Con la lengua afeitada

¿La vigencia o el fin de las ideologías?

por Betocas

Las elecciones provinciales se caracterizaron por una circunstancia muy especial, que ya se había anticipado en las primarias. Entre muchos otros aspectos positivos, a los candidatos de los dos frentes el voto de los ciudadanos les recordó su actuación en el pasado. Se podrá coincidir o no con algunas de las posiciones políticas de los participantes, pero hay consenso en que los tres que ahora competían eran todas personas con probada honestidad. No obstante, el resultado plantea una duda. Sólo Macri, tal vez, pueda pensar que los votos logrados por Torres del Sel se corresponden con su forma de pensar en el PRO. Basta para ello compararlos con los obtenidos por los candidatos a diputados provinciales. Con un discurso muy simple, reconociendo no sólo al principio de la campaña que no tenía elaborado un proyecto muy concreto, haciendo énfasis en la felicidad de la gente, su amor por Santa Fe y hablando de una manera que no se sabía si se trataba de un político o un Midachi un poco más serio, logró más de 35% de los sufragios. Muy cercano a los que recogió el gobernador electo que, inclusive, hizo una peor elección que los Intendentes de Rosario y Santa Fe. Contrariamente, Binner, aún sabiendo que no tiene grandes chances con una alianza junto a los grupos indiscutiblemente más progresistas -en especial porque no detenta una fuerza muy importante en el resto del país y tiene un discurso y una personalidad que no es muy atractiva para los más jóvenes- se decidió a dejar de lado a Alfonsín, porque incluir a De Narváez en una alianza iba en contra de los límites que toleran los principios de su partido. Por otro lado, Alfonsín para conseguir más votos, ha hecho un acuerdo con al candidato a la provincia de Buenos Aires que posee mucho encanto personal en sus alocuciones, pero que no pudo evitar que perturbara mucho al partido del gobernador santafesino. Negociación que por otra parte a mí me recuerda tanto el fracaso de la Alianza como el Pacto de Olivos, que fue la única mancha importante en la trayectoria de su padre. La cuestión está claramente planteada: ¿Se impone la popularidad y la simpatía que despierta una persona conocida a través de la TV (porque sirvió de mal menor y recibió apoyos indirectos impensados) o se mantiene la lealtad a una ideología -que se podrá compartir o no- pero que sin duda tiene un proyecto mucho más definido en su propuesta?