Mesa de café

La psicoterapia de “Carta Abierta”

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Remo Erdosain

Como hace frío, Quito ha ordenado encender las estufas. La mesa nuestra está bien ubicada, motivo por el cual el clima es agradable, cálido, podría decirse, sobre todo porque la intensidad del debate contribuye a calentar aún más el ambiente.

José está enojado, pero esta vez los destinatarios de sus enojos son los muchachos de Carta Abierta.

-Son tontos o se hacen -dice-, dos semanas antes de las elecciones en la ciudad de Buenos Aires se les ocurre hacer una autocrítica. No tienen idea de lo que es hacer política. Les importa más su delicada sensibilidad dañada por los hechos que lo que le puede pasar al peronismo.

-Es la primera vez en muchas semanas que estoy dispuesto a darte la razón -responde Marcial.

-Es que no pueden ser tan pelotudos, con perdón de la palabra -insiste José-, después de las elecciones tienen toda la vida para hacer su terapia, pero hacerla antes es cosa de tontos. ¿Ustedes se imaginan si Evita estuviera viva lo que haría con estos inservibles? -pregunta.

-De Evita todo lo que me pueda imaginar es siempre poco -apunta Marcial con su sonrisa traviesa.

- Lo que yo sé -interviene Abel- es que a los intelectuales de Forja los mandó a plantar rabanitos a la provincia de Buenos Aires.

-Si eso hizo con los de Forja, que eran guapos y se la aguantaban en serio -acota José- ¿te imaginás lo que haría con estos nenitos bien que al primer contratiempo les agarra tos?

-Ellos hablan de la necesidad de abrir un debate -digo como para no irnos del tema.

-Abrir un debate para criticar a nuestro candidato -se enoja José- ¿son o se hacen?. Además estoy seguro de que son los que menos militaron por la candidatura de Filmus. A estos imberbes les gusta hablar mucho en la mesa de algún bar de Palermo Hollywood, pero a la hora de salir a caminar la calle brillan por su ausencia. ¡Es increíble! -se agita José- los compañeros porteños se están rompiendo el alma para ver cómo nos recuperamos de la paliza del otro día y estos inservibles se reúnen a hacer terapia de grupo.

-Convengamos que “Clarín” aprovechó la volada -dice Abel.

-¡Pero lo bien que hizo! -retruca José- aunque para ser justos, acá el que menos tiene la culpa es “Clarín”. Si vos le dejas la pelota servida en el pie a tu rival, después no te podés enojar cuando te hacen el gol. Además, por una vez en la vida “Clarín” no inventó nada; reprodujo lo que estos tilingos dijeron, porque ni siquiera esa discreción tuvieron. Se juntan en la Biblioteca Nacional, filman todas las gansadas que dicen, las colocan en sus páginas web y después se asombran de que “Clarín” las reproduzca. ¡Es asombroso! Les importa más aparecer en público diciendo sus verdades que preocuparse por las consecuencias de sus palabras. Son la negación de la política, no tienen noción de los tiempos, les gusta oirse a ellos mismos y suponen que sus palabras quedarán grabadas en los grandes murales de la historia. Mientras tanto, al peronismo real de carne y hueso, ese peronismo al que dicen pertenecer -pero que no conocen, no entienden, ni les gusta-, lo mandan al fondo del mar.

-Por algo en su momento Perón los echó de la plaza -recuerda Abel para echar leña al fuego.

-Y si ahora viviera los echaría de la biblioteca -digo.

-Mirá para lo que sirvió la Biblioteca Nacional -comenta Marcial- si Paúl Groussac se enterara....si Borges lo supiera...si José Mármol viera a su querida biblioteca transformada en una unidad básica...-se lamenta Marcial.

-Lo más lindo de todo, es que ellos están convencidos de que hicieron un gran aporte al peronismo, cuando en realidad le hicieron el juego a Macri.

-Yo a esta altura del partido -digo- me animaría a decir que a estos muchachos los asesora Durán Barba.

-Lo peor de todo es que no los asesora nadie -sostiene José- estos son pelotudos por cuenta propia. Además hablan, meten la pata y después se deprimen y se abren de todo, pero mientras tanto al daño ya lo hicieron.

-¿Pero nadie en el peronismo conversa con ellos para ordenarles que se callen la boca?

-No lo sé, pero se me ocurre que alguien les debe de haber dicho que sean más discretos. Lo que pasa es que estos chicos la única orden que respetan es la de su psicoanalista -enfatiza José.

-Es raro esto de hacerse peronista leyendo a Lacán -comenta Marcial con su inefable sonrisa.

-O escuchando a Fito Páez -agrega Abel.

-Lo que es raro -dice Marcial levantando un poco la voz- es ser intelectual y peronista; es tan extravagante como ser pastor quáquero y regente de un lupanar.

-Es que más que intelectuales, son de izquierda -señala Abel.

-Ser de izquierda y peronista es tan coherente como ser nazi y circuncidarse- insiste Marcial.

-No los descalifiquemos tanto -digo, para no irnos por las ramas- el kirchnerismo les debe agradecer haber instalado palabras a las que después le sacaron bien el jugo: “maniobra destituyente” y “nueva derecha”.

-Las palabritas fueron útiles -admite José- pero nos salieron caras. Lo de “destituyente”, vaya y pase, pero lo de “nueva derecha”, me parece un juego de palabras rebuscado, propio de intelectuales que se están mirando el ombligo todo el día.

-Teóricamente no se puede descartar la configuración de una nueva derecha -digo.

-A mi me importaría que antes de hablar de una nueva derecha -puntualiza Abel- digan que van a hacer ellos para constituir una nueva izquierda.

- ¿Y sobre las elecciones en Santa Fe estos muchachos no han dicho nada? pregunta Marcial.

-Dicen que están con el Chivo Rossi -contesta cabizbajo José.

-Ahora sí me quedo tranquilo -responde Marcial- el apoyo de ellos a Rossi garantiza que salga último.

-No exageremos -digo- creo que todos sabemos que Rossi nunca estuvo en condiciones de ganar.

-Nunca estuvo en condiciones de ganar -reconoce Marcial- pero se suponía que podía salir segundo. Ahora, como viene la mano, el hombre amenaza con salir tercero y cómodo.

-Sería interesante -aprovecha Abel- que los de “Carta Abierta” se reúnan en Santa Fe para hacer alguna declaración parecida.

-Otra sesión de psicoterapia autocrítica -dice Marcial- y chau reelección de Cristina.

- No comparto -dice José.