus malas políticas, que cebaron la bomba de la inflación, la inseguridad y la falta de energía.

Los precios no suben por maldad, los crímenes no suceden por generación espontánea ni la falta de gas y de naftas es obra de la naturaleza. Han sido todos errores propios que el Gobierno está pateando para más adelante, mientras que hasta ahora tampoco la oposición explicita siquiera cómo va a hacer para solucionarlos, antes de que le exploten a alguien en la cara.

La nueva franquicia que la presidenta abrió dentro del peronismo fue al decidir jugarse a ganar las elecciones sin apoyarse en el PJ tradicional ni en el sindicalismo ‘piantavotos‘ moyanista como socios preferentes.