“Un profesional del volante”

“Un profesional del volante”
 

Guillermo Luis Cáceres

En abril cumplió 50 años en un trabajo que no cambiaría por otro. En ese tiempo, recogió anécdotas, amistades, fotos y tanta experiencia que se anima a aportar recomendaciones sobre un tema cada vez más complejo como es el tránsito. Y no lo duda: si tuviese que elegir, volvería a ser taxista.

TEXTOS. REVISTA NOSOTROS. FOTO. AMANCIO ALEM.

UNA VIDA. “Empecé a manejar taxis en 1961, con 22 años. Hoy tengo 72 y aquí estoy, después de una vida sana, sin fumar ni tomar alcohol. El 1º de abril cumplí 50 años en esta actividad. Empecé por intermedio de un amigo. Él me dijo: ‘te voy a enseñar a manejar y te va a gustar para toda la vida’. y no se equivocó. Lo primero que recuerdo de cuando fui a trabajar con él es que me dijo: ‘éste es un trabajo muy lindo y si lo sabés cuidar vas a tener futuro, vas a vivir bien. Todo está en cómo te comportes en la vida y con el taxi. Y tenés que cuidarte, más que nada, de tener multas’. Y aquí me ven, no tengo multas”.

LOS CAMBIOS. “En todos estos años, lo primero que llama la atención es la gran cantidad de vehículos en la ciudad. Cuando empecé eran contados con los dedos de las manos; sólo tenía auto aquel que tenía dinero. De 15 ó 20 años a esta parte me parece que tuve que volver a aprender a manejar. Es tremendo el trastorno que hay. Vaya por la calle que vaya, se demora en cruzar, se demora en salir, en pasar y me molesta cuando llevo pasajeros y, para hacer una cuadra en el centro, demoro varios minutos y el reloj sigue corriendo”.

LA EXPERIENCIA. “Siempre digo que hay una cosa que no juega a favor de las autoridades municipales de turno. Digo que si nos hicieran caso a los que andamos en la calle todo el día y sabemos cómo es la situación, ésto se podría modificar bastante. Tenemos un microcentro muy chico, con calles muy angostas; en ninguna ciudad del mundo hay, en pleno centro, estacionamiento medido. La opción sería sacar el estacionamiento del centro. Cuando estuvo (el recordado ex intendente Enrique) Muttis, en los días festivos de fin de año decidió dejar el centro para ambulancias, policías, bomberos, transporte público y nada más. Es mi opinión, y creo que es valedera después de 50 años”.

EL PANDEMONIUM. “Los lunes y viernes son los días en que todos parecen salir con su auto e ir al centro. Y el mal manejo hace que todo se complique. Si voy por la calle y tengo que doblar, pongo el guiñe; primero, miro por el retrovisor derecho, por el de arriba... y cuando menos me lo espero aparece una bicicleta o una moto en el camino. No se cuándo van a aprender a manejar. El hecho de que una persona se presente adonde le van a dar el carné de conductor y haga bien las cosas ahí no significa que después haga lo que quiera en la calle. No se puede manejar así: en las avenidas, el lado izquierdo es para moverse más rápido, pero todos van al mismo ritmo que el que maneja del lado derecho. No digo que tengan que matarse, pero si circular un poco más rápido, como corresponde”.

BUENOS HÁBITOS. “Me dedico a trabajar y cuando descanso me quedo en casa todo el día, salvo que tengamos algún compromiso familiar o social. Tantos años trabajé para cuando me jubilara... Siempre decía: ‘cuando me jubile voy a salir a pasear, la voy a llevar a mi señora a lugares que no conoce. Lamentablemente estoy cobrando la jubilación mínima: dígame, ¿cómo hago para viajar? Eso si, con este trabajo mantuve a todos mis hijos, formé mi hogar; no tengo dinero pero no me falta nada. Y otra de las cosas en las que le hice caso a mi padre fue en no deberle nada a nadie”.

EL PADRE. “Mi padre fue lo más adorado y preciado que tuve en la vida (se emociona). Perdí a mi madre cuando tenía 4 años y mi hermana tenía 2. Durante un año y medio, él nos crió como padre y madre. Después rehizo su vida y la señora que se casó con él, y por la que tuve dos hermanos más, nos crió como si fuésemos sus hijos verdaderos. A esa señora también le debo un poco de educación, de cultura y respeto a los demás. Mi padre tenía el kiosco de revistas y diarios en 25 de Mayo e Hipólito Irigoyen. Era uno de los diarieros más antiguos de la ciudad y tenía un reparto enorme. Él confió en mi al punto tal que fui su mano derecha durante muchos años. Vivíamos por Hipólito Irigoyen llegando a Urquiza, en pleno centro”.

UN CONSEJO. “A los taxistas nuevos, les digo que sean buenos y honestos con la gente, que esbocen una sonrisa y no sean amargos. Y que antes, si se paraba, el dinero se recuperaba, pero hoy eso no es posible porque la situación cambió radicalmente”.

HISTORIAS. Las historias más lindas las hemos tenido en despedidas de año. Siempre he sido el organizador de todo y cuando sabía que iba a venir una persona que había comprado el taxi que el dueño vendía, los agasajados eran dos: el que dejaba el auto y el que lo compraba. De esos encuentros tengo muchas fotografías. Eso si: Año Nuevo arriba del taxi, no. Es una cosa que me impuse yo y respeté a mi familia, a pesar de que trabajaba de noche. Pero el dueño del auto atendía mis razones y no había problemas. Siempre he sido muy perseverante, muy locuaz, llegué a la edad que tengo y con la familia hermosa que tengo”.

LA ESCUELA

“Cursé hasta 6º, porque no había 7º, en el colegio Jobson y hasta tercer año de la secundaria en la Inmaculada. Siempre fui medalla de honor. No quise seguir estudiando porque me acostumbré a trabajar desde pibe y quería tener mi dinero”.

LA VOZ

“Hice radioteatro cuando LT9 estaba en calle Rivadavia. Había una compañía que se llamaba Roberto Torres y Pancho Luna, y estuve allí más de un año. Trabajaba, estudiaba e iba a la radio”.

LA FAMILIA

“Tengo 10 hijos: 6 mujeres y 4 varones, con 7 nietas y 7 nietos. Una hermosura es mi familia. Nadie siguió con el mismo trabajo; cada hijo tiene el suyo”.

UNA OPINIÓN

“Hay mujeres manejando taxis y ómnibus y creo que lo hacen muy bien. conozco mujeres que, en muchos casos, manejan mejor que muchos de nosotros”.

EXPERIENCIAS

“No me gusta contar las anécdotas negativas. Pasé por cuatro experiencias muy malas, al punto tal que mi familia no me dejó trabajar más de noche. Ahora lo hago de día y, por razones médicas, por menos horas”.

así soy yo